Sospecho que dos acontecimientos determinarán la vida pública de España en los próximos meses. Sólo falta levantar acta de ellos para hacernos cargo de su importancia. Son asuntos relevantes considerados de modo independiente el uno del otro, pero unidos o relacionados aún pueden ser más decisivos. En todo caso, la responsabilidad para que esos acontecimientos se sustancien, aclaren y, en fin, muestren cómo pueden resolverse en una futura mayoría parlamentaría dependerá de la inteligencia política del PP.
El primero de esos asuntos se refiere a que el Gobierno se ha quedado solo, en absoluta soledad, dicen los cronistas de la vida parlamentaria, en el Congreso de los Diputados a propósito de la salida unilateral de las tropas españolas de Kosovo. El segundo tiene que ver con el propósito de un periódico, El País, por volver a recuperar su capacidad de crítica, de control del poder, a través de la crítica al Gobierno de Zapatero; no dudo de la importancia que reviste para el futuro de los medios de comunicación libre esa crítica contra el Gobierno de Zapatero, pero nadie se apresure a sacar conclusiones que se pueden volver en su contra.
El PP mira con fruición el segundo fenómeno y, naturalmente, espera con delectación que la ayuda que ese grupo de comunicación prestó, y todavía, presta al PSOE se torne en apoyos al PP. Allá ellos con esas elucubraciones. Quizá tengan alguna plausibilidad y, por supuesto, peligros seguros. Pero hoy me interesa resaltar la exageración que el PP, junto a su medios afines, está haciendo sobre la soledad de Zapatero en el Congreso de los Diputados. El PP está demasiado inflado, en mi opinión, porque ningún grupo parlamentario ha dejado de criticar la salida unilateral de las tropas españolas de Kosovo. El PP cree, acaso con cierta razón, que esa falta de apoyos parlamentarios erosionará aún más la escasa reputación democrática que tiene Zapatero. Vale.
El problema, sin embargo, no es de mayor o menor "soledad" del PSOE en el Parlamento sino de que sus socios eran, son y seguirán siendo el mayor cáncer que tiene este país. Son los nacionalistas. Gentes que, aprovechándose del grave momento de recesión económica por el que estamos pasando, pueden dar un zarpazo terrible a España. Si esto no lo reconoce el PP de modo claro y distinto, si esto no lo reconoce el PP en su ideario político y estrategia electoral, espero poco del futuro de la democracia española. Por lo tanto, nadie se engañe, con la retirada de los apoyos nacionalistas al PSOE. Es cierto que el Gobierno parece, sólo parece, que ha perdido esos apoyos que recibió durante cinco largos años, pero no es menos cierto que durante ese tiempo el PP que ahora se alegra porque los nacionalistas no apoyen a Zapatero, antes se quejaban de que fueran de la mano. ¿Significa eso que Rajoy pactaría con los nacionalistas del mismo modo que ha pactado Zapatero? ¿Qué estaría dispuesto a dar Rajoy y con qué se conformarían los nacionalistas? ¿Se puede dar algo, o sea, más y más dinero a los nacionalistas, cuando el Estado está casi en bancarrota?
El devenir político español, de modo parecido a la situación económica y financiera, no es para echar las campanas al vuelo y menos aún para sumarse a esa "ridícula" euforia que se ha desatado en el PP, porque el PSOE se habría quedado, según ellos, "en soledad". ¿Y qué significa eso de la soledad en términos políticos? Nada, absolutamente nada, si Rajoy, como decía más arriba, no da un paso decisivo, a saber, la presentación inmediata de una moción de censura contra el Gobierno. Si Rajoy no quiere caer en la paradoja de alegrarse –incluso hasta alcanzar el grado de la euforia, porque los nacionalistas le dan ahora la espalda al PSOE– de lo que ha estado quejándose durante cinco años, o sea, de la colaboración entre socialistas y nacionalistas, tendrá que presentar ya y con carácter urgente la moción de censura.
Será en ese foro donde se resuelvan buena parte de las contradicciones de la vida política y, de modo muy especial, mostrará la relación de fuerzas parlamentarias frente al PSOE. Allí todos tendrán que definirse. En fin, sin ese paso la retirada de los apoyos nacionalistas al PSOE no significará nada políticamente. Si el PP no da, de modo más o menos inmediato, ese paso parlamentario, crucial, por otro lado, tanto para la propia institución parlamentaria como para la sedicente vida democrática de la enflaquecida "nación" española, todo quedará en nada. O peor, Rajoy estará contribuyendo con su dejadez a la "irresponsabilidad organizada" por socialistas y nacionalistas en estrecha colaboración con El País.