LD (Beatriz Mesa) "Lo que está haciendo Marruecos en Nueva York es puro teatro, es como una película de ficción. Todo el mundo sabe que nunca se celebrarán unas elecciones democráticas, y que los saharauis tendrán que olvidarse de alcanzar algún día la independencia", me lo confesó así un familiar de un parlamentario en Rabat, sin saber realmente el motivo de mi visita a la capital del Sáhara.
Desde los territorios en litigio El Aiún y Smara –donde ha estado esta reportera–, no se ven síntomas por parte del Gobierno marroquí de adoptar nuevas actitudes en plenas negociaciones con el Polisario y en vísperas de una segunda ronda de contactos prevista para el próximo 10 de agosto. Lo evidencia el amplio despliegue de las fuerzas de seguridad que a la primera de cambio, sin ninguna razón, detienen a jóvenes saharauis de no más de dieciocho años. Los llevan hasta la comisaría de la ciudad para apalearles y torturarles utilizando todo tipo de métodos. El último, que los saharauis han acuñado el término de "vacuna alucinógena", es una inyección que provoca pérdida de memoria y debilidad.
"Es la estrategia del miedo. Creen que reprimiéndonos pueden amordazarnos para que paremos las reivindicaciones por la autodeterminación de nuestra tierra", relató una de las víctimas de la represión en Smara, quien aún sufría las heridas de las palizas propinadas por los gendarmes. Junto a este saharaui se encontraba Nams Ghlama de sólo diecisiete años. Su historia deja a cualquiera entumecido. La joven paseaba por las calles pedregosas de Smara cuando fue sorprendida por un grupo de policías marroquíes que la condujeron hasta el desierto. "Me desnudaron y entre todos me tocaron, pero no llegaron a violarme. Fui insultada y uno de ellos me pegó con un zapato. Son unos animales salvajes".
Ghlama y el resto de activistas saharauis están resignados a aceptar las atrocidades humanas que se están cometiendo contra su pueblo, y que apenas- lamenta otra activista- "recoge la prensa internacional. Necesitamos un altavoz para que haga llegar al mundo el genocidio que se esta produciendo en silencio en las tierras del Sáhara Occidental". Añade que "no sólo existe precariedad y una situación bélica en Palestina, Irak o Afganistán. También en la ex colonia española se está gestando una guerra, aunque con una salvedad, nosotros no utilizamos fusiles o armas, sólo la libertad de expresión", que diariamente es aplastada por un cordón policial y militar, que mantiene sitiado los barrios saharauis.
En cada esquina de estos barrios aguarda un furgón o blindado a la espera del asalto contra los niños de la "Intifada". Son los hijos y nietos de los primeros activistas de la lucha pacífica. El nuevo símbolo de la liberación, para la que están siendo educados. Son emprendedores frutados porque el régimen les imposibilita estudiar español o todo aquello que esté relacionado con la época colonial española. Para algunos acudir al colegio es un castigo. Son humillados y forzados a diseñar el mapa de Marruecos incluyendo el Sáhara Occidental o a dibujar la bandera marroquí. Y una palabra sobre el Polisario significa el arresto inmediato.
Es así como el Gobierno alauita entiende la democracia. El Estado se muestra además contrario a que los saharauis, y sobre todo las mujeres, accedan a un puesto de trabajo. "No hay trabajo, la tasa de paro es elevadísima y muy de vez en cuando el gobierno de Smara o el Aiún recluta a algún saharaui durante dos meses para realizar los trabajos más sucios, por los que perciben escasos dirhams". Para estos saharauis es como si estuvieran viviendo en una cárcel, pues la libertad de movimiento, entre otras, está boicoteada.
La lucha pacífica por la liberación
Recorriendo las zonas habitadas por los saharauis uno es testigo del fuerte sentimiento nacionalista, que se refleja, por ejemplo en sus casas, impregnadas de pintadas de la Bandera de la República Árabe Saharaui Democrática, y con lemas en castellano "Viva la RASD y el Polisario". Es una forma de desafiar y provocar quebraderos de cabeza a un Estado opresor y una monarquía feudal, que "se dedica a intoxicar a la opinión pública mediante la agencia MAP, que el pasado día 28 de junio dio cuenta del lanzamiento por parte de unos saharauis de tres cócteles molotov sobre una de las numerosas furgonetas de la policía causando heridas a tres agentes".
Esta información que recoge igualmente El País en su edición del 2 de julio no sólo es incorrecta, sino que además es inventada pues esta reportera, acompañada también por la periodista Erena Calvo, se encontraba aquel día en el centro de El Aiún investigando in situ la situación de los derechos humanos. Sin duda, esta insidia demuestra una vez más, según el activista Omar Buslen, "Las intenciones de Marruecos de difamar la imagen de la comunidad saharaui frente a las Naciones Unidas y al desarrollo de las negociaciones, con la única finalidad de alcanzar nuevos aliados en su obsesionada ocupación".
El notable esfuerzo que está haciendo Marruecos por dañar a los saharauis va incluso mucho más allá y es que pretende, mediante la difusión de informaciones como las de la agencia marroquí MAP, que la comunidad internacional les considere terroristas. De hecho, las propias fuerzas de la seguridad marroquíes ya están empleando este lenguaje. Un agente que viajó con nosotras en autobús desde Marraquesh hasta el Aiún, reconoció que su trabajo se centra en la lucha contra los terroristas y criminales, refiriéndose así a los saharauis. "Es inadmisible que los marroquíes, de manera gratuita, estén equiparando el terrorismo con la rebelión pacífica contra la opresión", aseguraba un militante del Polisario.