(Libertad Digital) Ya el pasado 4 de julio de 2004, algo más de tres meses después de que Zapatero accediera a la Moncloa, un informe desclasificado alertaba del riesgo de atentados que sufrían las tropas militares desplegadas en Afganistán. Un día después, Exteriores comparaba la misión en Irak con la de Afganistán y aseguraba que la segunda, a diferencia de la primera, tenía "legitimidad".
Sólo un día después, el 6 de julio de 2004 el presidente del Gobierno se enfrenta al anuncio del envío de tropas militares españolas a Afganistán. Fue en este momento cuando Zapatero calificó esta misión de "humanitaria". El 17 de agosto, comenzaba el envío de efectivos a la zona con el desplazamiento de 70 militares españoles. A finales de ese mes de agosto, el titular de Defensa, que por entonces era José Bono, insistía en que la labor de las tropas españolas en Afganistán "no es una acción bélica" sino "humanitaria". De hecho, Bono no dudó casi un año después en avisar a futuros prisioneros de las tropas españolas que podrían huir sin que nuestros soldados disparasen.
Casi un mes después del primer envío de 70 militares, el 9 de septiembre de 2004 el Gobierno de Zapatero envió un contingente de 240 militares a Afganistán para integrarse en la ISA. Un año más tarde, el fatídico 16 de agosto de 2005, 17 militares españoles murieron al desplomarse el helicóptero Cougar en el que se desplazaban por Afganistán. Justo el día siguiente Zapatero ordenó las "máximas garantías de certeza y seguridad" en la identificación de los cadáveres y no dudó en justificar de nuevo la presencia de tropas en Afganistán y no en Irak porque es una misión "humanitaria y de paz" de la ONU. Seis días más tarde el Gobierno envió 22 soldados más para reemplazar a los españoles muertos.
A partir de este momento, Bono, igual que el presidente Zapatero, no dejó de echar balones fuera. El 25 de agosto de 2005, Bono insistía en que Afganistán es "una misión de paz" pero no aportó más novedades sobre el accidente. Un día más tarde es Zapatero quien recurre a la guerra de Irak para justificar la presencia española en Afganistán, al decir que estamos en Afganistán "por las mismas razones que salimos de Irak, por defender la paz y la legalidad", pero no mencionó avances en la investigación sobre los 17 soldados españoles muertos en el accidente del Cougar.
Mientras tanto, la violencia continúa acechando en las calles de Afganistán, también a la "misión humanitaria" que tenía desplegada la fuerza española en el territorio. El 7 de febrero de 2006, los soldados españoles se vieron obligados a dispersar una nueva protesta por las caricaturas de Mahoma. El 8 de abril de 2006 dos civiles murieron en el ataque contra la base española. No obstante, el Gobierno envía entre 200 y 300 nuevos soldados a Afganistán y oculta en julio de 2006 que la base militar española en Afganistán fue atacada con cohetes en noviembre de 2005.
El 8 de julio de 2006, el soldado español de origen peruano Jorge Arnaldo Hernández Seminario murió a causa de la explosión de una mina anticarro instalada minutos antes del paso de un convoy español que se activó al pisarla el blindado que iba en primer lugar. Tres días después Defensa confirma que la explosión que mató a este soldado fue un "atentado premeditado". El 14 de agosto de 2006 un vehículo camuflado de militares españoles que hacía labores de información fue atacado por disparos de armas ligeras al sur de Farra, sin que ninguno de sus ocupantes resultara herido. El 7 de septiembre de 2006, Defensa reconoce en un documento reservado que las tropas españolas en Afganistán están en guerra.
El 9 de septiembre el PP acusó al Gobierno de ocultar a los españoles el alto riesgo de la misión en Afganistán para proteger la imagen de Zapatero. El 18 de septiembre un artefacto explota al sur de Farra al paso de un convoy español de la Fuerza de Reacción Rápida (QRF) de Herat, formado por ocho vehículos blindados que se encontraba realizando una operación de apoyo al ejército afgano, en el incidente no se produjeron heridos ni daños materiales. Tres días después, otra patrulla de militares españoles tuvo que repeler los disparos de cuatro individuos en un control policial al norte de Bagdhis, una acción en la que resultó herido uno de los atacantes. El 25 de septiembre, Otro grupo de soldados españoles desactivaron un explosivo en su base de Qalai Naw en Afganistán.
Pero para Defensa continúa echando balones fuera. Sólo el 19 de octubre de 2006 parecía que el Gobierno comenzaba a admitir el riesgo que corren nuestras tropas en Afganistán cuando el ministro de Defensa, ya José Antonio Alonso, admitió el deterioro de la seguridad en la zona y el "recrudecimiento" de la violencia. Pero esta sensación duró poco ya que el 23 de octubre de 2006 Defensa aseguró que los cinco ataques sufridos por las tropas españolas en Afganistán "no son muchos".
