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Operación Jaque ¿mate?

Ingrid Betancourt desde el aeropuerto de Bogotá y tras fundirse en un abrazo interminable con sus dos hijos no pudo contener su emoción y agradecer lo suficiente la operación militar de rescate. “Es un milagro”, dijo. La Operación Jaque significa mucho más que la puesta en libertad de la ex candidata presidencial y los otros catorce rehenes podría suponer el principio del fin de la organización narcoterrorista.

Ingrid Betancourt desde el aeropuerto de Bogotá y tras fundirse en un abrazo interminable con sus dos hijos no pudo contener su emoción y agradecer lo suficiente la operación militar de rescate. “Es un milagro”, dijo. La Operación Jaque significa mucho más que la puesta en libertad de la ex candidata presidencial y los otros catorce rehenes podría suponer el principio del fin de la organización narcoterrorista.
LD (R. Colomer) “Es el peor año de las FARC en toda su historia. Ha recibido más golpes que en los 45 años de existencia”, repite Juan Manuel Arboleda, asesor de la Secretaría Jurídica de la Presidencia de la República de Colombia, en una conversación telefónica con Libertad Digital.
 
La caída de "Raúl Reyes" en la operación del Ejército colombiano contra un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano; y la de Manuel Marulanda Vélez, alias "Tiro Fijo", quien ejercía de máximo lider de la organización terrorista, han supuesto duros varapalos. Igual que la entrega del cuerpo de "Iván Rios" por parte de un miembro de su anillo de seguridad.
 
“Iván Ríos era uno de los hombres más jóvenes del secretariado general de la organización criminal y, por tanto, uno de los que tenía mayor proyección”, sostiene Manuel Arboleda. A su vez, la entrega del cadáver del terrorista por parte de uno de sus subordinados viene a demostrar la debilidad de la organización criminal.
 
“Las deserciones de los terroristas se han convertido en un acto diario”, precisa este asesor jurídico de la Presidencia de Colombia. Los terroristas conscientes del frágil estado de la FARC tratan de fugarse de la organización y acogerse a las garantías que les ha ofrecido el Gobierno de Álvaro Uribe si abandonan las armas. “Es el punto más fuerte para el Ejército colombiano”.
 
Es el más fuerte para el Gobierno de Colombia y el más débil para la organización narcoterrorista que permanece inmersa en una atmósfera de desconfianza total entre su propia gente.
 
“Desde mucho antes de la Operación Jaque hay muchas dudas entre ellos mismos. Quién es o no es un infiltrado. Las FARC suele realizar juicios políticos a los sospechosos que normalmente terminan con la muerte del terrorista”, explica Juan Manuel Arboleda. Las purgas, las deserciones y las infiltraciones demuestran a las FARC que el enemigo está en su propia casa.
 
“La comunicación entre ellos es el talón de Aquiles de la organización narcoterrorista”, insiste el joven asesor jurídico. “Los anillos de seguridad de los dirigentes y de los rehenes no son de confianza” para las FARC, lo que les destruye.
 
La Operación Jaque empezó a principios de año con la infiltración y penetración en la organización narcoterrorista en dos niveles: el más alto, el del secretariado general, pero también en los frentes que controlan a los secuestrados.
 
Fuga de Pinchao
 
El origen de la misión empieza a gestarse después de que Jhon Frank Pinchao, uno de los 60 policías secuestrados por las FARC en la toma de la ciudad de Mitú, logró fugarse del cerco terrorista el pasado 27 de abril de 2007. Pinchao se puso a colaborar con las Fuerzas Armadas de Colombia suministrando una valiosa información sobre la ubicación geográfica de las bases de la organización narcoterrorista.
 
La zona entre La Paz y Tomachipán por la que se pudo escapar el policía es la misma en la que se puso en libertad a Clara Rojas en la operación orquestada por Hugo Chávez y en la que se desencadenó el rescate de Ingrid Betancourt.
 
Mucho se está escribiendo sobre la colaboración de los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel en la misión. Juan Manuel Arboleda, sin embargo, dice que la colaboración de los norteamericanos se ha limitado a un soporte técnico. Nada de la implicación israelí.
 
“Ha sido una operación exitosa, impecable y perfecta” del Ejército y la inteligencia colombiana. “No se derramó ni una gota de sangre. El Ejército respetó la vida de los 60 terroristas” que localizó en la zona. Lo que para Juan Manuel Arboleda demuestra la “solidez de la política de seguridad democrática del presidente Álvaro Uribe”.
 
La decisión de llevar a cabo la operación que se estaba preparando desde hacía meses surgió a raíz del desplazamiento de una delegación internacional compuesta por franceses y suizos que pretendían un acercamiento a Alonso Cano, el líder de la organización narcoterrorista tras la caída de Tiro Fijo.
 
Las órdenes de traslado de los rehenes por medio de una supuesta organización internacional para reunirse con Alonso Cano encajaba con la información que estaba apareciendo a los medios. Luego, todo se aliñó con una escenografía que no levantara sospechas. Helicópteros rusos Mi-17, camisas de Ché Guevara –iguales que la que llevaban la comitiva de Hugo Chávez que recogió a Clara Rojas- fueron suficientes para que picaran el anzuelo.
 
Quedan dos docenas de rehenes, la mayoría policía y militares, y unos 10.000 terroristas. La derrota moral y militar que ha supuesto el rescate de Ingrid Betancourt y los catorce secuestrados ha dejado tiritando a una ya muy debilitada organización narcoterrorista. Las piezas del tablero se acercan a una posición de mate

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