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CRÓNICA DE LA "GRAN MENTIRA"

“España no se merece un Gobierno que le mienta”. Esta frase fue pronunciada por Alfredo Pérez Rubalcaba el 13 de marzo de 2004, en plena jornada de reflexión y tras la masacre del 11-M. Todavía no era ministro. Años después, a la vista de la diferencia entre lo dicho por el Gobierno y la realidad, no nos queda más remedio que darle la razón.

“España no se merece un Gobierno que le mienta”. Esta frase fue pronunciada por Alfredo Pérez Rubalcaba el 13 de marzo de 2004, en plena jornada de reflexión y tras la masacre del 11-M. Todavía no era ministro. Años después, a la vista de la diferencia entre lo dicho por el Gobierno y la realidad, no nos queda más remedio que darle la razón.
En el día en que la Memoria de la Fiscalía de la Audiencia Nacional admite que ETA no tenía intención alguna de parar su actividad terrorista durante el llamado “alto el fuego permanente” y que “mantuvo intacta la dinámica criminal” conviene recordar paso a paso lo que ya se ha convertido en la gran mentira (expresión utilizada entonces por el PP) del gabinete Zapatero.
 
Cuando la banda terrorista ETA anunció en un comunicado emitido el 22 de marzo de 2006 un “alto el fuego permanente” para negociar con el Gobierno, Rubalcaba se convirtió en el ministro de la tregua. Su experiencia en negar evidencias cuando ejercía de portavoz del Ejecutivo en tiempos de los GAL le sirvió para informar a los españoles sobre el “largo, duro y difícil proceso de paz”.
 
Rubalcaba, el 22 de mayo de 2006: "Ya no hacen falta más informes de verificación. El alto el fuego es completo y real".
 
La frase la pronunció Rubalcaba tras reunirse con la cúpula policial de Canillas, dirigida por Telesforo Rubio. Poco antes se había conocido el cese del hasta entonces asesor del Gobierno en materia de antiterrorismo, Fernando Reinares, un defensor de la Ley de Partidos. Además, desde Francia llegaban noticias contrarias y la prensa gala documentaba la “actividad frenética” de la banda en ese país: Robo de coches, de 20.000 placas vírgenes de matrícula, de máquinas troqueladoras y hasta más de media tonelada de Amonal. Pero Rubalcaba se mostró firme en aquella comparecencia justo dos meses después de que el anuncio de ETA entrara en vigor: “El alto el fuego es completo y real y creo que se entiende perfectamente”. Tres veces pronunció en aquella rueda de prensa los mismos adjetivos: “completo y real”.
 
De la Vega, el 9 de junio de 2006: "Es una paradoja que Rajoy acuda a manifestaciones contra el terrorismo cuando no hay terrorismo". 
 
Ni el Partido Popular ni, por supuesto, la AVT daban crédito a tanta seguridad expresada por el ministro. Francisco José Alcaraz volvió a sacar a los españoles a la calle contra la negociación y el PP secundó la iniciativa. La experta en dar la cara por el presidente no dudó en diseñar un mensaje aparentemente fácil de comprender: ETA no mata, ¿por qué manifestarse? Lo que se nos ocultaba oficialmente, es que la banda se abastecía y entrenaba a conciencia para hacerlo. Ahora el informe de la Fiscalía destaca como uno de los hitos de esa actividad el robo de armas.
 
Mesquida, el 20 de noviembre de 2006: "A los agentes les cuesta mantener la tensión porque no ven al enemigo".
 
Con el robo de más de 350 pistolas en Vauvert (sureste de Francia) encima de la mesa, el entonces Mando Único de la lucha antiterrorista, Joan Mesquida, tuvo los arrestos para decir que la Guardia Civil se aburría. No sólo no había atentados mortales sino que ETA prácticamente había desaparecido. “No actúa”, enfatizó. Tras 40 años de persecución policial, infiltración y labores de información, el “enemigo” se había esfumado. Pero la Guardia Civil no cesaba de constatar que la banda se movía más que nunca. Mesquida restó importancia al goteo de hallazgos de “coches calcinados”, blanco de tiro en los adiestramientos etarras, y respecto al robo de pistolas añadió que no le correspondía al Gobierno español “confirmar la perpetración de un delito cometido en otro país”.
 
Zapatero, el 19 de abril de 2006: “Las famosas cartas son de antes del alto el fuego”.
 
