LD (Lorenzo Ramírez) La falta de capacidad del Ejecutivo para contener el precio de la cesta de la compra se ha hecho patente en julio, según los últimos datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Mientras que la inflación en la zona euro es del 4,1 por ciento, en España los precios han subido 1,2 puntos más. Y el petróleo ya no es una excusa, ya que ha reducido su encarecimiento en el último mes, para situarse el barril por debajo de los 115 dólares.
La economía española no registraba una inflación tan alta desde diciembre de 1992, cuando estaba en la unidad de cuidados intensivos, con un Producto Interior Bruto en descenso y un volumen de parados insostenible. Los analistas consideran que ahora España se enfrenta a la peor crisis desde los años setenta.
El Gobierno atribuye de forma recurrente a la escalada del crudo, junto con la subida de los alimentos no elaborados, el incremento de los precios en España, pero, en esta ocasión, la excusa no es apropiada. La inflación subyacente –que descuenta precisamente la influencia de los precios energéticos y de los productos no elaborados- escaló en julio hasta el 3,5 por ciento, dos décimas más que el mes anterior.
Con todo ello, la brecha con la Unión Europea sigue aumentando. Si en junio la diferencia entre la inflación comunitaria y española era de 1 punto porcentual, ahora sube hasta 1,2 puntos, acrecentando los problemas de competitividad de la economía nacional y perjudicando el comercio exterior de las empresas.
En esta ocasión, la crisis económica internacional no sirve de justificación para justificar la pérdida de poder adquisitivo de las familias españolas, ni los problemas de las empresas para vender fuera del territorio nacional, ya que en Francia la inflación se situó en julio en el 3,6 por ciento, en Alemania fue del 3,3 por ciento, y en Italia del 4,6 por ciento.
Y todo ello, a pesar de que julio es un mes proclive a las bajadas de precios gracias a las rebajas veraniegas. De ello, los productos de vestido y calzado se abarataron un 11,3 por ciento respecto al importe de junio, si bien en comparación con el mismo mes de 2007 los precios subieron un 0,4 por ciento. La bajada mensual del IPC en julio es del 0,5 por ciento, pero hace un año la reducción fue del 0,6 por ciento.
Transporte y alimentos lideran las subidas
En términos interanuales, la partida que más se encareció fue la de transporte, con una subida del 11 por ciento al cierre de julio; seguida por la de alimentos y bebidas no alcohólicas, con un repunte del 7 por ciento; y por la de hoteles, cafés y restaurantes, con un alza del 4,9 por ciento. Por su parte, los precios de las bebidas alcohólicas y el tabaco escalaron un 4 por ciento.
Si se analizan los “grupos especiales” que clasifica Estadística, los carburantes se disparan un 25,1 por ciento y el resto de productos energéticos se encarecen un 21,4 por ciento.
Se da la circunstancia de que la rúbrica de vivienda registro un incremento de los precios del 8 por ciento, ya que la subida de la electricidad la computa el INE en esta partida del Índice de Precios de Consumo (IPC). Los únicos productos que son más baratos hoy que hace un año son los de comunicaciones, aunque la bajada es sólo del 0,2 por ciento.
Además, la enseñanza se encareció un 3,9 por ciento, el menaje un 2,5 por ciento, la medicina un 0,5 por ciento, mientras que los precios de ocio y cultura se incrementaron un 0,1 por ciento.
Distribución geográfica
Las comunidades autónomas más inflacionistas fueron Aragón, con una subida del IPC del 6 por ciento; Castilla-La Mancha, con un repunte del 5,9 por ciento, y Canarias, con una subida del 5,8 por ciento. Por su parte, las regiones que más “controlan” sus precios son Ceuta, que registra un incremento del 4,8 por ciento; y Madrid y Baleares, ambas con subidas del 4,9 por ciento.
Lejos del objetivo del 2 por ciento
El salto que ha dado la inflación comenzó en octubre del año pasado, cuando el IPC anual pasó de un 2,7 a un 3,6 por ciento. A partir de ahí, la inflación se plantó en tasas del 4 por ciento y llegó a situarse en el 5 por ciento el mes pasado, muy lejos del objetivo del 2 por ciento fijado por el Banco Central Europeo (BCE) para el conjunto del ejercicio.
El Ejecutivo español asumió hace ya tiempo que esa tasa del 2 por ciento era inalcanzable, con unos precios del crudo que superan en casi un 90 por ciento los existentes hace un año. Así, el Ministerio de Economía y Hacienda empezó a hablar de tasas cercanas al 3 por ciento para el conjunto del ejercicio, pero el propio vicepresidente económico, Pedro Solbes, ha aventurado que 2008 se cerrará con una inflación próxima al 4 por ciento.
Economía confía en que la reducción de los precios del petróleo experimentada en las últimas semanas tenga reflejo en el IPC de agosto, mes para que el vicepresidente económico también ha pronosticado alzas en los precios.
Parece difícil que se cumplan sus previsiones, ya que Solbes es proclive a errar en sus últimas estimaciones, como lo demuestra la enésima revisión del cuadro económico con el que se elaborarán los Presupuestos Generales del Estado para 2009. De momento, con un crecimiento económico del 0,1 por ciento y la inflación en el 5,3 por ciento, la estanflación es un hecho.