
(Luis del Pino) Desde horas después del 11-M, todos los esfuerzos estuvieron dirigidos a que los españoles apartaran su vista de los focos de explosión de las bombas y la fijaran en una serie de pruebas aparecidas fuera de los trenes. Nos presentaron una versión oficial basada en cuatro pruebas fundamentales: una furgoneta Kangoo donde se encontró un resto del explosivo Goma2-ECO; una mochila aparecida en una comisaría de Vallecas y cargada con Goma2-ECO; un coche Skoda Fabia donde se detectó nitroglicol, componente (entre otros explosivos) de la Goma2-ECO; y la explosión de Leganés, que se produjo con Goma2-ECO. Gracias a esas pruebas aparecidas fuera de los trenes, y cuya veracidad está en cuestión desde hace muchos meses, nos dijeron que las bombas del 11-M usaban Goma2-ECO.
A partir de esa premisa, se construyó toda la versión oficial. Nos dijeron que esa Goma2-ECO había sido suministrada por unos delincuentes asturianos relacionados con el sector minero. Nos dijeron que esos asturianos habían entregado la Goma2-ECO a unos islamistas que prepararon las bombas de los trenes. Y, al mismo tiempo que nos decían eso, nos ocultaron los informes de análisis de los focos de explosión de los trenes de la muerte. Y nos los siguieron ocultando durante tres años.
No sólo se ocultaron los análisis realizados el 11-M. También se ocultaron los listados de las muestras encontradas en cada uno de los focos de explosión. Al sumario del 11-M no se incorporó, a lo largo de los más de dos años transcurridos hasta el cierre oficial del mismo, algo tan simple como la lista de objetos y muestras recogidas para análisis en cada tren.
Las acusaciones que representan a las víctimas del 11-M pidieron al juez Del Olmo, en repetidas ocasiones, que se exigieran a la Policía los análisis de los focos de explosión. Pero el juez Del Olmo rechazó una y otra vez esas peticiones. Ha tenido que cerrarse el sumario para que, al fin, el tribunal encargado de juzgar el 11-M, presidido por el magistrado Gómez Bermúdez, haya autorizado la realización de esos análisis periciales que hubieran debido hacerse tres años antes.
Y el resultado de los análisis efectuados mediante la técnica de cromatografía de gases refleja que en todos los focos de explosión del 11-M aparece dinitrotolueno, componente de diversos explosivos (como por ejemplo el Titadyne de ETA), pero no de la Goma2-ECO.
Si en los trenes estalló un explosivo distinto de la Goma2-ECO, querría decir que la mochila de Vallecas era una prueba falsa, como se había denunciado; que la furgoneta de Alcalá era una prueba falsa, como se había denunciado; que toda la trama asturiana suministradora de Goma2-ECO no era más que una inmensa cortina de humo destinada a justificar ante la opinión pública una falsa trama islamista. La versión oficial quedaría definitivamente desacreditada.
Quizá por eso han empezado ya las maniobras de intoxicación. El periódico ABC reconoce este martes la aparición de dinitrotolueno en los focos de explosión de los trenes, pero acto seguido dice que el análisis demuestra que ETA no participó en los atentados. La realidad es justo la contraria: la aparición de dinitrotolueno (componente de Titadyne) abre la puerta a la participación de ETA en los atentados y descarta que la Goma2-ECO de Mina Conchita se utilizara en los trenes de la muerte.