(Libertad Digital) La declaración de Luis Garrudo, portero de la finca de Alcalá de Henares situada en las cercanías de la estación de tren de esta localidad, arrojó más contradicciones que certezas. Afirmó que al ir a por la prensa le llamó la atención la furgoneta Kangoo porque le resultaron sospechosas las "tres personas" que estaban al lado del vehículo, ya que uno de ellos estaba "totalmente tapado" y "no hacía mucho frío" esa mañana.
Esa persona llevaba "un bolso y una mochila o dos bolsos" y se encaminó hacia RENFE, aunque reconoció que no la vio entrar en la estación porque iba "muy deprisa. Además esa no era mi misión", dijo. A pesar de que el portero declaró que tenía la cara totalmente cubierta –"sólo se le veían los ojos"– y que no estaba muy cerca de ellos, afirmó que tenían la "tez bastante clara".
Luis Garrudo, que trabaja de conserje en la finca de Alcalá desde hace 14 años, había adelantado ese día su horario de trabajo ya que tenía que acudir por la tarde a un funeral. Como hacía todas las mañanas –aunque aquél 11 de marzo acudió una hora antes– fue a la estación de RENFE a comprar la prensa gratuita. En las inmediaciones de la estación fue donde le llamó la atención la furgoneta Kangoo. Y lo hizo por las tres personas que estaban, según él, junto al vehículo. "Yo observé una furgoneta y me resultaron sospechosos los que estaban al lado, porque uno iba totalmente tapado, y no hacía mucho frío esa mañana. Los otros dos estaban dentro, creo que uno se estaba poniendo un gorro".
A preguntas de la Fiscalía, declaró que "el que estaba fuera llevaba dos cosas: un bolso en la mano y otro en el hombro. Ese se dirigió a los trenes", afirmó en un primer momento. Aunque más tarde, a preguntas de las acusaciones reconoció que "no lo había visto entrar en la estación". "Además esa no era mi misión", precisó. Añadió que "era una persona delgada y alta y joven". "En mi primera impresión me dio que no eran españoles". "Cuando vuelvo de recoger el periódico gratuito, el vehículo estaba allí pero las personas no".
También afirmó, que a pesar de considerar a los tres ocupantes de la Kangoo sospechosos, "no relacionó la furgoneta con las explosiones", en un primer momento, "luego ya sí". También se ha contradicho con una declaración que realizó el 19 de mayo de 2004. En esa fecha declaró que había hablado con el dueño de un gimnasio que hay en las inmediaciones y que éste le dijo que la furgoneta allí no estuvo estacionada por la noche porque él tuvo su coche aparcado la noche anterior. Pero le han tenido que leer su declaración porque en un momento negó que hablara con el dueño del gimnasio. También afirmó que no vio nunca en las inmediaciones el Skoda Fabia.
Asimismo, señaló que cuando llegó la Policía le preguntaron si eran extranjeros y les dije que a mí sí me lo parecían, aunque "no africanos ni muy oscuros, así que dije que podían ser de países del este". "Me preguntaban si podian ser árabes y dije que no lo sabía, que los vi muy poco". Tampoco pudo observar el interior de la furgoneta. "Ni se me ocurrió acercarme", afirmó. Pero sí estaba presente cuando los agentes inspeccionaron la Kangoo y señaló que no les vio hacer fotografías de la furgoneta.
Dudas acerca de quién se cambió de ropa en Vicálvaro
El testigo Luis Manuel Toscano López, trabajador de una obra cercana a la estación de tren de cercanías de Vicálvaro, afirmó ante el tribunal del 11-M que la persona a la que vió en las inmediaciones de su lugar de trabajo cambiándose de ropa la mañana de los atentados podía ser Mohamed Oulad Akcha o Rifaat Anouar, dos de los siete terroristas islamistas que muertos en el piso de Leganés. Asimismo, indicó que también se parecía al acusado de pertenencia a organización terrorista Mohamed Bouharrat.
El testigo, empleado en esta obra siuada a unos 150 metros de distancia de la estación de Vicálvaro, aclaró que, debido a la distancia a la que se encontraba, no pudo distinguir los rasgos faciales, y por ello su identificación se basó en las facciones que le resultaban "parecidas". Recordó durante la vista que la persona a la que vio en las inmediaciones de la obra el 11 de marzo del 2004 se tenía una altura aproximada de 1,75 metros y era de complexión "normal tirando a fuerte".
El testigo presenció cómo éste individuo se cambió de ropa entre dos casetas destinadas a guardar las herramientas de la obra. Posteriormente, y cuando el individuo no se hallaba ya presente en el lugar, el testigo pudo apreciar que las vestimentas abandonadas eran "ropa en buen estado", entre la que destacaba un pantalón "vaquero azul clarito". Afirmó también que en una primera identificación identificó a cuatro personas que se parecían, "por igual", al que él había visto. Dijo que podría ser, por sus rasgos español, aunque cuando le preguntan, durante el juicio, si le enseñaron fotos de españoles dijo que "no le puedo decir". El testigo informó a la Guardia Civil, que se personó en la zona a las 10.00 horas.
Tarjetas telefónicas en la basura
Otro de los empleados de la obra, Alberto Arozamena, afirmó que ese día halló además, en un contenedor dentro del perímetro de la obra "unos guantes y un gorro de montaña". También precisó que en una papelera cercana localizó un puñado de "pilas alcalinas, tarjetas telefónicas y una especie de circuito integrado", que se retiraron para entregarlas a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Además corroboró el testimonio de su compañero y matizó que en su opinión la ropa "parecía bastante buena" y que esta persona la depositó en la parte baja de una de las casetas. Además, precisó que dichas tarjetas eran de color rojo y que tras informar a la Guardia Civil del hecho, los agentes le ordenaron que ningún trabajador tocara las prendas.
Cadena de custodia
El agente de la Benemérita que acudió a la estación de Vicálvaro a recoger la ropa sospechosa dijo que en la obra encontraron un pantalón vaquero, un pasamontañas, unos guantes y una bufanda tubular. El obrero les explicó que vió a un joven cambiarse y que le extrañó "porque lo hizo dentro de la obra y llevaba ropa debajo".
El guardia civil indicó además que no fue posible realizar un estudio de restos lofoscópicos recogidos en la zona donde se localizó la ropa ya que "eran inútiles". Después de realizar una cadena de custodia de las pruebas encontradas el agente llevó al día siguiente la ropa a la Comandancia de la Guardia Civil en Tres Cantos donde la depositó y firmó el acta correspondiente.