Un buen amigo me sugiere el tema de esta columna. Resulta altamente sospechoso que, en algunas ocasiones, los jefes de los partidos políticos increpen a sus parlamentarios a que voten "en conciencia". Mi amigo está indignado porque sólo de vez en cuando, y no siempre como se supone a todo ser humano desarrollado, los políticos voten según su fuero interno. Así es de terrible dedicarse a la política en España. Los "políticos" no ejercen como tales, entre otros motivos, porque no tienen libertad de conciencia. En verdad, su conciencia moral no existe. Son esclavos de esos seres "superiores", los jefes de los partidos políticos, que dirigen sus destinos con la misma displicencia e indolencia que ellos imponen a sus electores. Eso es lo que hay en España: esclavos de esclavos. Terrible.
"Voten, voten, voten", dijeron Mas y Montilla a sus huestes, "en conciencia" sobre la prohibición de los toros. Usen su libertad, aunque sea por una vez, para prohibir un derecho. El resto de la legislatura, obviamente, la conciencia de esos parlamentarios está a disposición de lo que diga el jefe de la cuadra. Ellos no son libres. ¿Qué puede esperarse de un esclavo? Nada que no sea resentimiento. La prohibición de las corridas de toros era el pobre espectáculo, una mala charlotada, que nos tenían reservados los esclavos de la aldea catalana, es decir, de la cámara autonómica catalana para este verano.
Aunque todo era previsible, es menester reconocer que tal suceso ha provocado cierto revuelo entre la chusma. Está un poquito sobresaltada. Inquieta. Normal. Pero, seamos realistas, pronto olvidarán el suceso, está disciplinada para obedecer a los pastorcillos que la dirigen. La casta política pasará página en unos días y, por supuesto, volverá a soliviantarla con otra mamarrachada por el estilo. Para estos desalmados pastorcillos de "las instituciones políticas" lo decisivo es mantener inquieta y preocupada a la manada; mientras una manada mire desconfiadamente a la manada de al lado, los criminales pastorcillos pasarán desapercibidos. El tingladillo político, pues, seguirá más o menos igual: Zapatero seguirá destrozando la nación española y Rajoy se hará el machote, es decir, sacará barriga a toro pasado.
¡Bravos y valientes son estos muchachotes! Conducen la manada con pericia de cabrones. Vale.