La pareja francesa es ya para todos los españoles la única pareja. Las leyes de Zapatero sobre el cónyuge A y B han muerto; fueron derrotadas por las miradas de ella y el verbo emotivo del presidente de la República de Francia. La pareja, formada por una mujer italiana y un hombre de origen húngaro, es un modelo de cultura política. De cultura. Una nueva forma de saber mirar. De mirarnos. Esta pareja es más lista que los ratones coloraos. Es una unión singular, única y modélica para una Europa zarrapastrosa y triste. En Europa esta parejita no tiene igual.
Sigamos ese cortejo francés. Hagamos méritos para estar junto a ellos. Tenemos que hacernos merecedores de tanta gracia, soltura e inteligencia como la que desprende este matrimonio. Tenemos que aprender modales y costumbres francesas para que vuelvan pronto a visitarnos. Nicolás y Carla conforman una seráfica pareja. Debemos adaptar nuestro pensamiento, esa curiosa forma de sensación, al racionalismo y buen gusto de estos nuevos franceses. Sigámoslos con ironía e inteligencia.
La armonía de esta pareja tiene que ser norma en la patria donde imperan los rituales caóticos del amor-basura y la estrechez de la inteligencia. ¡Viva Carla Bruni! Está buenísima y, además, es una magnífica profesional de la "política" o, al menos, de la imagen que toda gran nación debe extender por el mundo. No es poco. ¡Viva Nicolás Sarkozy! Es elocuente y, además, es muy inteligente. Sonsoles Espinosa y Zapatero tienen que aprender de ellos. La esposa del presidente del Gobierno español ya ha dado el primer paso en la escuela francesa, pues que no deja de ser significativo que esta mujer, discretamente oculta por la presencia poderosa de su marido, se haya dejado retratar junto a la señora Sarkozy. Bravo por Sonsoles que atraída por la Bruni se ha atrevido a posar para la prensa gráfica.
¡Qué decir de Sarkozy! Admirable es lo mínimo que podemos atribuirle al contenido de sus discursos. ¿Sería capaz Zapatero de seguir a Sarko como su esposa aprende de Carla? Ojalá, pero me temo que el español nunca alcanzará la sabiduría del mensaje del francés, por ejemplo, ¿conseguiría hacer suyo Zapatero el discurso de Sarkozy en torno al lugar que ocupa la religión en general, y el catolicismo en particular, en la vida pública europea? Sospecho que Zapatero frunciría las cejas o daría la espalda a su interlocutor. Tampoco creo que se atreva con el significado de la palabra España, según la pronuncia Sarkozy. Sí, España en los labios de Sarkozy no es una "nacioncilla" de esas que Zapatero estimula a favor de su empresa socialista, sino que España es una gran Nación. Quizá sea la parte más seria y vertebrada del discurso político del presidente de Francia.
En fin, creo que Zapatero tendría bastantes más dificultades que su esposa para seguir a esta modélica parejita. Hay, además, otra barrera extrema para que Zapatero consiga entender las palabras de Sarkozy. No se trata de que el francés no se explique bien, o peor, que sus conceptos estén ajados por la retórica de su emisor. No, no se trata de eso, sino que el significado de las palabras varía cuando varía el emisor y el receptor. Nunca mejor dicho, por lo tanto, que las palabras son siempre ocasionales. Más aún, el discurso político es siempre una ocasión. La gran política es pura evanescencia... Puesta entre paréntesis esta ocasión del encuentro entre Francia y España, o peor, olvidado por Zapatero, el discurso sagaz, genuinamente político, de Sarkozy en el Congreso de los Diputados, pronto, muy pronto, todo eso no significará nada. Esa es la tragedia de España. Nunca estamos a la altura de la ocasión. O sea de las circunstancias.