L D (Beatriz Mesa) Cualquiera de lo seis ministros de la actual coalición gubernamental, acusados por una presunta corrupción electoral, podría ser reelegido en las elecciones legislativas. Y es que los seis repiten candidatura en los comicios del siete septiembre para los que están llamados a votar más de 16 millones de personas. Aunque las ambiciones políticas de los funcionarios podrían verse truncadas si definitivamente la justicia encuentra indicios de que han cometido una violación de la ley electoral.
Las denuncias, que provienen en su mayoría de los partidos políticos, son desde la compra del voto hasta la utilización de los bienes de la administración para hacer publicidad de la campaña electoral e incluso financiarla. La corrupción además pasa por el chantaje y la invitación a banquetes a cambio de fidelidad y compromiso con la papeleta. Innumerables infracciones que a poca gente sorprende, puesto que viene sufriendo unos comicios fraudulentos desde los años sesenta en los que gobernaba Hassan II y su régimen. Y a pesar de que muchos consideran que desde entonces hasta la actualidad las cosas han evolucionado, no saldrán a votar, prefieren abstenerse ante la falta de credibilidad y confianza en la actual clase política.
Con la llegada de Mohamed VI- dicen otros- el pueblo soñaba y sueña con la transición democrática “en la que aún estamos inmersos, y un punto de inflexión en esa transición debe ser la reforma constitucional, de lo contrario todos los poderes continuarán radicando en la figura del monarca” que tiene la potestad para designar al primer ministro y algunas carteras. En estas elecciones, la lucha contra el fraude electoral ha sido la cabecera de muchos periódicos y editoriales, sobre todo después de que el rey alauita anunciara en su último discurso, el pasado 20 de agosto, que castigaría duramente a aquellos que atentaran contra las leyes electorales, aludió a la limpieza en las elecciones asegurando que “Más que una simple neutralidad, quiero un compromiso fuerte para garantizar la aplicación escrupulosa de la ley y proteger la regularidad electoral y proteger la regularidad electoral”.
Sin duda el monarca expresó su voluntad de combatir el engaño en las urnas, ahora está por ver si aquellas palabras quedarán en papel mojada o realmente se esforzará en destapar a todas las cabezas de turcos. De momento, de los más de quinientos políticos que se encuentran sobre la mesa del Fiscal General por presuntas vulnerabilidades, siete ya han sido juzgados. Una cifra muy susceptible de que aumente si el Ministerio del Interior continúa con las investigaciones.
Este nuevo caso de fraude electoral obliga a Maruecos a trabajar muy duro para demostrar al sistema internacional que el resultado de las elecciones legislativas es democrático y nace de la voluntad de la ciudadanía. Un empujón a esta ardua tarea se lo podría dar- siempre que no sea intervenida por nada y nadie- el Instituto de América Democrático que se encargará de la coordinación de los observadores internacionales.