L D (EFE) Simeon Djankov no ocultó los reproches a la política económica de Zapatero y aunque reconoció que España creció "de forma significativa" tras haber realizado en los últimos años muchas mejoras normativas de carácter liberalizador, últimamente las reformas se han quedado "dormidas".
El economista jefe del Banco Mundial alertó a continuación de los peligros que supondría este estancamiento, porque "la globalización también se tiene que dar en el ámbito regulatorio" y cualquier pausa puede suponer perder competitividad, ya que "otros países están mejorando más rápidamente que España".
Por eso, advirtió, España debe prestar más atención a la evolución de potencias emergentes como China, Rumanía y México, que al resto de países económicamente más desarrollados, puesto que en un futuro próximo pueden convertirse en serios competidores a nivel mundial. Su valoración sobre los problemas que pueden afectar a España como consecuencia de la globalización se incluyeron dentro de su exposición general sobre la necesidad de emprender reformas económicas de carácter liberalizador para mejorar la competitividad de la economía y fomentar el crecimiento.
Djankov afirmó que en la actualidad el foco de atención de las reformas ha pasado de la macroeconomía (el control de la inflación y la política monetaria) a la microeconomía y, en particular, al marco institucional que regule la actividad económica.
Después de Djankov habló Xavier Sala i Martín que abordó la relación entre la globalización y la pobreza, y recalcó que, como tal, el debate al respecto se resume así: "La globalización es buena, y punto". Para probarlo ha comparado, de todos los países del mundo, el tercio que más se ha abierto al libre comercio internacional y el que menos lo ha hecho o más ha impuesto barreras a sus ciudadanos para comerciar con el exterior, y cómo ha evolucionado la pobreza en ambos grupos. Mientras que en el primero "el número de pobres se ha reducido en 300 millones de personas" si consideramos como tales quienes generan un dólar o menos al día, "y 500 millones si tomamos de referencia dos dólares", en los segundos hay más de 100 millones de pobres más.
Pero, ha continuado el economista español, todavía hay quien cree que la globalización es la causa de los problemas del mundo. En este sentido ha resaltado el caso de África, único continente que en los últimos años ha visto cómo aumentaba el número de pobres. Y se plantea: "Si África ha ido a peor, para saber si la causa es la globalización, tenemos que ver si ese continente" está muy globalizado o no lo está. Y ha ido repasando varios aspectos para ver si es así. "En el mercado de capitales, ¿ha invertido alguno de ustedes en África? ¿Conocen a alguien que lo haya hecho alguna vez?" Si los capitales no están acudiendo a ese continente, no parece que sea la globalización de capitales, continúa, la causa de los males de África.
También ha destacado que los mercados mundiales no están anegados de bienes africanos. Lo que más producen son productos básicos y "nosotros, los europeos, queremos venderles no sólo los productos elaborados, sino también nuestra leche, nuestras verduras, etc". Y para ello subvencionamos a nuestros productores, pese a que son muy eficientes. Las subvenciones americanas y europeas a la producción agrícola suman 350.000 millones de euros, siete veces las ayudas al desarrollo. "Y sería suficiente", continúa Sala i Martín, para pagar vuelos en primera clase a las Bahamas y la estancia en hoteles de cinco estrellas durante dos meses a todas las vacas europeas". De este modo, "arruinamos a los productores en África, para poder seguir subvencionando a gente como José Bové", agricultor francés y líder antiglobalización.
Por otro lado las ayudas al desarrollo no atienden las necesidades de los países en desarrollo, según ha destacado el economista, sino "las necesidades de los donantes de sentirse bien con uno mismo" y verse como gente solidaria, lo cual "no tiene ninguna relación con la efectividad real de esas ayudas": De hecho, las ayudas son generalmente negativas porque generan corrupción, la cultura de la dependencia y malgastan el talento. "En estos momentos la gente más valiosa de África está trabajando para ONGs, para el Banco Mundial, para organismos internacionales, pero no está construyendo puentes y carreteras o creando empresas", en gran medida.
Pero hay "mecanismos que funcionan", destaca Xavier Sala i Martín. Y son "la economía de mercado" y "la democracia liberal". La razón está en el modo en que funcionan. En el primer caso los empresarios se esfuerzan en saber qué necesita la sociedad para ofrecérselo, ya que si no lo hacen "los consumidores tenemos una forma muy efectiva de castigarles, que es no comprándoles". En la democracia liberal pasa algo parecido, ya que los políticos no pueden alejarse mucho de los deseos de los votantes.
