Al lado del beso del portero de la selección nacional, Iker Casillas, a su novia, la periodista de Telecinco, Sara Carbonero, el resto de la vida, incluida la política, suena a farsa. A engaño. El ósculo espontáneo, alegre y auténtico de Iker a Sara es la feliz expresión de la educación sentimental de todo un país. El resto es sombra. Deambular de un engaño a otro. Pongamos el caso de hoy: la "política" española, esa voraz voluntad de la casta política por agotar la vida pública en beneficio propio, volverá a ser este miércoles, 14 de julio de 2010, una gran farsa. El Debate de la Nación pasará sin pena ni gloria para los españoles, sencillamente, porque le faltará lo fundamental: los parlamentarios españoles no tienen voluntad de ser reales.
Por el contrario, la casta política española exhibe de modo grosero su querencia a refugiare en farsas, mentiras y embauques, en fin, extrañas realidades en que se finge la realidad. Cuando el afán de ser más, de ser sincero, desaparece, entonces la farsa triunfa. Las intervenciones parlamentarias preparadas por el Ejecutivo de Zapatero, una vez más, serán trucos para ocultar lo real. El nivel del debate, sin duda alguna, será grueso, duro, hosco y a cara de perro, pero no tendrá trascendencia alguna para los españoles. Lo decisivo seguirá oculto. Es la función principal de la farsa. Todo en ese debate, desde el título de la discusión hasta la selección de los temas a tratar, pasando por el moderador, o mejor, administrador de los turnos de palabras, estará revestido con la máscara de los peores farsantes.
Falso es el título "debate de la nación". Refleja sólo una expresión vacía, pues que la reforma de los estatutos, empezando por el contra-constitucional de Cataluña, admite no sé cuantas otras naciones y realidades nacionales aparte de la española. Pero, en verdad, Estado-nacional sólo puede haber uno; cualquier otro "invento", engendro asimétrico o similar, es una farsa para acabar con la patria común de los españoles, España. Falsos son los temas elegidos, porque falta el más importante: cómo salir de un Estado-nacional en vías de extinción, según reconocen incluso cuatro magistrados del Constitucional en sus votos particulares sobre la sentencia, a todas luces inconstitucional del Estatuto de Cataluña. Y tampoco parece que sea José Bono, presidente de las Cortes, el hombre más indicado y ecuánime para dirigir esa discusión, sobre todo si tenemos en cuenta sus silencios y rodeos para no dar explicación alguna de su "extraña" fortuna, que ha descubierto la llamada democracia de opinión, o sea los medios de comunicación, a una posible comisión parlamentaria. .
En fin, queridos lectores, prepárense para sufrir con la farsa de Zapatero y Rajoy, de los nacionalistas y los separatista, mientras se consuelan con el recuerdo del beso del futbolista a la periodista, un beso absolutamente real porque, como diría el filósofo, fue sinceramente sentido.