L D (Europa Press) El segundo testigo policial que declaró este miércoles fue el agente, experto en ETA, que inspeccionó la Kangoo en Alcalá. En los mismos términos ha respondido a las preguntas, muy parecidas, de la fiscal, del abogado de la Asociación de Víctimas del 11-M y del letrado José Luis Abascal, que ejerce la defensa de Zougam y de Basel Ghalyoun: por tres veces ha repetido que la furgoneta estaba vacía cuando hizo esa primera inspección. Desde fuera, apreció que no había objeto alguno en la parte de carga del vehículo. Cuando accedió al interior de la Kangoo el perro experto en detectar explosivos, al abrir la puerta de la furgoneta, tampoco vieron nada en su interior. Además, el perro no tuvo que esquivar obstáculo alguno.
Pese a esta declaración, ratificada ante el tribunal del 11-M en la misma línea que lo declarado por este testigo ante el juez instructor, el auto de procesamiento de Del Olmo sostiene que dentro de la Kangoo había cerca de cien objetos. De esos, entre los que se cuentan dos mantas, un jersey, dos bufandas, tres guantes, 14 chalecos de fútbol y una bolsa de Carrefour, hay "61 evidencias". Las más llamativas, los detonadores y la cinta coránica. Sólo se tuvo conocimiento de esto cuando el vehículo había sido trasladado a la Comisaría de Canillas. A este complejo policial llegó una hora antes de lo que indican los informes oficiales. Además, Del Olmo incluyó en el sumario dos informes que se atribuían, a horas distintas, la primera inspección de la Kangoo.
El testigo ha explicado que lo primero que hizo cuando llegó a Alcalá fue buscar "un elemento de suficiente entidad que pueda albergar u ocultar un artefacto explosivo" colocado en la Kangoo para hacerlo estallar con la intención de borrar las huellas que hubiera en el vehículo, además de comprobar si había "signos de forzamiento" y si las placas de matrícula habían sido manipuladas. Al determinar que no concurrían ninguno de estos elementos, a pesar de que la furgoneta, como él mismo comprobó en ese momento, había sido robada doce días antes de los atentados, el 28 de febrero de 2004, consideró que lo observado no se correspondía con el "modus operandi" de ETA. Algo, ha precisado, que no implicaba que no se fuera a seguir una línea de investigación.
Posteriormente, según su relato, se dirigió a la estación de Alcalá para preguntar si existían cámaras de seguridad. Un empleado, que dijo no recordar quién era, le explicó que había un sistema de grabación que estaba anulado y que a través de las cámaras se tenía sólo "visión directa", pero lo captado no quedaba grabado en cinta. También habló con el portero de la finca, que le indicó que le sorprendió que los tres sospechosos que vio vistieran con ropas de abrigo, cuando no hacía prácticamente frío, y le habló de la altura que tenían, y que pensó que podía tratarse de personas de países de Europa del Este. Este último dato, ha explicado el testigo, no lo volvió a comentar el portero cuando declaró en la Brigada Provincial de Información.
Posteriormente, según su relato, se dirigió a la estación de Alcalá para preguntar si existían cámaras de seguridad. Un empleado, que dijo no recordar quién era, le explicó que había un sistema de grabación que estaba anulado y que a través de las cámaras se tenía sólo "visión directa", pero lo captado no quedaba grabado en cinta. También habló con el portero de la finca, que le indicó que le sorprendió que los tres sospechosos que vio vistieran con ropas de abrigo, cuando no hacía prácticamente frío, y le habló de la altura que tenían, y que pensó que podía tratarse de personas de países de Europa del Este. Este último dato, ha explicado el testigo, no lo volvió a comentar el portero cuando declaró en la Brigada Provincial de Información.
Ni datos "objetivos" ni "fehacientes" sobre el relato de los hechos
Antes de este testimonio se produjo el de una inspectora de la Unidad Central de Información. Expuso durante su comparencia como testigo protegido que su sección ha manejado siempre la hipótesis de que los autores materiales que colocaron los explosivos en los trenes de cercanías fueron 13 e indicó que, aunque no puede confirmarlo con datos objetivos, no descarta que fueran apoyados por varias personas más que pudieron realizar labores de "vigilancia". El testigo relató que la UCI carece de "datos objetivos y fehacientes" en determinadas partes del relato de los hechos. Por ejemplo, reconoció que sobre el modo en que los terroristas recopilaron información sobre los objetivos y el modo en que prepararon el atentado, su unidad se movió en el terreno de las hipótesis.
Su relato dejó en evidencia las lagunas que sigue habiendo en la investigación. Dentro de las conjeturas, sugirió que pudo haber un tercer coche utilizado para transportar a los terroristas a Alcalá de Henares o a otros puntos y que podría haber más material explosivo que no ha sido localizado todavía. La inspectora, que actúa como analista de los atentados, especificó, además que tanto en la casa de Leganés como en la finca de Morata las Fuerzas de Seguridad del Estado localizaron material genético correspondiente a personas anónimas no identificadas.