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Intervención íntegra de Eduardo Zaplana

A continuación, se reproduce íntegramente la intervención del portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Eduardo Zaplana, durante la votación de la Ley de Memoria Histórica.

Señor Presidente, Señorías:
 
Nos convoca hoy aquí esta mañana la obsesión de un Gobierno por el revisionismo, por encubrir su fracaso presente en la mirada al pasado.
 
No es casual que este sea el último proyecto legislativo de calado, a parte de los Presupuestos Generales del Estado, que vamos a discutir en esta legislatura.
 
Este Gobierno mira a la España de nuestros abuelos, en clave de enfrentamientos superados porque al final de la legislatura, periodo en el que nos encontramos, es clara su incapacidad para ofrecer un camino de futuro para todos los españoles.
 
Ojalá este debate, señorías, no se hubiera producido. Confieso que en algún momento hemos pensado que se imponía la sensatez y se aparcaba este proyecto.
 
Pero se ve, los hechos así lo demuestran, que están bien necesitados de cortinas de humo para distraer a los españoles de su incapacidad de Gobierno.
 
Sr. Presidente,
 
No vengo a dar ni a quitar razones de quienes vivieron la tragedia de la Guerra Civil. Ni mucho menos a ocultar la Historia o a rescribir el pasado.
 
Vengo, modestísimamente, como lo hemos hecho, como lo han hecho mis compañeros durante toda esta tramitación,  a intentar poner sentido común en este debate. Y por eso creo oportuno recordar para empezar a dos hombres ilustres. Ambos fueron presidentes de las Cortes y ambos fueron víctimas, en uno y otro bando, del odio y la violencia cainitas desatadas en España.
 
Me refiero al liberal Melquíades Álvarez y al socialista Julián Besteiro.
 
Traigo el recuerdo de ambos en esta Cámara en este trámite parlamentario de la llamada Ley de Memoria Histórica, para que en el homenaje a sus figuras podamos, al menos todos reconocernos.
 
No tengo ninguna duda de que si estuvieran aquí y ahora, si hablaran con nosotros esta mañana, nos convocarían a hacer de esta sesión un homenaje unánime a todas las víctimas, a todas, de aquella tragedia, pero sobre todo a la reconciliación surgida años después.
 
Señor presidente, señorías,
 
Tres son las grandes razones que motivan nuestra firme oposición a este proyecto de ley.
 
En primer lugar, nos oponemos a este proyecto de Ley en su conjunto porque rompe la herencia de consenso con la que se construyó la Transición democrática.
 
Este proyecto de Ley rompe el primero de los consensos en que se   basó la transición de la concordia y la reconciliación entre españoles. El acuerdo de mirar hacia adelante y de no recurrir, jamás, a la peor de nuestras tragedias colectivas. El recuerdo de  la Guerra Civil solo nos podía servir, según acordamos para evitar entre todos los factores que la  hicieron posible.
 
Los españoles decidimos hace treinta años que la Guerra Civil nunca más volvería a ser arma arrojadiza. Que los muertos, todos los muertos, merecen una piedad compartida. Que honrar y ensalzar a los unos no significa deshonrar y culpabilizar a los otros, como precisamente criticamos, porque ocurrió en el franquismo así.
 
Atendiendo a este gran acuerdo, todo lo que hasta ahora ha significado reparación moral y económica –justa reparación- a las víctimas de la Guerra Civil y de la Dictadura se ha hecho prácticamente en esta Cámara, Sra. Vicepresidenta por unanimidad, por casi unanimidad.
 
Bajo Gobiernos de distinto signo y con distintas mayorías, esta Cámara ha venido debatiendo y aprobando más de veinte leyes y disposiciones a favor de quienes sufrieron las consecuencias de la Guerra Civil y de la Dictadura.
 
Todas estas  normas fueron aprobadas con el más amplio respaldo y de forma natural, porque tales iniciativas estaban y están en la naturaleza misma de la Constitución, que es la suma expresión de la reconciliación y la concordia entre los españoles.
 
De hecho, ya lo he dicho alguna vez, la mejor Ley de Memoria Histórica ha sido y sigue siendo la Constitución, que encarnó el abrazo de todos y para todos.
 
El Partido Popular ha ofrecido siempre su impulso y su apoyo para llevar adelante cuantas medidas pudieran resarcir a las víctimas de la Guerra Civil y de la Dictadura, en la convicción de que no debía existir ningún español, ninguno,  que pudiera verse desatendido en sus derechos como consecuencia del pasado.
 
