LD (Víctor Gago) Vamos a contar las cosas como lo haría Javier Pradera.
Javier Pradera es un veterano luchador del diario El País que analiza las cosas que pasan en España desde hace muchos años, empezando siempre por la misma frase. La frase en cuestión es la siguiente: "Javier Pradera es un veterano luchador de El País que analiza las cosas que pasan en España desde hace muchos años".
Si quieres ser como Javier Pradera, veterano periodista y luchador, de blancas volutas sobre la nuca, empieza siempre por contar lo que todo el mundo sabe y vira lentamente hacia la expiación. Los análisis de Javier Pradera siempre terminan con alguien comiéndose el marrón.
La razón práctica sirve para escarnecer a José María Aznar, o si no, no es razón ni es nada en la escuela de veteranos luchadores. De modo que las cosas que cuenta Javier Pradera siempre empiezan y acaban igual, con un arranque de solemnes refritos y un desenlace de afrentas terroríficas; en medio, toda la gama de la mentira, bajando a desaguar como una colada incandescente y espesa desde el cráter de nieves perpetuas del odio.
Hay que ser Javier Pradera para llamar "desagradable lunático", "tosco demagogo" y "viperino calumniador" al presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
Sólo si eres Javier Pradera y sostienes tu empolvada cabeza de caer en el acabose y la depre como Jovellanos en el cuadro de Goya, puedes tirar de la razón práctica para llamar lo que te pete a alguien, sin que pidan fianza, cárcel o reeducación para ti.
También califica al portavoz de las víctimas de ETA de freaky, pero esto último, viniendo de Javier Pradera, no es juicio, sino fallido reconocimiento gremial o masónico. ¿También tú, Alcaraz, hermano? Para contarlo como El País, aprende a distinguir entre hermanos y bastardos. Lo decente y verdadero no pisa la secta, mientras que una caterva de asesinos y falsificadores la abraza efusivamente.
La cosa que hay que contar como lo haría Javier Pradera es que se celebró un churro de manifestación unitaria este martes, en Madrid, para condenar el atentado del pasado sábado contra dos guardias civiles en Capbreton (Francia). Fue una unidad formada por el Gobierno que ha negociado con ETA hasta ayer, como quien dice; los nacionalistas que lo apoyaron, una fuerza política que da trabajo al menos a un asesino no arrepentido [Nafarroa Bai], algún que otro cómico de la legua, y Mariano Rajoy, que se excusó de la manifestación de la AVT del pasado 24 de noviembre porque estaba en Almería, que, sin AVE, equivale a estar en el Tombuctú de Berlanga.
Las víctimas del terrorismo no secundaron esta vez la parada de los monstruos de la paz. Para alguien a quien le han matado, secuestrado, torturado o mutilado a un familiar, coger la misma pancarta que Joan Tardá o Uxue Barcos tiene que provocar la misma extrañeza que ver en acción una delicada planta carnívora, excepto para el presidente del PP.
Así se contarían las cosas, más o menos, en un sociedad de certezas básicas sobre quién es un asesino y quién es un hombre de paz; quién una víctima del terrorismo y quién, un freaky de la razón de Estado aplicada al periodismo.
Para poder contarlo como Javier Pradera, esas certezas previas tienen que haber sido meticulosamente borradas, entre otros, por el propio Javier Pradera a lo largo de su dilatada trayectoria de luchador ideológico. La sociedad así pre-calentada tolerará bostezante que se persiga penalmente y se insulte a las víctimas, o que se pida su exclusión de la vida pública, como hizo recientemente el profesor Francisco J. Laporta desde las mismas páginas de El País donde este miércoles se llama al portavoz de la AVT "desagradable lunático" y todo ese rollo de la vejación soviética. Ni siquiera hace falta ser original. ¿No fue Sorrocloco, el hermano del ex ministro de Justicia, quien llamó a Alcaraz "infame tarado"? Pasar del autoritarismo académico a la taberna chocarrera, del lugar común al escarnecimiento, de la razón práctica al bramido del aplastamiento. Es cuestión de oficio.
Si no eres Javier Pradera es porque no quieres.