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El encargado de "Canela Seguridad" dice que solían repartir detonadores de aluminio y que el polvorín estaba supervisado por la Guardia Civil

El encargado de Canela de Seguridad, la empresa que distribuía explosivos, entre otras, a Mina Conchita, de donde supuestamente los terroristas sustrajeron los explosivos y detonadores que emplearon en el atentado del 11-M, afirmó que a partir del 2002 o 2001 se comenzó a proporcionar Goma 2 Eco a éste clientes. También concretó que en enero del 2004 se envió una partida de explosivos de 2.000 kilogramos a Mina Conchita y dijo que el pedido fue el habitual para esta explotación, así como que el polvorín que regentaba estaba supervisado por la agentes de la Guardia Civil quienes tenían las llaves. Por su parte el minero, Gonzalo López, que trabajó en Mina Conchita dijo que "había que conocer mucho la mina" para llegar a encontrar cartuchos o detonadores.

El encargado de Canela de Seguridad, la empresa que distribuía explosivos, entre otras, a Mina Conchita, de donde supuestamente los terroristas sustrajeron los explosivos y detonadores que emplearon en el atentado del 11-M, afirmó que a partir del 2002 o 2001 se comenzó a proporcionar Goma 2 Eco a éste clientes. También concretó que en enero del 2004 se envió una partida de explosivos de 2.000 kilogramos a Mina Conchita y dijo que el pedido fue el habitual para esta explotación, así como que el polvorín que regentaba estaba supervisado por la agentes de la Guardia Civil quienes tenían las llaves. Por su parte el minero, Gonzalo López, que trabajó en Mina Conchita dijo que "había que conocer mucho la mina" para llegar a encontrar cartuchos o detonadores.
L D (Europa Press) El encargado de Canela se Seguridad precisó que hace "cinco o seis" años se cambió la sustancia de explosivo con la que comercializaban, en concreto Goma 2 EC, por el producto Goma 2 Eco, y que su empresa recibía alrededor de 8.000 o 10.000 kilogramos de explosivos al mes.
 
Respecto a los detonadores, precisó que su empresa proporcionaba detonadores de aluminio porque eran los "más baratos", pero que en caso de que la numeración que requería el cliente no existiera en modelo de aluminio, se le cambiaba por un modelo de cobre. A preguntas de una acusación particular, el testigo no pudo recordar si en febrero del 2004 su empresa proporcionó partidas de detonadores de cobre a Mina Conchita, pero apuntó a que "poco antes" de los atentados se comenzó a distribuir modelos de cobre en lugar de los habituales modelos de aluminio.
 
También señaló que el cableado habitual de los detonadores que requerían sus clientes, y en concreto la empresa Mina Conchita, tenían una longitud de dos metros, pero que también proporcionaban otros modelos con mayor longitud de cable "de la unidad que hubiera". Además, describió que las bandas de los cables de los detonadores construidos a partir de aluminio eran de color rojo-azul, rojo-blanco o rojo-amarillo, e insistió en que los detonadores que se empleaban en las minas de carbón no se enviaba detonadores de aluminio salvo que se introdujeran "por error" en la partida de pedido.
 
Durante el interrogatorio, explicó que los explosivos y los detonadores estaban numerados y que quedaban registrados por la empresa Unión Española de Explosivos, pero aclaró que el reparto solía realizarse de forma rotatoria, detallando que se gastaba una numeración concreta para empezar a emplear otra. El testigo afirmó que el polvorín que regentaba estaba supervisado por la Guardia Civil y que eran los agentes del Instituto Armado quienes poseían las llaves del fuerte. Tampoco concretó si el explosivo estaba disponible en cartuchos, y simplemente reseñó que se mencionaba el tipo de dinamita en la etiqueta de las cajas.
 
