Al final de la conversación de Rajoy con Jiménez Losantos, en la COPE, el líder del PP dijo algo espeluznante, terrible, que me hizo despertar del sueño de la palabrería de los protagonistas del encuentro del día anterior en La Moncloa. Rajoy fue explícito: "Aquí –se refería al Gobierno– no hay agenda política. Aquí no hay nada que mostrar a los españoles." Eureka. Entre un gobierno enloquecido y una oposición débil este país se debate entre el ser y la nada, entre su afirmación y su desaparición. En medio, por desgracia, hay mucho sufrimiento. No es una broma ni una simplificación. Es lo real. Está ante nuestros ojos. Basta abrirlos con un poco de atención para levantar acta de lo que vemos.
Legalizar a ETA por un lado y vencerla por otro es una locura. Zapatero es su autor. Nadie le pida ahora a éste que destruya su obra. Es un imposible, entre otras razones porque este hombre perseverará en su acción hasta el final. Pero no seamos catastrofistas, aunque el Gobierno es inexistente y quiere instalarnos en la locura, la oposición existe. Es débil, pero existe. Es la única salida. Sólo que tiene que persuadir a la mayoría de los españoles de que Zapatero no puede vencer a ETA, porque previamente la ha legalizado. Esa es la locura, casi un "crimen" de Estado, que debería impedir a Zapatero permanecer más tiempo en el poder. Por eso, cada vez que tengamos oportunidad, no debemos dejar de pedir su dimisión y exigir la convocatoria de elecciones generales.
Mientras tanto, quizá quepa pensar una salida a la locura que ha impuesto Zapatero a un país agitado y sin convicciones nacionales. Si la hubiera, tendría que fundamentarse en el olvido de lo sucedido el lunes en La Moncloa. La pamema del lunes entre Zapatero y Rajoy sería mejor olvidarla cuanto antes. Lo contrario sería reconocer que el Gobierno no gobierna y a la oposición le resulta incomodo su lugar en el escenario político. Por lo tanto, aparte de las imágenes deformadas, las fotos sonrientes y los tópicos vacíos de la mayoría de publicistas políticos sobre "la alta responsabilidad de Rajoy, que habría antepuesto los intereses de Estado a los de partido", nulo es el resultado de la conversación entre Zapatero y Rajoy.
¿Qué le ha dicho Zapatero a Rajoy sobre cómo acabar con ETA? Nadie lo sabe, porque nada concreto política e ideológicamente le ha transmitido el presidente del Gobierno al jefe de la Oposición. Durante una hora y media, Zapatero estuvo "cantinfleando" a Rajoy no sin dejar de agradecerle su buen comportamiento personal con el Gobierno. ¡Cómo no iba a darle Zapatero las gracias a Rajoy por asistir a esa comparecencia, que le daba un poco de vidilla política a quien carece de liderazgo, propuesta y estrategia para terminar con el terrorismo! Nadie se engañe sobre lo hablado. Nadie crea que el Gobierno y Rajoy se reservan datos de esa conversación. Nadie espere algo de ese encuentro, sencillamente, porque no había sustancia política que transmitir al resto de los españoles.
Olvídese, por lo tanto, Rajoy de ese "acontecimiento" que ya ha justificado con sobradas razones ante los medios de comunicación y la ciudadanía, porque pocos son los que dudan de que esto era una nueva trampa del presidente del Gobierno para seguir negociando con ETA en secreto y fotografiándose en público con la oposición. Olvídese, sí, cuanto antes de este desgraciado asunto y concéntrese en lo fundamental: si Zapatero no quiere ilegalizar a ANV, entonces es que no quiere cambiar de política de negociación con ETA, o peor, pretende seguir simulando una cosa y la contraria, populismo y agitación, para seguir ganando elecciones.
Y porque sin olvido no hay verdadera memoria, sería más que aconsejable que el señor Rajoy se olvidase definitivamente de la reunión de La Moncloa para poder recordarle a Zapatero, y de paso a toda la ciudadanía, que "él no puede vencer a ETA porque previamente la ha legalizado". Esa es la locura. No tiene cura sin dimisión.