L D (EFE) Matti Breschel amenizó la tradicional jornada de paseo y fiesta en honor del más fuerte y poderoso a lo largo de las 21 etapas de competición. Se impuso al esprint en la prestigiosa meta de Madrid por delante del bielorruso Alexandre Usov (Ag2R) y del italiano Davide Bigano (Quick Step), todos con un tiempo de dos horas, 44 minutos y 37 segundos. Una llegada que tuvo caída previa, sin graves consecuencias.
Contador, ganador del Tour 2007 y del Giro y Vuelta en 2008, cumplirá 26 años el Día de la Constitución (6 de diciembre). Antes, se abrió paso en la historia del ciclismo, pues nada más cruzar la meta se convirtió en el quinto corredor del selecto "club de las tres", compartido con nombres legendarios. Nada menos que Jacques Anquetil, Bernard Hinault, Eddy Merckx y Felice Gimondi. Otro éxito para Contador, en el año mágico del ciclismo español, que espera seguir sacando más oro en el inminente Mundial de Varese, adonde acudirá de gregario. Y sin que se le caigan los anillos. El de Pinto, profesional desde 2003, escuchó el himno español acompañado en el podio por Leipheimer, segundo, y Sastre, el vencedor del Tour, un corredor fijo en el cajón de las grandes citas, míster regularidad.
La etapa rindió homenaje al jefe de la Vuelta, al mejor, al hombre llamado a marcar una época, aunque este objetivo no le preocupa mucho. Escalador de lujo y gran contrarrelojista, el futuro se abre a sus pies. Un futuro que pasa por volver al Tour e imponer su ley. Será la referencia del pelotón, el ciclista a marcar en espera de que maduren rivales como Andy Schleck, Robert Gesink o Roman Kreiziger. La sombra e Armstrong no parece inquietar, no debe, al actual jefe de filas del Astana. Hasta el tiempo se confabuló con Contador para que clavara la bandera victoriosa en Cibeles. Amaneció con lluvia, pero luego el sol se unió a la fiesta. La diosa de la fecundidad de la tierra lanzó un guiño al campeón. Otro escenario de celebraciones, la Plaza de Colón, también se estremeció con el maillot oro, como tres meses antes lo hizo con una camiseta roja. Un paseo monumental para el líder del pelotón, que llegó a la última meta con 131 unidades. El farolillo rojo, curiosamente, un compañero de Contador, el kazako Dimitri Muravyev.
El cuadro de honor se completó con el belga Greg Van Avermaet (Silence), vencedor de la regularidad; el francés David Moncoutié (Cofidis), rey de la montaña, el Caisse D'Epargne, el mejor equipo y... Alberto Contador jersey de la combinada. La 63 edición de la Vuelta cosechó siete victorias españolas de etapa, y un total de 6 españoles acabaron su concurso en el top ten. Aparte de Contador y Sastre, Ezequiel Mosquera, el gran animador, fue cuarto, Alejandro Valverde, enorme en el tramo final, quinto, "Purito" Rodríguez se lució desde la sexta plaza y Egoi Martínez, que fue líder cuatro días, cerró la Vuelta noveno.
La ronda española, que tendrá acento francés el año que viene por la entrada de ASO (organizador del Tour) como accionista (49 por ciento) tuvo una primera semana con nombres ilustres en los triunfos de etapa: Valverde, Boonen, Bettini y un baile con cambios continuos de líder. La segunda no marcó las diferencias esperadas en los Pirineos, donde Contador avisó pero no golpeó. Fue en Asturias cuando el madrileño pegó el tiro de gracia a la Vuelta, concretamente en el Angliru, donde impartió una clase magistral en insoportables pendientes. El tercer capítulo hasta Madrid bajó la intensidad hasta la cronoescalada de Navacerrada, donde se definió la foto final del podio.
El anuncio del regreso a la competición del estadounidense Lance Armstrong convulsionó durante un par de días a una Vuelta que no tuvo noticias de la lacra que ha dejado a este deporte maltrecho: el dopaje. De momento, tranquilidad en este asunto... y a tocar madera.