Y esa seguirá siendo nuestra posición en todo lo referido a la reparación de las víctimas. Y a ello seguimos, como sabe su señoría, estando dispuestos y abiertos, así lo hemos hecho saber.
 
Hemos creído siempre que estas iniciativas han colaborado a que se fuera cerrando con éxito el capítulo de la reconciliación entre los españoles, como un camino en el que no había vuelta atrás.
 
Y lo creía, por supuesto, el que hoy es Presidente del Gobierno, aunque esté ausente de este debate. Lo creía así porque en el año 1999, en esta misma tribuna, afirmaba que con estas iniciativas se había conseguido culminar la reconciliación.
 
Ya lo he recordado en otras ocasiones. Se votaba entonces la aprobación de una medida a favor de los militares de la República, que mi grupo, lógicamente como en muchas oteas ocasiones votó favorablemente, y que el Sr. Zapatero calificó, los términos son suyos,  de “último paso”, “último fleco”, “último resquicio” y hasta de “punto final” en el proceso de restitución moral de las víctimas de un bando de la Guerra Civil.
 
Pero miren por donde, el mismo que daba por culminado el proceso de  reconciliación cuando estaba en la oposición, decide reabrirlo, y de la peor manera posible, cuando es Presidente del Gobierno.
 
De la misma forma que es este Presidente del Gobierno el que ha quebrado otra constante de nuestra política a partir de la Transición junto con la búsqueda de acuerdos. Hasta la llegada a la presidencia del Gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero, hasta el año 2004, la política española era centrípeta y coincidirán sus señorías conmigo. Los dos grandes partidos nacionales buscaban acercarse o confluir en el centro político. Esa ha sido nuestra constante. A partir del 2004 la tendencia, por su parte, ha sido a la radicalización. Lo ha sido en la búsqueda de sus aliados, a los que hemos tenido la oportunidad de escuchar hace unos momentos y como, consecuencia, en muchas de las políticas que han seguido.
 
En su propia radicalización han pretendido, ese ha sido su interés fundamental colocarnos a nosotros en el otro extremo. No lo han conseguido ni lo van a conseguir. Seguimos siendo fieles a los principios y valores que han propiciado a España la mejor y más larga etapa de convivencia de  libertad y prosperidad.
 
Por mucho que ustedes se radicalicen, como están haciendo no van a separar al Partido Popular del centro político n de la defensa de las ideas de libertad que siempre hemos defendido.
 
Miren, si las mantuvimos en otras épocas por qué no ahora. También con dificultades y ejemplos, señora vicepresidenta, ejemplos que no daré, incluso personales, les podría poner muchos en este debate.
 
Señor Presidente:
 
La segunda de las razones de nuestra posición está estrechamente ligada a la primera. Nos oponemos a esta Ley, se ha dicho también, esta mañana,  porque es innecesaria para los efectos que declara perseguir y claramente perjudicial para la convivencia nacional.
 
Todo lo fundamental que había que hacer ha sido hecho y si alguien entendía que faltaba algo, se podía hacer pero no requería una ley como esta. Son muchos los españoles se preguntan hoy el por qué y el para qué de este proyecto de ley, sobre el que ni siquiera ustedes los que lo van a votar a favor se manifiestan en la misma dirección y en el mismo sentido.
 
Miren ¿por qué en catorce años, entre 1982 y 1996, y miro esta bancada porque estaban muchos o algunos ahí, los Gobiernos socialistas nunca se plantearon la necesidad de redactar una Ley de Memoria Histórica?
 
¿Se les puede acusar de franquistas por no haberlo hecho? No creo
 
¿Es que hicieron mal entonces por seguir la misma vía de reparación que había iniciado UCD y a la que se sumó luego, después de los Gobiernos socialistas, el Partido Popular?
 
Me gustaría saber por qué muchísimos de ustedes a título individual el propio señor Rodríguez Zapatero, que ahora redacta los preámbulos de su puño y letra, nunca presentó una iniciativa similar en tanto tiempo.
 
Me gustaría saber por qué y lo digo con el máximo respeto, se lo puedo asegurar tampoco cuando el Partido Comunista tenía veinte escaños en esta Cámara, cuando aquí se sentaban Dolores Ibarruri, Carrillo, Alberti o Ignacio Gallego, tampoco se presentó una medida semejante.
 
