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Un comisario de la UCII declara que no hubo órdenes para orientar la investigación hacia ETA

Además de la segunda parte de la declaración de "Manolón", la vigésima sesión del juicio por el 11-M ha dejado el testimonio del comisario de la Unidad Central de Información Interior (UCII) que participó en la investigación sobre el origen de los explosivos utilizados en los atentados. Casi todas las acusaciones se han esforzado, sin éxito, en que descartara la participación de ETA. Lo único que ha dicho es que no recibió órdenes del Ministerio del Interior o de la Dirección de la Policía para orientar las pesquisas hacia la banda terrorista. El presidente del tribunal ha reprendido a un abogado que pretendía establecer la responsabilidad de Ángel Acebes: "Que yo sepa el ex ministro no está procesado", le ha tenido que recordar.

Además de la segunda parte de la declaración de "Manolón", la vigésima sesión del juicio por el 11-M ha dejado el testimonio del comisario de la Unidad Central de Información Interior (UCII) que participó en la investigación sobre el origen de los explosivos utilizados en los atentados. Casi todas las acusaciones se han esforzado, sin éxito, en que descartara la participación de ETA. Lo único que ha dicho es que no recibió órdenes del Ministerio del Interior o de la Dirección de la Policía para orientar las pesquisas hacia la banda terrorista. El presidente del tribunal ha reprendido a un abogado que pretendía establecer la responsabilidad de Ángel Acebes: "Que yo sepa el ex ministro no está procesado", le ha tenido que recordar.
L D (Europa Press) El comisario de la UCII de la Policía dejó claro que en ningún momento recibió instrucción alguna del ministro del Interior para orientar la investigación del 11-M hacia la organización terrorista ETA. Este testigo insistió en que ni desde la Dirección General de la Policía ni del Ministerio que dirigía Ángel Acebes "recibimos instrucción en ningún sentido" para orientar la instrucción, y destacó que a las tres de la tarde del 11-M tuvieron "sospechas bastante firmes" de que el terrorismo islamista estaba detrás de la masacre.
 
El letrado Manuel Murillo, que representa a una de las acusaciones, quiso insistir entonces en esta idea preguntando si tuvo constancia de alguna "instrucción" del Gobierno a las embajadas sobre la posible autoría de ETA. El presdiente del tribunal no le dejó continuar y le aclaró que no había lugar para esa pregunta: "A qué viene", preguntó Goméz Bermúdez. El abogado explicó que pretendía determinar la responsabilidad de Ángel Acebes, a lo que el presidente del tribunal le espetó: "Que yo sepa el ministro del Interior no está procesado".
 
Como experto en la lucha antiterrorista, el testigo aseguró que las organizaciones armadas son "bastante herméticas" en cuanto a su estructura interna y tienen cuidado de relacionarse entre ellas.
 
Trashorras no habló de explosivos
 
El comisario de la UCII colaboró en el interrogatorio efectuado el 17 de marzo de 2004 al acusado José Emilio Suárez Trashorras e indicó ante el tribunal que el ex minero "nunca les habló de explosivos", si bien reconoció que había llevado a "unos amigos moros", a los que había contado que era minera a las instalaciones de Mina Conchita en una visita que estos efectuaron a Avilés.
 
Especificó que Trashorras les contó que se dedicaba al tráfico de hachís y conocía a unos "moros" que le vendían esa sustancia que eran radicales y tenía la sensación de que podían estar relacionados con los atentados. Según su testimonio, el ex confidente nunca realizó mención alguna a la banda terrorista ETA. Una afirmación con la que respondía a una pregunta insistente del fiscal jefe de la Audiencia Nacional. De hecho, el testigo llegó a preguntar a Javier Zaragoza qué era lo que quería que dijera. Al final, también declaró que Trashorras no les habló de que algunos de sus conocidos "moros" tuviera relación con los etarras detenidos en la denominada "caravana de la muerte".
 
A partir de la descripción ofrecida por el ex minero los agentes intentaron recabar todos los datos posibles relacionados con los amigos "moros" con objeto de identificarles y localizar sus viviendas. El ex minero únicamente les ofreció un nombre —Rafa— y les dijo que en las visitas realizadas a Madrid le habían llevado a una casa que se encontraba en la zona de Morata de Tajuña. En este punto las acusaciones también insistieron para que concretase si se trataba de Rafa Zouhier. El testigo no lo hizo.
 
Declaración en presencia de Carmen Toro y detención de madrugada
 
El interrogatorio a Trashorras, explicó, se prolongó durante todo el día 17 y continuó durante la madrugada. Se extendió durante tantas horas debido a las dificultades policiales para localizar las viviendas mencionadas por Trashorras, cuyas informaciones eran muy imprecisas, explicó el comisario. La detención del ex minero se produjo finalmente durante la mañana del día 18 "por órdenes de Madrid", especificó. "Si tenemos 200 muertos encima de la acera de Madrid hay que tener la máxima información al respecto", se justificó el policía.
 
El comisario confirmó que durante todo el interrogatorio la ex mujer de Trashorras, Carmen Toro, estuvo presente de forma intermitente y dijo que incluso llegó a hablar con su marido a solas. No obstante, indicó que no se habló del tráfico de llamadas aunque confirmó que uno de los números registrados en la investigación de las tarjetas telefónicas relacionadas con los atentados que salían resultó ser de Carmen Toro.
 
El testigo describió su labor tras los atentados y dijo que se desplazó a Asturias para hacer comprobaciones sobre los detonadores localizados en la furgoneta Kangoo encontrada en Alcalá de Henares que podían proceder de la empresa Caolines de Merilles, que tenía varias explotaciones en Asturias. Durante las entrevistas celebradas con los responsables de Caolines no sacaron, dijo el testigo, "nada en claro". "Nos presentaron la empresa como un lugar modelo del que era imposible sacar ni un lapicero", indicó el comisario que añadió que los gerentes de la empresa no tenían constancia de que los detonadores provinieran de allí y les dijeron que era imposible que se hubieran sustraído de sus instalaciones.
 
De hecho, el comisario relató que su traslado a Avilés que desembocó en la detención de Trashorras se debió a informaciones circunstanciales. El objetivo era comprobar la ubicación de cabinas que habían recibido llamadas de tarjetas de móviles relacionadas con la investigación y compararlas con las direcciones de mineros que habían abandonado recientemente Caolines.

Su visita a Avilés, explicó, fue una gestión encomendada por su superior. Quedó reflejada en un informe interno que remite a su jefe y que redacta "cuando me lo piden, al cabo de unos meses".

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