Se refería el presidente del Gobierno, en una entrevista en la cadena SER, a las cartas de extorsión que ETA remite a empresarios. Pagas o mueres. Algunos periódicos insistimos en que tales cartas eran una realidad. De hecho, sus receptores lo confirmaron mostrando algo tan sencillo como un matasellos del 7 de abril. El 14 de mayo, menos de un mes después de la negación del presidente, la propia ETA le aguaba la fiesta y confirmaba los envíos. El PP lo calificó entonces de “gran mentira”. Ahora, la Memoria de la Fiscalía lo deja así de claro.
 
  • “ETA mantuvo una actividad absolutamente incompatible con el irrenunciable principio democrático de rechazo de la violencia, como el envío de cartas de extorsión a empresarios y el robo de armas y explosivos (...) Ello acredita de forma evidente y diáfana que la organización terrorista no tenía intención ninguna de terminar de una vez con su trayectoria criminal". (De la Memoria de la Fiscalía correspondiente a 2007)
 
En ningún momento cesó el terrorismo callejero y los discursos jactanciosos de los proetarras. Nada de ello sirvió para impedir que ETA llegara a las instituciones, primero con el PCTV y después con ANV pese a que la Guardia Civil y la Policía no dejaron de demostrar su relación con ETA.
 
Después del bombazo en la T4
 
Pero sin duda alguna, la crisis estalló con el brutal atentado perpetrado en la terminal T-4 de Barajas en el que fallecieron dos ecuatorianos: Diego Armando Estacio y César Alonso Palate. Pudo ser una masacre pero el Gobierno propagó la especie de que no parecía que ETA tuviera la intención de causar bajas. El bombazo tronó horas después de que Zapatero augurara un año “mejor” en el camino hacia el fin del terrorismo nacionalista. Los “accidentes mortales” no acabaron de golpe con la negociación como quedó demostrado en las reuniones mantenidas por el PSE con Batasuna-ETA tras esa fecha. No importaba que el Gobierno hubiera sido pillado en una nueva “gran mentira”, como decía el Partido Popular. De esas situaciones se puede salir con tanta naturalidad como desvergüenza.
 
Zapatero, el 10 de enero de 2008: “Me da igual en qué momento o quién decidió atentar”.
 
Un día antes caían en Mondragón Igor Portu y Martín Sarasola. Ellos y el huido Mikel Sansebastián eran, según Rubalcaba, los autores materiales del atentado de la T-4. El ministro les encuadro en un grupo “especial” de ETA: "Es un comando especial de ETA, del que las Fuerzas de Seguridad tenían conocimiento". Ese mismo 9 de enero, Mesquida ni siquiera se sonrojó al decir: "Este comando es uno de los más activos y peligrosos de los últimos años". Era como decir que la verificación fue una burla pero a esas alturas parece que el Gobierno ya tenía medido que resultaba farragoso demostrar la mentira. Sin embargo, la frase del 13-M se rescataba ya de las hemerotecas y volvía a salir a la luz, al menos en Libertad Digital.
 
Zapatero, el 13 de enero de 2008: "Matar habían matado siempre (...) Mi principio ético era agotar hasta el último suspiro para evitar que hubiera más víctimas".
 
El propio Zapatero reveló en una entrevista a Pedro J. Ramírez que autorizó más contactos con ETA tras el atentado mortal de Barajas. El director de El Mundo le preguntó si no sintió "escrúpulos morales" al autorizar la negociación con "quienes acababan de matar". La respuesta del presidente fue una confesión que no le impidió volver a ganar unas elecciones.
 
El Gobierno de Zapatero se ha especializado ahora en mitigar las mentiras con eufemismos y sinónimos. Lo hace en materia económica pero también en materia de lucha contra el terrorismo. Rubalcaba no ha perdido la costumbre. Si el 29 de diciembre de 2006, dijo que el zulo hallado en Amorebieta era “un proyecto de zulo donde los terroristas iban a meter una serie de cosas", el pasado 24 de junio de 2008 no dudó en decir, tras conocerse que ETA podría haber enviado una remesa de casi 3000 cartas de extorsión, que "no hay nueva campaña de extorsión sino cartas que llegan de vez en cuando". Genio y figura.
 
La “gran mentira”, como la definió entonces el PP sigue aflorando cada día. La Memoria de la Fiscalía pone a prueba a demasiadas instituciones: el Gobierno, los responsables de la lucha antiterrorista con mando sobre la Policía y la Guardia Civil y la propia Fiscalía, cuyo máximo responsable, el incombustible Cándido Conde Pumpido, llegó a pedir que la Justicia se adaptara a las “circunstancias”. No hay más que recordar aquella frase pronunciada el 16 de octubre de 2006 ante la comisión de Justicia del Congreso:
 
  • "El vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino".

 

La de algunos jueces, además, sigue sin revelar lo que se esconde detrás de una llamada de teléfono que abortó una operación policial contra los tesoreros de la banda criminal.

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