LD (Efe) El británico Mark Cavendish (Columbia), el esprinter del futuro de brillante presente, impuso la fuerza de la juventud para apuntarse hoy la octava etapa del Tour, disputada bajo la lluvia entre Figeac y Toulouse, de 172 kilómetros, en la cita previa de los Pirineos que no alteró la general, con el luxemburgués Kim Kirchen al frente.
La segunda exhibición de Cavendish, que ya triunfó en la quinta etapa con final en Chateauroux, le sirve para empatar jornadas que se apuntó en el Giro de Italia. El futuro entre la especie de los "guepardos" ganó el pulso con claridad, sin discusión, con un tiempo de 4h.02:54., a una media de 43,6 kms/hora.
La segunda exhibición de Cavendish, que ya triunfó en la quinta etapa con final en Chateauroux, le sirve para empatar jornadas que se apuntó en el Giro de Italia. El futuro entre la especie de los "guepardos" ganó el pulso con claridad, sin discusión, con un tiempo de 4h.02:54., a una media de 43,6 kms/hora.
El corredor de la Isla de Man, con dos oros en Mundiales de pista en sus vitrinas, alzó los brazos por delante de su compañero del Columbia Gerald Ciolek, otro hombre bala en las filas del Columbia. La tercera plaza fue para el francés Jimmy Casper y la cuarta para Oscar Freire, de nuevo en la pomada, pero aún sin "mojar".
Un trayecto bajo la lluvia, exigente para el esfuerzo, cubierto a ritmo Tour, es decir, sin concesiones, en la víspera de la primera etapa pirenaica, presente en la mente de los favoritos para la general, que no sufrió el menor cambio.
Kim Kirchen entrará en la cordillera pirenaica con el australiano Cadel Evans y el alemán Stefan Schumacher en el podio provisional a 6 y 16 segundos respectivamente. El ruso Denis Menchov es séptimo a 1:03 minutos, Alejandro Valverde octavo a 1:12 y Óscar Pereiro décimo a 1:21.
En esta etapa lluviosa, plomiza y desapacible que nació en Figeac entre los rescoldos del positivo de Manuel Beltrán, tema de conversación en la gran caravana del Tour antes de tomar la salida, un español, Amets Txurruka (Euskaltel), el supercombativo de 2007, tuvo la osadía de adherirse a los franceses en la escapada de rigor. Rompió el orden Laurent Lefèvre (Bouygues), en el kilómetro 34, y después de una persecución se unieron al viaje su compañero Jérôme Pineau (Bouygues), Christophe Riblon (Ag2r) y el corredor vasco.
Cuatro insignificantes tachuelas pusieron al cuarteto en la única zona de llano del recorrido, a 50 kilómetros de meta, con más de 4 minutos de renta, pero sus ilusiones se diluyeron como azucarillos entre los charcos que inundaban la ruta hacia Toulouse, la "ciudad rosa", ya que el pelotón los mantuvo maduros a un puñado de segundos.
Con 13 kilómetros para el final del viaje, Txurruka y Pineau trataron de quemar las naves, se sublevaron contra el orden establecido y arrancaron en busca de la gloria, pero ésta resultó esquiva y la cruda realidad se presentó a 3.000 metros de la llegada en forma de huracán con los colores del Columbia y del Quick Step. El ciclista vasco no pudo lograr el significado de su nombre (Amets, sueño en euskera). El Tour reparte las etapas al mejor postor, al más fuerte, y en este apartado apareció el considerado heredero del australiano McEwen, según el noruego Hushovd, que sabe mucho en materia de esprint.
No fue otro que Cavendish, que aguantó el ataque lejano sus rivales, en una llegada desordenada en la que soltó el latigazo a 150 metros de la raya para demostrar que es el número uno entre los velocistas. Firmó la novena etapa de la temporada. Con 22 años. Todo un portento. El Tour entra en los Pirineos con la disputa de la novena etapa entre Toulouse y Bagneres de Bigorre, de 224 kilómetros, con 7 puertos, dos de ellos de primera categoría, el Col del Peysesourde y el Aspin, con la cima a 26 kms de la meta.