(Libertad digital) El estallido de las “subprime” en Estados Unidos en el mes de agosto hacía tambalear los mercados de crédito de medio mundo y ponía punto y final al largo ciclo expansivo que se mantiene desde finales de los 90. En nuestro país, este largo periodo de crecimiento comenzaba entre 1997 y 1998, con la construcción de vivienda como principal creador de empleo y riqueza. Un motor que ha mantenido el carburador a punto hasta este año.
Las señales de agotamiento del sector llevan disparándose desde el comienzo de la legislatura, o al menos así lo han advertido algunos analistas. Ahora la construcción ya destruye empleo. Además, son muchos expertos y analistas que consideran “cuestión de tiempo” que las inmobiliarias españolas quiebren, pese a los intentos del Gobierno de retrasar la presentación de concursos.
Ante la urgencia de una reforma estructural en el modelo de crecimiento, el Ejecutivo Zapatero recurrió a la Investigación y el Desarrollo. Según contaba el propio Pedro Solbes en una entrevista concedida a Financial Times la pasada semana, la inversión en Nuevas Tecnologías supondría esa nueva vía de crecimiento ante una construcción ya obsoleta.
Inversión en I+D
Precisamente, el último informe de Eurostat así como otros indicadores del sector advierten que, al menos, de momento, la inversión en I+D no arroja los resultados que adelanta el Gobierno.
Según Eurostat, España continúa lejos de la media de la UE en gasto en I+D (1,84 por ciento) pese a haber incrementado la inversión en este segmento en cuatro décimas del PIB en el último año hasta el 1,16 por ciento. Tal y como figura en este informe, los países que más invierten en Investigación, Desarrollo e Innovación, son Alemania (2,51 por ciento), Francia (2,12 por ciento) y Reino Unido (1,76 por ciento).
Unas cifras muy lejanas a la que ostenta España pese al gran esfuerzo inversor que ha hecho el Gobierno en este último año. En el furgón de cola europeo figuran Rumanía (0,46 por ciento), Bulgaria (0,48 por ciento) o Eslovaquia (0,49 por ciento).
Nuestro país tampoco da la talla en el número de científicos e ingenieros, que suponen en la Unión Europea el 4,8 por ciento del total de la mano de obra. España sigue por detrás con el 4,6 por ciento.
Productividad
En cualquier caso, pese a mantenerse alejado de la media europea, el esfuerzo inversor en I+D ha sido notable en el último año en España. También ha sido importante la inversión tecnológica. Este esfuerzo ha logrado colocar a nuestro país a la cabeza de Europa en este aspecto. No obstante, esta inyección de capital no se ha traducido en un crecimiento en productividad.
España figura a la cabeza de la UE en términos de inversión en equipamientos tecnológicos y aplicación de los progresos técnicos, pero se mantiene a la cola en cuanto a productividad laboral, según el informe presentado el pasado día 4 por el think tank The Lisbon Concil. España es el décimo clasificado, con la misma puntuación que Holanda y por delante de Bélgica, Austria e Italia.
En cuanto al empleo, España ha retrocedido del octavo al noveno puesto. El informe del Lisbon Concil, advierte que pese a que el empleo logrado en España desde el 2000 ha supuesto un “enorme progreso”, esta tendencia positiva es “muy vulnerable” por el impacto que la esperada desaceleración de la economía española puede tener en el empleo.
Patentes
Estos informes reflejan una escasa o nula efectividad de las inversiones del Gobierno. Es decir, el Ejecutivo destina importantes partidas económicas a reactivar algunos sectores sin que se produzcan unos resultados proporcionales al esfuerzo invertido.
Precisamente, el número de patentes, modelos de utilidad y diseños registrados, es uno de los indicadores válidos para saber si el aumento de inversión en I+D se traduce en mayor productividad (aunque no es el único). Desde 2005 a 2006, el número de patentes de España descendió de 7.995 a 7.754, es decir 241 menos. No obstante, si lo comparamos con 2002 la diferencia es mucho mayor ya que en aquel año este número de patentes estaba situado en 9.630.
Esto significa que mientras en las últimas legislaturas crecía el número de inversión en I+D, el número de patentes no hacía más que disminuir.