(Libertad Digital) Al Gore ya no se conforma con dejar el coche en marcha a la entrada de alguna de sus bien pagadas charlas en pro del medio ambiente para que el aire acondicionado siga funcionando y mantenga una temperatura agradable en el auto cuando regrese.
Tampoco le pareció mal usar aviones privados –que emiten mucho más dióxido de carbono por persona que un vuelo comercial– cuando se presentó al cargo de presidente de los Estados Unidos, pese a haber escrito ocho años antes un libro en el que ya condenaba las emisiones de CO2. Ni siquiera ahora que recorre el mundo predicando su particular evangelio del ahorro energético se priva de emplear esa cara y, según sus teorías, contaminante forma de viajar.
Ni siquiera ha conseguido ahorrar un poco de energía en su hogar, que supera en un mes el gasto en electricidad medio anual de una familia norteamericana.
No, ahora también ha decidido comprarse un barco, algo que todos sabemos es una necesidad imperiosa del ser humano sin la cual no puede sobrevivir. El premiado azote, tanto intelectual como político, contra el supuesto calentamiento global golpea combate las emisiones de CO2, al mismo tiempo que contribuye a su aumento.
Así, su última aportación a la lucha por el clima ha consistido en la compra de un gran yate para recorrer cómodamente el Center Hill Lake, en Tennesse. Su precio podría alcanzar casi 1 millón de dólares, según recoge Pajamas Media, un inflyente portal de bloggers estadounidense. Según el fabricante, la lujosa embarcación que acaba de adquirir Al Gore cuenta con potentes motores que serán impulsados por biodiésel.
El "BS One"
Dicho combustible, pese a emitir menos CO2 a la atmósfera que la gasolina convencional, contribuirá igualmente al calentamiento global que amenaza al planeta. El yate ha sido bautizado con el curioso nombre de BS One (Bio Solar One), emulando al conocido avión que traslada al presidente de los EEUU en sus viajes oficiales (Air Force One).
Y eso que, en los últimos tiempos, la producción y consumo de biocarburantes ha sido puesta en tela de juicio por los principales organismos internacionales. No sólo por su escasa contribución a la reducción de gases de efecto invernadero sino, sobre todo, por encarecer el precio de los alimentos básicos (cereales) a nivel mundial. Es decir, fomentando las hambrunas entre los más pobres y necesitados.
Al Gore emplea así los suculentos beneficios que obtiene de sus prestigiosas conferencias y documentales en defensa del planeta. Pretende frenar el desarrollo industrial y ener´getico de los países más necesitados, mientras él disfruta de su nuevo transporte de alto stánding.