 
Uno de los mineros dice que al final de mes se descontaba del sueldo el explosivo utilizado
 
El minero Gonzalo López, que trabajó siete años en Mina Conchita como picador y estuvo imputado en la causa aunque finalmente no fue procesado, indicó hoy ante el tribunal del 11-M que "había que conocer mucho la mina" para llegar a encontrar cartuchos o detonadores a pesar de la carencia de medidas de seguridad. Reconoció, no obstante, que era factible sacar explosivos de allí. El testigo, que trabajó en la explotación con los acusados José Emilio Suárez Trashorras y Raúl González Pelaez indicó que a primera hora de la mañana cuando llegaban al trabajo "el primero que se cambiaba" pedía las llaves al vigilante para recoger los detonatores que necesitara para la jornada, y que se encontraban guardados en un minipolvorín.
 
"La llave se iba dejando de unos a otros para que cada uno cogiera lo que necesitaba", dijo el testigo que explicó, además, que el mismo llavero incluía también las llaves de acceso a los minipolvorines donde se guardaba el explosivo. Cuando ya no hacía falta, el llavero se dejara "en el cruce de caminos", destacó y añadió que todos los trabajadores, incluyendo los antiguos, conocían el lugar donde quedaba depositado.
 
Relató, además, que cuando sobraban cartuchos al final de la jornada, se quedaban "en cajas abiertas" en la boca de la galería o escondida "en el tajo". Añadió que el vigilante, Emilio Llano, nunca le dijo que tenía que devolver el explosivo sobrante y recalcó que éste no se destruía al final de la jornada. "Todos los compañeros utilizaban explosivos o detonadores y todos ellos tenían acceso a ese material", puso de manifiesto el testigo.
 
López, añadió que actualmente trabaja para otra de las explotaciones de la empresa, la mina Arbodas, y destacó que la seguridad en otros yacimientos de la compañía era mayor y que aumentó más aún tras los atentados del 11 de marzo de 2004. Explicó, además, que los últimos días de cada mes se medían los metros de trabajo realizados por cada minero y que, en función de la media resultante, se descontaba de sus sueldos el explosivo utilizado.
 
"No utilizaba monos de trabajo" en Mina Conchita
 
El testigo Ramiro López, otro de los mineros que ha trabajado en Mina Conchita, afirmó ante el tribunal del 11-M que Emilio Llano Álvarez, el encargado de la vigilancia de los polvorines de Mina Conchita, en donde se supone que los terroristas que causaron el atentado robaron los explosivos y detonadores, no realizaba un control exhaustivo de su contenido y que simplemente preguntaba a los trabajadores la cantidad sobrante de explosivo que empleaban, fiándose de las indicaciones que le proporcionaban.
 
También dijo que el acusado nunca le pidió que le devolviera ningún detonador o cartucho de explosivo sobrante y precisó que a cada grupo de picadores podía dejar un kilo y medio de explosivo sin utilizar. Además, precisó que cualquier trabajador podía tener acceso a este material. Dijo que él no llevaba mono de trabajo, se ponía unos vaqueros y una camiseta para estar en la mina. Y es que según dijo, la empresa les daba el dinero para que compraran ropa.
 
El testigo relató que los trabajadores "anotaban" lo que gastaban y luego se lo comunicaban a Llano para que tomara cuenta de esa cantidad para descontar ese consumo de su salario al exceder el margen fijado, tal y como establecía el convenio colectivo de la empresa. Mostró su creencia de que la mina no tenía vigilancia durante el fin de semana y que podía darse la posibilidad de que las cajas de 25 kilogramos de Goma 2 Eco pudieran permanecer abiertas en los niveles de la mina. También remarcó que se podía dar la circunstancia de ver explosivos y detonadores en la boca de la mina.
 
El testigo afirmó que el encargado de los minipolvorines de la mina –que carecían de seguridad específica– prestaba las llaves de éstos a los primeros trabajadores que llegaban a trabajar para coger los detonadores y subir por el cable la sustancia explosiva hasta el primer nivel de la mina. Precisó también que en la mina no se empleaban detonadores de aluminio y no pudo precisar cuándo realizaba la Guardia Civil las revisiones de los polvorines.
 
A preguntas de la fiscal Olga Sánchez, el ex picador de Mina Conchita subrayó que sí apreció un cambio en la seguridad de la empresa tras las detenciones de "ciertas personas", desde marzo a junio de 2004. Corroboró que Trashorras trabajó como ayudante en la minería y que podía acceder a detonadores y explosivos durante el periodo en que permaneció en la empresa.

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