¿Saben por qué, señorías? Porque, no era necesaria, porque las reparaciones se estaban realizando y porque como dijo Felipe González en 1984, “Franco es ya Historia de España y  no podemos  borrar la Historia”, nos guste o no nos guste no podemos borrar la Historia.
 
Y también, ¿y saben también por qué, y esto es un juicio subjetivo y personal, saben también por qué creo que no lo hicieron? Porque en sus filas, dentro y fuera del hemiciclo hay gente, hay mucha gente, que por su pasado y por el de sus familias tienen que tener muchos más apuros con esta ley que quien les está hablando en este momento, muchísimos más. Pero insisto  no haré en este debate, ni cometeré la indiscreción de dar ningún nombre ni yo ni mi grupo, ni ninguno de nosotros estamos en eso.
 
Pero miren, señorías ¿es que alguien ha impedido que desde 1977, me sabe mal hablar de esta cuestión aquí pero se ha puesto encima de la mesa por ejemplo, se buscaran a cualquier familiar los restos de las personas allegadas y desaparecidas? Lo impidieron los gobiernos socialistas durante catorce años han gobernado en este país durante más tiempo que nadie
 
Mire lo que pasa, lo que pasa es que todos estos procesos se han hecho hasta ahora siempre con el debido respeto, la debida dignidad y sin utilizar políticamente el justo dolor de los familiares.  Eso es lo que se ha hecho hasta ahora, eso lo hicieron todos los gobiernos.
 
Lo que convierte a esta situación en nueva con respecto a la anterior es que, por primera vez en la democracia, el Gobierno y sus socios deciden hacer de las fosas de la Guerra Civil uno de sus argumentos de propaganda política. Esa es la diferencia.
 
Lo que ha cambiado es que, por primera vez, un Presidente de Gobierno, fíjense queriendo o sin querer, el beneficio de la duda se fija como único programa político la división de la sociedad española.
 
Lo que ha cambiado es que, por primera vez, un Presidente de Gobierno da por liquidada la herencia de la Transición, de una España de todos y para todos, que es nuestro principal activo en estos últimos treinta años, señorías.
 
Y aquí está la tercera razón de nuestra oposición a este proyecto de Ley. Porque lo que ustedes persiguen realmente, estoy convencido de ello, es la quiebra de un proceso político en el que la inmensa mayoría de los españoles nos reconocemos, que es el surgido en la Transición.
 
 
Ya lo han venido haciendo en toda esta Legislatura, al acabar con la política de consensos, desde el principio.
 
Ustedes pretenden hacer borrón y cuenta nueva de la superación de nuestro pasado más conflictivo, del gran éxito de la Transición. Y yo creo que lo que persiguen es precisamente eso, deslegitimar nada más y nada menos que el Pacto de la Transición, eso es lo que hay detrás de todo eso.
 
Y aquí estamos, cerrando la legislatura con un debate, creo yo ajeno a las inquietudes y las aspiraciones de los españoles.
 
A los votantes no se les pide, en estos momentos que juzguen la gestión de su Gobierno, se les intenta forzar  a que sentencien qué españoles fueron “buenos” y quiénes los “malos”, en un acontecimiento que a día de hoy es más Historia que Memoria, de la que yo también, estoy de acuerdo deben ocuparse fundamentalmente los historiadores.
 
Este proyecto de ley pretende imponer una memoria única y oficial, que fue una de las cosas que más criticamos en el franquismo. Caen ustedes en el mismo error
 
¿Por qué hay que forzar a los españoles a elegir entre García Lorca y Muñoz Seca? ¿Por qué no se puede reconocer y homenajear a estos dos grandes escritores a la vez?
 
¿Por qué se intenta etiquetar a los españoles de acuerdo con su resistencia a aceptar el trágala de la verdad única y oficial? El que la acepta es de los buenos. El que la rebate, la matiza, o sencillamente no la acepta, es de los malos. Esa es la idea de democracia, esa es la idea del debate político, o está conmigo o está fuera del sistema.  Miren, no, señorías, no. Estamos queriendo, mantener la etapa de la que los españoles nos podemos sentir más orgullosos.
 
Han decidido enmendar la plana al mismo Manuel Azaña, quien invocaba hace setenta años, la  Paz, la Piedad y el Perdón. Al propio Indalecio Prieto que defendió la reconciliación con frases tan claras como esta “a fin de que España quede, la concordia ha de extinguir los rencorosos afanes de venganza”.Fíjense qué visión este dirigente socialista.
 
