L D (EFE) Las familias languidecen bajo el calor creciente en Peshawar, capital de la provincia paquistaní de la Frontera Noroeste (NWFP), donde cientos de camiones, pagados por la Alta Comisaría de la ONU para los Refugiados (ACNUR), están aparcados a la espera de repatriarlos.
El régimen del general Pervez Musharraf decidió el año pasado obligar a los millones de refugiados afganos que acoge Pakistán, algunos desde hace décadas, a registrarse o marcharse. Su argumento es que muchos campos dan cobijo a insurgentes talibanes.
Así, 2,15 millones de personas han optado por "legalizar" su situación y han recibido una "prueba de registro" que les permite quedarse en Pakistán hasta fines de 2009, mientras un número incierto rehusó el trámite y debe volver a casa o enfrentarse a la persecución como inmigrantes ilegales.
Según la embajada afgana en Islamabad, unos 400.000 refugiados no se han registrado, aunque representantes del colectivo afirman que sólo en la provincia sudoriental de Sindh había medio millón, de los que únicamente 52.000 han hecho el papeleo.
La gran mayoría de los refugiados han estado albergados en las provincias fronterizas con Afganistán, la NWFP y Baluchistán, que fue donde ACNUR puso el énfasis en una campaña, con panfletos y anuncios en prensa y televisión, ofreciendo su ayuda para la repatriación voluntaria.
El Gobierno de Islamabad puso como fecha tope para abandonar Pakistán el pasado día 15, aunque después la amplió hasta finales de este mes. ACNUR admitía que su programa de repatriación y la presión del régimen paquistaní habían hecho mella en los refugiados, que semanas antes acudían a sus centros de registro por centenares y a fines de marzo lo hacían ya por decenas de miles.
También ayudó el hecho de que subiera de 30 a 100 dólares la ayuda económica que se ofrece a los afganos que se acojan a su programa de repatriación, según una fuente de ACNUR, que dijo que la organización simplemente no pude procesar la documentación más deprisa. No obstante, la lentitud del proceso desespera a los refugiados, que vierten sus quejas contra ACNUR.
"Tenemos que pagar miles de rupias para volver a nuestra tierra, lo cual es casi imposible para nosotros. Pero nuestras condiciones son miserables", se lamenta uno de ellos, de nombre Gul Khan, en declaraciones al diario paquistaní Express.
Otro refugiado, Haji Abdullah, denunció por su parte que las autoridades paquistaníes están deteniendo y encarcelando a refugiados y dijo que el colectivo había contactado con su embajada y le había pedido que convenciera al Gobierno para que ampliara el plazo de retorno.
Para la portavoz de ACNUR Vivan Tan, se trata de un asunto "bilateral" en el que la organización no puede entrar, como tampoco puede "responsabilizarse" de los afganos que se hayan negado a legalizar su situación en Pakistán. Tan calculó que hay al menos 50.000 afganos que viven en distintas ciudades paquistaníes y rehúsan tanto registrase como volver a Afganistán.
El régimen del general Pervez Musharraf decidió el año pasado obligar a los millones de refugiados afganos que acoge Pakistán, algunos desde hace décadas, a registrarse o marcharse. Su argumento es que muchos campos dan cobijo a insurgentes talibanes.
Así, 2,15 millones de personas han optado por "legalizar" su situación y han recibido una "prueba de registro" que les permite quedarse en Pakistán hasta fines de 2009, mientras un número incierto rehusó el trámite y debe volver a casa o enfrentarse a la persecución como inmigrantes ilegales.
Según la embajada afgana en Islamabad, unos 400.000 refugiados no se han registrado, aunque representantes del colectivo afirman que sólo en la provincia sudoriental de Sindh había medio millón, de los que únicamente 52.000 han hecho el papeleo.
La gran mayoría de los refugiados han estado albergados en las provincias fronterizas con Afganistán, la NWFP y Baluchistán, que fue donde ACNUR puso el énfasis en una campaña, con panfletos y anuncios en prensa y televisión, ofreciendo su ayuda para la repatriación voluntaria.
El Gobierno de Islamabad puso como fecha tope para abandonar Pakistán el pasado día 15, aunque después la amplió hasta finales de este mes. ACNUR admitía que su programa de repatriación y la presión del régimen paquistaní habían hecho mella en los refugiados, que semanas antes acudían a sus centros de registro por centenares y a fines de marzo lo hacían ya por decenas de miles.
También ayudó el hecho de que subiera de 30 a 100 dólares la ayuda económica que se ofrece a los afganos que se acojan a su programa de repatriación, según una fuente de ACNUR, que dijo que la organización simplemente no pude procesar la documentación más deprisa. No obstante, la lentitud del proceso desespera a los refugiados, que vierten sus quejas contra ACNUR.
"Tenemos que pagar miles de rupias para volver a nuestra tierra, lo cual es casi imposible para nosotros. Pero nuestras condiciones son miserables", se lamenta uno de ellos, de nombre Gul Khan, en declaraciones al diario paquistaní Express.
Otro refugiado, Haji Abdullah, denunció por su parte que las autoridades paquistaníes están deteniendo y encarcelando a refugiados y dijo que el colectivo había contactado con su embajada y le había pedido que convenciera al Gobierno para que ampliara el plazo de retorno.
Para la portavoz de ACNUR Vivan Tan, se trata de un asunto "bilateral" en el que la organización no puede entrar, como tampoco puede "responsabilizarse" de los afganos que se hayan negado a legalizar su situación en Pakistán. Tan calculó que hay al menos 50.000 afganos que viven en distintas ciudades paquistaníes y rehúsan tanto registrase como volver a Afganistán.
Tierra de acogida durante más de un cuarto de siglo
Pakistán ha sido tierra de acogida para millones de afganos durante más de un cuarto de siglo, periodo en el que Afganistán ha sufrido la invasión soviética en la década de 1980, una guerra civil entre las distintas facciones de muyahidines y la llegada en 1996 de los talibanes, expulsados del poder en 2001 tras la invasión estadounidense.
Desde 2002 ACNUR gestiona programas de repatriación voluntaria y unos 2,8 millones de refugiados han retornado a Afganistán. Cuando se complete este nuevo programa de repatriación, el proyecto del Gobierno de Islamabad es cerrar cuatro campos en la frontera, en los que vivían 240.000 personas.