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Aznar: "Quienes se salen de la ley para vencer al terrorismo son los mismos que se sientan con asesinos para negociar"

El ex presidente del Gobierno José María Aznar considera que aquellos que "buscan vencer al terrorismo lo vencen" pero quienes "defienden la negociación con los terroristas piensan en el fondo que no se les puede vencer y que, por tanto, se puede llegar a un acuerdo con ellos" para "apaciguarles" y "contenerles". Subraya que los mismos que "son capaces de salirse de la legalidad son también capaces de sentarse continuamente a negociar con los asesinos", en referencia a los GAL. Aznar también analiza en este libro la nación y el error de los nacionalismos, tanto los periféricos separatistas como el español.

El ex presidente del Gobierno José María Aznar considera que aquellos que "buscan vencer al terrorismo lo vencen" pero quienes "defienden la negociación con los terroristas piensan en el fondo que no se les puede vencer y que, por tanto, se puede llegar a un acuerdo con ellos" para "apaciguarles" y "contenerles". Subraya que los mismos que "son capaces de salirse de la legalidad son también capaces de sentarse continuamente a negociar con los asesinos", en referencia a los GAL. Aznar también analiza en este libro la nación y el error de los nacionalismos, tanto los periféricos separatistas como el español.
L D (Agencias) Así lo asegura en su último libro "Cartas a un joven español" --publicado por la editorial Planeta--, donde a través de una serie de misivas dirigidas a Santiago, un joven universitario, el ex jefe del Ejecutivo desvela su opinión sobre aspectos como la libertad, la seguridad, la educación, la familia o los valores. En su reflexión sobre la política antiterrorista y de seguridad, recogida por Europa Press, Aznar señala que los dirigentes políticos no están abocados "ni a utilizar el crimen de Estado contra el terrorismo ni a legitimarlo convirtiéndolo en un interlocutor válido". "Cuando llegué al Gobierno en 1996, la historia de la lucha contra la banda ETA del último gobierno había oscilado entre ambos extremos. Por un lado los contactos y 'tomas de temperatura'. Por otro lado, los asesinatos. En consecuencia, la banda se encontraba bastante crecida", relata.
 
A su juicio, cuando un gobernante no cree en el Estado de Derecho, "lo sobrepasa por un lado o por el otro". "Por eso, los mismos que son capaces de salirse de la legalidad son también capaces de sentarse continuamente a negociar con los asesinos", afirma, en una dura crítica implícita a los Gobiernos socialistas de Felipe González y de José Luis Rodríguez Zapatero.  El ex jefe del Ejecutivo está convencido de que "la claridad moral para enfrentarse al terrorismo es fundamental" y que, por lo tanto, "el efecto de entablar negociaciones continuadas en el tiempo es demoledor" porque a los terroristas, dice, se les transmite el objetivo de que "aún es posible conseguir todos sus objetivos o alguno de ellos".
 
"Creo que hay que desconfiar de cualquier oferta terrorista. Así lo creía en septiembre de 1998, aunque al final aceptara comprobar qué había de sincero en la declaración de los terroristas", indica, para añadir que en ese momento tuvo claro que cualquier contacto con una banda terrorista tiene que venir marcado por tres limitaciones "inviolables bajo cualquier circunstancia". La primera limitación, señala, es la del "respeto escrupuloso a la ley" de forma que ni para la Justicia ni las Fuerzas de Seguridad haya ningún tipo de tregua. La segunda, la transparencia con los ciudadanos en el caso de que se produzca el "más mínimo contacto con los terroristas". La tercera, agrega, es el presente y la memoria de las víctimas.
 
El ex jefe del Ejecutivo y presidente de la Fundación FAES cree que hay que ser "optimistas", como en 1996, con el terrorismo de ETA, porque nadie pensaba entonces que fuera posible "romper el espinazo de la banda mafiosa y terrorista" y en 2004 "estaba ya prácticamente muerta". En su opinión, con una "firme determinación y los instrumentos necesarios, puede vencerse el terrorismo".
 
Irak y los "insultos" recibidos
 
En otra de sus cartas, Aznar alude a la guerra de Irak: "Recuerdo muy bien los insultos que recibí por hacer lo que creía que era mejor para mi país, cuando apoyamos, sin participar en la guerra, el derrocamiento de la dictadura en Irak".  Tras criticar la "demagogia" que hubo entonces --con una "apelación irresponsable a los más bajos sentimientos populares y que, a su juicio va unida al cortoplacismo--, Aznar critica que todavía hoy se siga "recurriendo una y otra vez a las mismas calumnias" y a las "mismas mentiras". "Todo ello por y en nombre del poder", denuncia.
 
Aprovecha en este capítulo para dejar claro que "nunca" ha considerado a los ciudadanos "como menores de edad" a los que "se puede engañar con maniobras propagandísticas". En otro momento de su misiva afirma además que siempre ha intentado "no rehuir las consecuencias" de sus actos.  El Estado ha crecido tanto --continúa Aznar--, que casi siempre es posible refugiarse detrás de alguna instancia decisoria para no asumir responsabilidades. "Hacerlo es siempre un error, y muchas veces una cobardía. Espero, Santiago, que tú también sepas comprender lo que eso significa en la vida de cualquier persona", reza en su misiva.
 
Los nacionalismos
 
La nación española también ocupa un lugar destacado en este libro, donde asegura que "España como deber y España como pasión" son "algo más que compatibles. En este punto, alude al nacionalismo, que define como "una trampa en la que no hay que caer". "Frente a él, el patriotismo constituye el sentimiento de pertenencia a una historia y a una tradición, así como la conciencia de un vínculo que une por encima de la diversidad", asevera, tras precisar que "el nacionalismo español también constituye un error".
 
En un libro repleto de referencias a Juan Pablo II y Benedicto XVI, también hay un capítulo sobre el relativismo, en el que rechaza que la religión sea contraria a la libertad. Por el contrario, señala que el fundamentalismo "pervierte" la religión y la política, porque "la religión se convierte en una práctica que lleva a la política a hacer cosas inhumanas". A continuación, apela a la expresión "islamofascismo", una "fanática ideología" que se basa, dice, en proporcionar un culpable, el infiel y el occidental al que "hay que aniquilar". "Tampoco esto es nuevo --continúa--. Comunistas y fascistas ya compartían esta visión del crimen como un instrumento de emancipación".
 
Eso sí, el ex presidente del Gobierno cree que no hay que tener miedo al islamofascismo y pide esfuerzo para no dejar de creer en los valores europeos, así como coraje para librar la "batalla de las ideas". En su libro, critica la Alianza de Civilizaciones promovida por Zapatero por entender que es un "gran error promover alianzas que en vez de señalar y combatir a los criminales proponen identificarlos con una civilización". También dedica sendos capítulos a la familia y a la educación. Sobre la primera, rechaza que sea una institución "mostrenca e inmóvil" y critica que --en alusión al PSOE-- se quiera "llamar familia a cualquier cosa".
 
En cuanto al sistema educativo, Aznar afirma que "ha ido cayendo en picado" y cree que aún no se sabe hasta qué punto "hipotecará" a España en el futuro porque, en su opinión, una consecuencia del progresismo educativo ha sido "igualar por lo bajo" a todos los alumnos. Este hecho, dice, va acompañado de "una voluntad de adoctrinamiento nueva en los países democráticos", en referencia a la asignatura Educación para la Ciudadanía aprobada por el Gobierno socialista.

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