Han llegado incluso a contradecir al mismo Julián Zugazagoitia, el que fuera director de “El Socialista”, y que hizo un llamamiento para que nadie pudiera utilizar la Guerra Civil, decía él,  para “envenenar, con un legado de odio, la conciencia virgen de las nuevas generaciones españolas”.
 
Afortunadamente, los españoles encontraron en la Transición el antídoto contra los legados del odio. 
 
Los dirigentes de la izquierda, muchas o algunas de las personas o algunas de las personas que se sientan en la bancada del grupo socialista, dirigentes del centro, de la derecha y los nacionalistas, estuvieron en ese momento histórico a la altura y dieron una prueba de madurez democrática y de sentido de la responsabilidad y esa muestra de madurez y de sentido de responsabilidad ha sido una constante hasta que se ha iniciado esta Legislatura, les guste más o les guste menos. Por eso no se dedicaron entonces a reabrir las viejas trincheras, sino que abrieron puentes de concordia y quisieron mirar hacia delante.
 
Señor Presidente, Señorías,
 
Aquel fue el espíritu de la Transición, plasmado en la que todo el mundo ha llamado la “Constitución de la concordia”.
 
Aquel mismo espíritu de concordia fue refrendado por unanimidad hace cuatro años en la Comisión Constitucional, por cierto, señorías con mayoría absoluta del Partido Popular, para que el pasado no fuera utilizado como arma política, con el fin, y cito textualmente, de “no revivir viejos rencores, resucitar odios o alentar deseos de revancha”. Esa, señora vicepresidenta, sí que es o hubiera sido cumplir con el mandato de esta Cámara y no seguir las órdenes y el dictado del grupo nacionalista que les apoya.  Eso sí que es cumplir con el mandato de esta Cámara.
 
Esta ley tiene más que ver más con la separación y el enfrentamiento entre españoles, que con la reparación de las víctimas.
 
¿Por qué se han negado a apoyar nuestra enmienda a favor de los presos del franquismo? Se han negado. ¿Por qué les ha molestado que el Partido Popular haya propuesto un aumento de la indemnización a los que sufrieron prisión bajo la Dictadura, que también lo han hecho?
 
Es evidente porqué lo han hecho: porque no era tanto la reparación lo que les preocupaba, los que le preocupaba era vender una imagen distorsionada del Partido Popular, esa era la estrategia fundamental de esta iniciativa, no era otra.
 
Por eso cuando hemos puesto encima de la mesa unas enmiendas para mejorar las reparación a esta personas, ustedes han dicho que no, porque lo único que querían y pretendían era romper otro consenso, este también el más importante y fundamental de los conseguidos en España en los últimos treinta años.
 
Se les ha venido abajo el juego que consistía en presentar como franquistas a todos los que se han opuesto a esta ley, todos eran franquistas y ustedes eran los antifranquistas, alguno tendrá que decir antifranquista de nuevo cuño, claro, pero en fin, en cualquier caso antifranquista.
 
En vez de haber buscado apoyos, que sabe la Sra. Vicepresidenta que los hubiera encontrado, para poner encima de la mesa reparaciones reales y efectivas a las víctimas de la Dictadura y de la Guerra Civil si creíamos que había posibilidades de hacerlo, y sinceramente mi grupo así lo piensa.
 
No sé como apoyan esta Ley y sobre todo lo que significa en el debate que genera en destacados hombres de las filas de la izquierda. Insisto en que no citaré a nadie, pero están ustedes tirando el trabajo generoso y eficaz de muchos de los dirigentes de su partido, hoy todavía en sus filas y algunos que aún estando, ya no están en activo y prestaron un gran servicio, no solamente al Partido Socialista sino a la democracia española.
 
Reconozcan que esta ley hace bien poco por las víctimas, bien poco. Pero en cambio se ha volcado en atender a los que aún hoy, aún hoy ni siquiera respetan la libertad, la dignidad, la democracia y la Constitución, como son los terroristas. A esos sí que se les permite beneficiarse de algún tipo de ayuda de las contempladas en esta ley.
 
Señorías,
 
Acabo señor Presidente.
Señores de la mayoría dejen de mirar por el retrovisor y miren al frente. Si de verdad miran al frente, si de verdad creen que la política de consenso es algo de lo que más nos podemos sentir orgullosos los ciudadanos españoles, y especialmente la clase política, vuelvan a ella.  Y si vuelven sinceramente a ella, ahí nos encontrarán.
 
Muchas gracias

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