(Libertad Digital) Las clínicas del doctor Carlos Morín usaban técnicas de promoción y mercadotecnia propias de otro tipo de negocios. En añadidura a las estrategias de captación de clientes en locutorios (según denuncian antiguos empleados), el diario ABC publica el sábado como Morín no dudaba en organizar incluso congresos europeos de divulgación de métodos de endoscopia, para promocionar en realidad las actividades de su grupo.
Asimismo, diversas felicitaciones navideñas e incluso regalos de empresa eran enviadas a ginecólogos, médicos o centros de planificación que derivaban clientes a las clínicas de Morín. Por otro lado, ABC afirma que captaba clientes en locutorios para extranjeros, donde promocionaba las clínicas con descuentos de 50 euros, también aplicables a los abortos realizados a partir del segundo trimestre (en los casos considerados, según el propio Morín, "bajo criterio psiquiátrico").
Las clínicas abortistas barcelonesas también establecieron una serie de contactos con médicos suramericanos a los que "formaba a cambio de participar en interrupciones del embarazo ilegales", según las denuncias de antiguos empleados reflejadas en el sumario judicial a las que el diario ABC alude.
Dos empleadas de la clínica realizaban "visitas a diferentes centros de asistencia primaria y a ginecólogos de Barcelona, en las que se les ofrecían los servicios de las clínicas y los teléfonos de contacto" a posibles clientes. Además, una empleada de una clínica sí acreditada para realizar abortos legales (de la que Morín fue en el pasado administrador) derivaba a Ginemedex "todas las intervenciones quirúrgicas que no se realizan en su centro, es decir abortos ilegales, ligaduras de trompas, vasectomías, etcétera".
Dicha empleada era, presuntamente, la encargada de cobrar a las pacientes "una cantidad oscilante entre 4.000 y 6.000 euros", y además de transportarlas en su vehículo particular a las clinicas de Morín, que recibían alrededor de 15 llamadas semanales de pacientes que solicitaban un aborto de más de 24 semanas. Esta empleada se reunía, según ABC, una vez a la semana con Morín "para pasarle nota de las clientas que le había remitido y cobrarse su comision".
Claves para el delito
Además utilizaba presuntamente diversas claves secretas para explicar a las clínicas que dicha paciente requería de una intervención ilegal, según ABC. Si ésta explicaba que llevaba a una cliente de "30 años", Morín entendía que se trataba de un embarazo de 30 semanas.
Gimenedex también recibía, según la información publicada el sábado en ABC, solicitudes de abortos cuya consigna era decir telefónicamente que no se podía asegurar la intervención, pero que era importante para la paciente "acudir a la clínica para ser valoradas por el comité científico" y que "llevaran dinero en metálico en una cantidad siempre superior a los 4.000 euros, siempre dependiendo del estado de gestación".
Usaba una trituradora industrial
Según revela el diario El Mundo, "lo normal es que estas operaciones terminasen por la noche, se introducían los fetos extraídos en el congelador, y al día siguiente los trituraban" para no "molestar a los vecinos por la noche", informa un testigo protegido. A las pacientes se les explicaba que "los médicos encargados de la operación" incineraban los fetos, según la información obtenida de un testigo protegido.
Y es que según El Mundo, los abortos ilegales en las clínicas barcelonesas poseían, para deshacerse de los fetos extraídos ilegalmente, de hasta tres trituradoras, dos pequeñas y una de tamaño industrial, a las que Morín tiraba los fetos en avanzado estado de gestación extraídos. Ésta última, de la cual permanece aún "la instalación de fontanería" una vez quitada debido a la denuncia de diversos medios daneses e ingleses, estaba indicada por el fabricante para el "almacenamiento de desperdicios producidos en las cocinas de hoteles, restaurantes, colegios, residencias y hospitales", así como "mataderos, pescaderías, fábricas de conserva y mercados".
Las trituradoras, según la información publicada por el diario El Mundo este sábado, fueron retiradas en el año 2004 tras la denuncia de la televisión danesa. Según el testigo protegido por los Mossos d’Esquadra, "el nivel de ingresos bajó en picado" tras su eliminación. El doctor Morín declaró ante la juez que "nunca" hubo un triturador en Ginemedex mientras él estuvo allí.