(Libertad Digital) ¿Quién dijo crisis? El Gobierno sigue manteniendo que la economía nacional está experimentando una “desaceleración” como consecuencia de las “turbulencias financieras internacionales”. Sin embargo, los datos muestran una realidad bien distinta, ya que todos y cada uno de los principales indicadores económicos del país han retrocedido a niveles propios del último periodo de recesión económica vivida en España, hace ahora tres lustros.
Tal y como avanzó Libertad Digital, España crece ya a su peor ritmo desde 1995. En su boletín de abril, el Banco de España avanza que la economía nacional ha registrado una “desaceleración más pronunciada de la actividad en el primer trimestre del 2008 y un ajuste más intenso del sector inmobiliario, en un entorno en el que la prolongación del episodio de turbulencias financieras ha contribuido a acentuar el clima de incertidumbre sobre la evolución económica”.
Así, según las estimaciones del organismo supervisor, la tasa de crecimiento interanual del PIB en el primer trimestre de 2008 habría ascendido al 2,8 por ciento frente al 3,5 registrado en el último trimestre de 2007. Además, en datos intertrimestrales, la economía española apenas avanzó un 0,4 por ciento, frente al 0,8 del trimestre previo. Es decir el peor ritmo de crecimiento desde la crisis económica de 1995. Y es que, en apenas tres meses, el ritmo de la actividad productiva se recortado a la mitad.
Esta caída del crecimiento no ha hecho más que empezar, y de seguir así, con un crecimiento intertrimestral del 0,4 por ciento, el crecimiento total del año sería del 1,6 por ciento, muy por debajo de la cifra prevista tras la última rebaja oficial del crecimiento por parte del Gobierno, que sitúa el PIB en el 2,3 por ciento este año.
Sin embargo, tan sólo se trata del inicio de la debacle. El propio Banco de España advierte de que el panorama irá a peor. En los primeros meses del año se ha producido una menor actividad en la mayor parte de los sectores, especialmente en la construcción, donde también se ha moderado en mayor medida la inversión, que se desacelera en todos los componentes. Hay indicios de que la “desaceleración del sector inmobiliario podría estar siendo más intensa de lo que se había previsto hace unos meses”, según el informe. Sobre todo, en el sector residencial.
Además, la desaceleración del precio de la vivienda y la caída de las cotizaciones bursátiles han intensificado la “moderación de la riqueza” de las familias. Mientras, la inversión empresarial sigue su particular proceso de caída. Y ello, debido en gran medida a la aplicación de criterios de concesión de crédito “más restrictivos” por parte de las entidades.
Menor inversión en todas las ramas de actividad
Así, la ralentización de los planes de inversión de las compañías responde al endurecimiento de las condiciones de financiación, pero también al “deterioro de la confianza empresarial y a la revisión a la baja de las expectativas de crecimiento de la demanda”, añade el informe. Por su parte, la formación bruta de capital fijo ha experimentado un “menor crecimiento en todos sus componentes”, afirma. En este sentido, el boletín destaca que “las crecientes necesidades de financiación de las empresas, en un contexto de mayores costes de financiación, inestabilidad de los mercados financieros y deterioro de las perspectivas económicas, podrían inducir retrasos en los planes de inversión de las empresas”.
La entidad que dirige el ex secretario de Estado socialista, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), señala que la desaceleración se constata por el menor empuje de la demanda interna, que sólo aumentó el 3 por ciento, mientras el sector exterior mejoró algo y solamente restó tres décimas al aumento del PIB. De hecho, el organismo constata un “significativo empeoramiento en la confianza de los consumidores, en un ambiente económico incierto y de marcado deterioro de la situación inflacionista, que pudo afectar negativamente a los planes de gasto de los hogares”.
En el primer trimestre del año, el consumo de los hogares sólo creció el 2,7 por ciento, cuatro décimas menos que en el anterior, en un contexto marcado por la incertidumbre económica y financiera internacional, la elevada inflación y una menor confianza de los consumidores y del comercio minorista.
