(Libertad Digital) "Explotar minas no es sinónimo de ser verde, ¿no crees?". Se pregunta John Mullins, un vecino de Cookeville. En 1973, el ex senador de EEUU, Albert Al Gore padre adquirió los terrenos y los derechos de explotación de una cuenca minera de cinc. Después se lo cedió a su hijo de 25 años de edad y su nuera previo pago de 140.000 dólares. En las tres décadas de explotación, se estima que Al Gore se ha embolsado más de 500.000 dólares en concepto de arrendamiento de sus derechos de explotación. Eso es al menos lo que relata el diario The Tennessean en su edición de domingo, como ha adelantado Barcepundit.
Después de cuatro años de inactividad, Strategic Resource Acquistion, una compañía canadiense, se ha hecho con los derechos de explotación y piensa reanudar la actividad bajo el nombre de MidTennesse Zinc. Lo hará a finales de este año. La compañía canadiense asegura al diario The Tennessean que la mina ha producido 2.600 millones libras (unidad de medida anglosajona) de cinc y estima en 26 millones de toneladas el material metálico restante. Lo que le augura una larga vida.
The Tennessean saluda los beneficios que la apertura del complejo minero traerá a la región. Empleará a unas 250 personas. Una cifra nada detestable en un depresivo "rural Tennessee Medio". Otra inyección económica es la que "los explotadores de las minas pagan a los residentes, como Al Gore, que poseen las tierras adyacentes a la mina y gravan el acceso al cinc bajo su feudo".
Riesgos de contaminación
Estos son los beneficios de la explotación minera a los que el ex vicepresidente viene accediendo desde hace por lo menos 30 años. Pero existen ciertos riesgos. Cierto es que no se puede acusar a Al Gore de haber dañado seriamente el medio ambiente. Pero cierto es también que existen riesgos con las emisiones tóxicas de la explotación de metal y las descargas en los canales hídricos.
Fue en 1998 cuando apareció el primer estudio sobre las emisiones tóxicas de la explotación de cinc firmado por The Environmental Protection Agency (EPA). En el quinquenio 1998-2003; se registraron 724.800 kilos de sustancias tóxicas en el aire, el agua y la tierra del complejo de minas interconectadas en Carthage conocido como Gordonsville Min and Mill y 1,1 millones de kilos en Cumberland, también incluida en el área; según un informe de EPA. En total, más de 1,8 millones de kilos de vertidos durante el periodo.
En 2002, Gordonsville-Cumberland minas ocupó el puesto vigésimo segundo en el ranking de las minas de metal. El mismo Al Gore reconoce que los niveles de 2002 pusieron a la mina las más "sucias" de Estados Unidos. En 2004, en Clarksville la planta intermedia donde se procesa el metal de las cuencas mineras de la zona emitió más de 11,7 millones de kilos de polución.
Respecto a los peligros hídricos, en 2003 un informe titulado: Tennesse Source Water Assessment Report aseguraba que la mitad de los recursos de agua del estado estaba bajo una "alta susceptibilidad" de contaminación. En 2006, expertos de medio ambiente denunciaban en un estudio que Tennessee necesitaba una aproximación más ajustada a la realidad sobre el grado de salubridad de las aguas subterráneas.
Todos estos peligros potenciales parecen incompatibles con quien se considera un agitador de conciencias y un promotor ejemplarizante del buen hacer medioambiental. Eso es al menos lo que perciben algunos vecinos de Carthage. "Gore no camina el camino", dicen.