La sociedad civil ha vuelto a movilizarse por la democracia. La manifestación del sábado de Alcaraz y su buena gente nos da a los españoles un poco de vidilla democrática, es decir, de ser genuinos ciudadanos. Los españoles que se manifestaron el sábado pasado no sólo prestaban "apoyo solidario", o como se diga, a las víctimas de ETA, sino que, en verdad, trataban de darles las gracias a las víctimas por movilizarnos para ejercer nuestra ciudadanía. O rehabilitamos a la víctima en el espacio público político, exactamente en el lugar donde fue asesinada sólo por ser española, o la "democracia" queda reducida a un nombre para que la casta política siga engañando al pueblo. No hay una tercera opción. O estamos con la víctima o apoyamos el cambalache con los terroristas y los nacionalistas.
Los partidos políticos, excepto Ciudadanos, parece que están por lo segundo. O sea, los partidos políticos españoles son un peligro para el desarrollo de la democracia. Basta ver el comportamiento miserable de los dos grandes partidos, e incluso de los pequeñitos, ante la manifestación convocada por Voces contra el Terrorismo contra los cambalaches del Gobierno y ETA para saber que este país es inviable con esta casta política. Independientemente de que ETA muera de "muerte natural" o de los líos entre los bandidos de ETA y el Gobierno, resulta obvio que si no apoyamos políticamente a la víctima del terrorismo es imposible crear un imaginario democrático, o sea, "algo" sobre lo que anclar un mínimo tejido político de carácter nacional.
Sin embargo, las elites de los partidos políticos no quieren saber nada de un asunto central de la vida democrática: la víctima del terrorismo. Prefieren moverse en la oscuridad de la ideología y los intereses a corto plazo. El PSOE y el PP no se definen con claridad y distinción sobre el asunto de cómo acabar con ETA. Se mueven en la retórica. O peor, en el cambalache antidemocrático. En todo caso, es ya hora de dejarnos de planteamientos lastimeros, o moralizantes, a favor de las víctimas y dejar claro de una vez por todas que son ellas las grandes mediaciones morales y políticas que nos posibilitan ejercer la ciudadanía. La democracia. Los partidos políticos comparados con ese esfuerzo de las víctimas pierden toda su legitimidad política. Son un escollo para el desarrollo de esta sedicente democracia.
Sí, sí, excepto este tipo de actuación democrática en la calle, de participación en el espacio público, reivindicando a la víctima del terrorismo como centro neurálgico de la democracia española, el resto es filfa. Ideología. Engaño. Los ciudadanos de bien, los ciudadanos que ejercen la ciudadanía antes como una tarea moral que jurídica, saben que sin este tipo movilización la democracia languidece sin solución de ser resucitada.