Aunque la renta disponible de los hogares se está viendo afectada por el menor dinamismo en el empleo, los elevados tipos de interés y el repunte de precios, que merman su poder adquisitivo, los incrementos salariales que se están acordando en el comienzo del año "podrían estar compensando estos efectos negativos", señala el organismo. Sin embargo, también añade que tales aumentos encarecerán, a su vez, os costes productivos. Es decir, dañarán a la competitividad española.
La crisis inmobiliaria y el menor ritmo de actividad se está traduciendo en un “sustancial” incremento del paro y menor ritmo de empleo en todas las ramas de actividad. Sobre todo, en el sector de la construcción.
Adiós al superávit
Las cuentas públicas tampoco ofrecen datos positivos. El superávit del Estado se ha reducido a la mitad al registrar 1.272 millones de euros, en términos de caja, en el primer trimestre de 2008, frente a los 2.316 millones del mismo periodo de 2007. Y es que, tal y como señala el Banco de España, en los últimos tres meses los ingresos aumentaron un 1,1 por ciento, frente al 4,1 por ciento en los pagos del Estado. De hecho, “los datos parecen apuntar hacia una disminución del saldo presupuestario en relación con el año precedente, a lo que contribuirá, además, la deducción extraordinaria implantada en el IRPF de hasta un máximo de 400 euros por contribuyente”.
Estos datos avanzan una desaceleración de los ingresos a corto plazo, mientras que el gasto también se acelerará tras haber sido moderado en los primeros meses del año. El informe afirma que “es importante tener en cuenta que el impacto del menor dinamismo de la actividad sobre las cuentas públicas puede ser elevado, como demuestra el debilitamiento de los ingresos impositivos en los últimos meses, por lo que es necesario manejar la política fiscal con extrema cautela, en particular restringiendo la aplicación de medidas adicionales que pudiesen generar un deterioro permanente del saldo”.
Es decir, el Estado corre el riesgo de entrar en déficit público a corto plazo en caso de mantener su estrategia política consistente en potenciar el gasto público.
EEUU crece a más ritmo que España pese a la crisis
Unas cifras que evidencian el brusco frenazo de la actividad económica y que ya reflejó este martes la publicación del batacazo histórico del consumo al por menor (las compras domésticas de los contribuyentes).
La situación se hace especialmente más grave si comparamos la cifra de crecimiento del PIB durante el primer trimestre de España con la de EEUU. Este país, para muchos analistas ya en recesión, ha crecido entre enero y marzo al 0,6 por ciento pese a que la mayoría de los analistas había calculado que el ritmo para este primer trimestre sería del 0,3 por ciento.
No obstante, el cálculo preliminar del Departamento de Comercio, que está sujeto a correcciones cuando el gobierno reciba más información, indica que Estados Unidos no ha entrado todavía en una recesión, aunque el ritmo de la actividad económica es muy lento. En buena medida el incremento del producto interior bruto (PIB) en el primer trimestre se debió a un incremento de 0,8 puntos porcentuales en los inventarios de las empresas.
Crítica al plan de choque de Solbes
En este sentido, el organismo analiza el plan de choque de estímulo económico aprobado recientemente por el Gobierno. Así, tales medidas tienen un “coste recaudatorio del que resulta difícil estimar con precisión en estos momentos, su parte permanente. Por otro lado, el efecto que pretenden sobre el sostenimiento de la actividad no está exento de algunas incertidumbres”, tales como la rebaja impositiva en el IRPF.
Y es que, su alcance a la hora de estimular el consumo de los hogares puede “verse aminorado por e hecho de que, en las circunstancias actuales, la proporción del incremento de la renta disponible que se desvíe hacia el ahorro puede ser mayor de lo habitual”, según advierte el boletín.
Por último, el supervisor lanza una recomendación directa al Gobierno: “El énfasis para la actuación de la política económica debe ponerse, sobre todo, en recuperar pronto una pauta de moderación en la formación de precios, salarios y rentas, y en sentar las bases para una recuperación sostenible de la actividad, tareas en las que el papel principal corresponde a aquellas medidas de carácter eminentemente estructural que tiendan a facilitar el ajuste de la economía y el pronto retorno a una senda de dinamismo basada en un patrón más equilibrado”.