LD (Agencias) Las calles de Rangún, antigua capital de Birmania, permanecen desiertas y presentan el aspecto de un campo de batalla. Cientos de soldados, policías y paramilitares patrullan en busca de opositores. Según fuentes del hospital Kyimyidine, un niño murió y dos hombres resultaron heridos al ser alcanzados por las balas disparados por militares.
Después de numerosos conatos de protesta, miles de personas -entre dos mil y diez mil según diversas fuentes de la disidencia-, fueron dispersadas a tiros y gases lacrimógenos, después de conseguir marchar juntos unos cientos de metros por la céntrica calle Comercio. Varios cientos de manifestantes se reagruparon más tarde cerca del mercado de Theingyi, pero de nuevo los cuerpos de seguridad, bastón o rifle en mano, cargaron contra ellos.
Las protestas han sido alentadas por la presencia en el país de Ibrahim Gambari, representante para Birmania del secretario genera de la ONU, Ban Ki-moon, para analizar la situación con miembros de la Junta Militar que gobierna el país desde hace 45 años. A su llegada al aeropuerto de Rangún, Gambari se reunió casi de inmediato con funcionarios locales de Naciones Unidas. Según un comunicado oficial, el diplomático viajó a continuación a Napydaw, la nueva capital administrativa del país y reducto de la dictadura.
Gambari, representante para Birmania del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, no visitaba el país asiático desde noviembre de 2006, debido a que la Junta Militar le denegó el visado. La incógnita está en si conseguirá disuadir a la dictadura, que es conocida por sus "actitudes camaleónicas", a que renuncie a la violencia, ponga en libertad a los detenidos y escuche las demandas de la empobrecida población.
Desde el pasado miércoles en que los soldados salieron a las calles de varias ciudades a reprimir las manifestaciones de monjes y opositores, al menos dieciséis personas han muerto. La versión oficial apunta a diez víctimas mortales. Sin embargo, diplomáticos y testigos aseguran que la cifra es mucho mayor. Las fuentes hablan de cientos de personas abatidas a tiros en el mismo escenario en el que se produjeron las matanzas de 1988, cuando tres mil activistas democráticos fueron acribillados a balazos.