Pero eso no ocurre así con las ayudas, en que se produce una larga cadena que va desde los donantes hacia la gente en los países pobres, compuesta por instituciones como el Banco Mundial o numerosas ONGs que le dan dinero a las burocracias africanas y luego éstas a ciertos ciudadanos africanos. Pero, a diferencia del mercado o la democracia, continúa Sala i Martín, "los donantes no tienen información sobre si la ayuda llega o cómo" al objetivo final. Es más, también a diferencia de los empresarios, que tienen al beneficio como incentivo para hacerlo bien, los donantes tienen como acicate "sentirse solidarios", algo que se produce simplemente con la entrega del dinero, "independientemente de los resultados". Los donantes "tienen sus propias preferencias", que no tienen porqué coincidir con las necesidades de los pobres entre los pobres, y generalmente no lo harán.
Después de Djankov habló Xavier Sala i Martín que abordó la relación entre la globalización y la pobreza, y recalcó que, como tal, el debate al respecto se resume así: "La globalización es buena, y punto". Para probarlo ha comparado, de todos los países del mundo, el tercio que más se ha abierto al libre comercio internacional y el que menos lo ha hecho o más ha impuesto barreras a sus ciudadanos para comerciar con el exterior, y cómo ha evolucionado la pobreza en ambos grupos. Mientras que en el primero "el número de pobres se ha reducido en 300 millones de personas" si consideramos como tales quienes generan un dólar o menos al día, "y 500 millones si tomamos de referencia dos dólares", en los segundos hay más de 100 millones de pobres más.
Pero, ha continuado el economista español, todavía hay quien cree que la globalización es la causa de los problemas del mundo. En este sentido ha resaltado el caso de África, único continente que en los últimos años ha visto cómo aumentaba el número de pobres. Y se plantea: "Si África ha ido a peor, para saber si la causa es la globalización, tenemos que ver si ese continente" está muy globalizado o no lo está. Y ha ido repasando varios aspectos para ver si es así. "En el mercado de capitales, ¿ha invertido alguno de ustedes en África? ¿Conocen a alguien que lo haya hecho alguna vez?" Si los capitales no están acudiendo a ese continente, no parece que sea la globalización de capitales, continúa, la causa de los males de África.
También ha destacado que los mercados mundiales no están anegados de bienes africanos. Lo que más producen son productos básicos y "nosotros, los europeos, queremos venderles no sólo los productos elaborados, sino también nuestra leche, nuestras verduras, etc". Y para ello subvencionamos a nuestros productores, pese a que son muy eficientes. Las subvenciones americanas y europeas a la producción agrícola suman 350.000 millones de euros, siete veces las ayudas al desarrollo. "Y sería suficiente", continúa Sala i Martín, para pagar vuelos en primera clase a las Bahamas y la estancia en hoteles de cinco estrellas durante dos meses a todas las vacas europeas". De este modo, "arruinamos a los productores en África, para poder seguir subvencionando a gente como José Bové", agricultor francés y líder antiglobalización.
Por otro lado las ayudas al desarrollo no atienden las necesidades de los países en desarrollo, según ha destacado el economista, sino "las necesidades de los donantes de sentirse bien con uno mismo" y verse como gente solidaria, lo cual "no tiene ninguna relación con la efectividad real de esas ayudas": De hecho, las ayudas son generalmente negativas porque generan corrupción, la cultura de la dependencia y malgastan el talento. "En estos momentos la gente más valiosa de África está trabajando para ONGs, para el Banco Mundial, para organismos internacionales, pero no está construyendo puentes y carreteras o creando empresas", en gran medida.
Pero hay "mecanismos que funcionan", destaca Xavier Sala i Martín. Y son "la economía de mercado" y "la democracia liberal". La razón está en el modo en que funcionan. En el primer caso los empresarios se esfuerzan en saber qué necesita la sociedad para ofrecérselo, ya que si no lo hacen "los consumidores tenemos una forma muy efectiva de castigarles, que es no comprándoles". En la democracia liberal pasa algo parecido, ya que los políticos no pueden alejarse mucho de los deseos de los votantes.
Pero eso no ocurre así con las ayudas, en que se produce una larga cadena que va desde los donantes hacia la gente en los países pobres, compuesta por instituciones como el Banco Mundial o numerosas ONGs que le dan dinero a las burocracias africanas y luego éstas a ciertos ciudadanos africanos. Pero, a diferencia del mercado o la democracia, continúa Sala i Martín, "los donantes no tienen información sobre si la ayuda llega o cómo" al objetivo final. Es más, también a diferencia de los empresarios, que tienen al beneficio como incentivo para hacerlo bien, los donantes tienen como acicate "sentirse solidarios", algo que se produce simplemente con la entrega del dinero, "independientemente de los resultados". Los donantes "tienen sus propias preferencias", que no tienen porqué coincidir con las necesidades de los pobres entre los pobres, y generalmente no lo harán.