A pesar del progresivo auge de la violencia talibán en Afganistán, España rechazó ceder la autoridad de sus tropas a la ISAF como pedía la EEUU y la OTAN. En Riga el ministro de Defensa anunció que España sólo permitirá a sus tropas desplegadas actuar fuera de su zona de responsabilidad sólo en casos de emergencia. Esta fue la respuesta de Alonso a la petición del presidente de EEUU, George W. Bush y del secretario general de la OTAN, que solicitaron a sus aliados que cediesen toda la autoridad a la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF).
El 28 de diciembre de 2006, el ministro de Defensa anunció que España iniciará en 2007 el proceso de adquisición de los primeros cuatro aviones-espía no tripulados para operar ese mismo año en Afganistán; eso sí, en tareas de vigilancia, reconocimiento y seguridad. Al tiempo, el Reino Unido entregaba el mando de las fuerzas de la OTAN en Afganistán al estadounidense Dan McNeil, que quedó a cargo de los cerca de 33.000 militares que integran la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) en el país asiático.
Cuando la ofensiva talibán adquirió tintes dramáticos, según reconoció España, la tropas españolas coparticiparon en la Operación Aquiles, la mayor ofensiva planeada en 2007 por las fuerzas de la OTAN junto con el Ejército Nacional Afgano y la Policía. La operación constaba de 4.500 efectivos de la ISAF y 1.000 afganos. Si bien, el Gobierno español mantenía ante la opinión pública que nuestros soldados en Afganistán están en "misión humanitaria", e incluso negó la condecoración por morir en combate a la soldado Idoia Rodríguez.
Veinte días antes de que sucediera esta muerte y con el PP demandando a Alonso que hiciera caso de la OTAN e incrementar los efectivos, José Antonio Alonso aseguraba que el Gobierno continuaba mejorando "cualitativamente" la seguridad de las tropas desplegadas en Afganistán.
La última muerte en Afganistán se registró el 26 de mayo de 2007, en plena jornada de reflexión de las elecciones municipales y autonómicas. Según informó el ministerio a los medios, seis horas después de que ocurrieran los hechos, el sargento español Juan Antonio Abril, de 31 años, perdió la vida al volcar el vehículo en que viajaban. José Antonio Alonso presidió en León un acto castrense este mismo sábado pero no se refirió en ningún momento a la noticia ni aprovechó la presencia mediática para anunciarla. Los medios no se harían eco de ella hasta unas horas más tarde.
Unos días después, el 11 de junio de 2007, Alonso se mostraba dispuesto a pedir permiso al Congreso para enviar más tropas a Afganistán.
Un mes después, el mismo día que moría en Kabul a los 92 años el último rey de Afganistán, Zahir Shah, morían cuatro soldados de la OTAN en el este de Afganistán por un impacto de bomba, según informaron fuentes de la fuerza internacional, que no pudieron identificar la nacionalidad de las víctimas. Casi en paralelo, una patrulla española del equipo de reconstrucción provincial de Qala-e-Naw era tiroteada a unos cuarenta kilómetros al noreste de la base española, sin que se produjeran daños personales ni materiales. Dos días después otro grupo de desconocidos atacaba a otra patrulla española a Daré-ye-Bun, a unos cuarenta kilómetros al noreste de la base española en Afganistán, mientras realizaban labores de apoyo a policías y militares afganos.
El pasado 27 de agosto de 2008, José Antonio Alonso envió a Afganistán a diez miembros del Ejército de Tierra. La avanzadilla debía estructurar los "primeros pasos" de la misión a la que se comprometió España en la reunión de la OTAN celebrada en Sevilla. Los instructores han partido de paisano y sin documentación que les relacione con el Ministerio de Defensa. Su titular, José Antonio Alonso, aún no tenía el correspondiente permiso del Congreso.
Este 24 de septiembre de 2007, uno de los BMR españoles ha pisado una potente mina en Afganistán acabando con la vida de dos de sus ocupantes. Los dos soldados fallecidos, Germán Pérez Burgos, casado y radicado en Alange (Badajoz), y Stanley Mera Vera, soltero y natural de Guayaquil (Ecuador), pertenecían a la Brigada Paracaidista y realizaban labores de vigilancia de una carretera estratégica cerca de la localidad de Shewan. Otros seis resultaron heridos de gravedad. Horas después, un grupo de terroristas talibanes se ha responsabilizado del ataque.
De nuevo, la respuesta del Ejecutivo a este nuevo atentado contra tropas españolas en Afganistán ha sido que el objetivo de nuestro ejército en tierras afganas es "defender la paz".