Una columna es un estado de ánimo. Ahí va el mío. No tiene ninguna originalidad ni la pretende, recoge simplemente lo que está en la calle. O sea, también yo estoy hasta las trancas de aguantar imbecilidades. Por supuesto, detrás de cada majadería hay un crimen de guante blanco: todos los majaderos quieren ganar el tiempo que les roban a los ciudadanos. A quien nos quita el tiempo ciudadano, la vida, hay que llamarle asesino de guante blanco. Contra estos peculiares asesinos, es menester reivindicar el derecho de mandarlos a todos al infierno. Yo los mando a todos al infierno, porque no me dejan hacer lo que más me gusta: pasearme por la Puerta del Sol y sus alrededores. No me dejan pasear por mi barrio.
De entrada, por lo tanto, deseo con toda mi alma que la basura del 15-M fenezca en el infierno, porque nos han robado a todos los vecinos la posibilidad de pasear por nuestras calles como ciudadanos normales. Si no puedo caminar tranquilamente por mi barrio ni comprar la prensa en mi kiosko de toda la vida y, además, no puedo visitar el Corte Inglés, entonces ya me dirán cómo aplaco mi cabreo. Esto no es vida. Esto es un suplicio cuyos principales responsables de esta tropelía están cobrando de lo yo les pago con mis impuestos. Aquí no se salva nadie. Mando al infierno al Rey, al presidente del Gobierno, a la oposición y a todos los políticos que no protegen mi derecho a caminar libremente por mi barrio. En fin, porque me resulta ya insoportable salir a la calle y encontrarme con unos hijos de puta voceando imbecilidades sobre el fin del sistema, pero que no pide la dimisión de Zapatero y toda su casta, los mando al infierno.
En verdad, la gentuza del 15-M, que me roba mi espacio público, no me preocupa lo más mínimo, sino quien es incapaz de protegerme de ellos. O peor, me preocupa quién es el criminal que los mueve y les paga. Estos estertores del 15-M no serían nada sin la colaboración interesadísima de Zapatero y su tropa socialista. Por otro lado, también denuncio la ocultación sistemática y perversa que llevan los medios de comunicación de lo que está pasando. Empieza a ser insoportable la prensa lacaya que baila o bien al son que le marca un Gobierno deslegitimado o, por el contrario, el que les dicta una oposición que, cada día que pasa, le cuesta más legitimarse ante los grandes problemas del país. Todos están arruinados, pero simulan que se salvarán con el gobierno que venga. Mentira.
La gente ya no aguanta más a Zapatero ni a la madre que parió a toda la casta política. Este personal, como en las peores épocas de nuestra historia, ha convertido la política es un esperpento del esperpento. ¿O acaso no es esperpéntica la exigencia de un "readelantamiento" del adelanto de las elecciones? Esperpéntica es la demanda pero, y esto es lo grave, absolutamente necesaria para traer un poco de sosiego a los de abajo. El desgobierno es absoluto. Basta pasearse por el entorno de la Puerta del Sol para saber que esto no tiene solución. La casta política española, empezando por el Gobierno y terminando por la Oposición, ha convertido este país en un inmenso basurero. Los políticos están escondidos, el Rey metiéndose donde no le llaman, los empresarios y sindicalistas acojonaditos, y la chusma del 15-M asaltando los espacios públicos y meándose en los pies de la policía.
Y, lo peor de todo, es que yo, sencillo ciudadano de Madrid, no me puedo pasear por mi barrio.