(Libertad Digital) El diario detalla que los contactos entre Jamal Zougam y el Centro Nacional de Inteligencia comenzaron en el año 2001. "Me dijeron que tenía que ir a la mezquita a ver si hay alguien que viene de un país donde existe la yihad y a cambio me daban lo que quisiera: un piso, pasaporte español, chicas guapas... Y, además, si quiero traficar con droga o traer familiares de mi país. Lo que haga falta".
El marroquí se negó. Así se lo dijo a varios agentes que "vinieron a la tienda, me enseñaron una placa y me obligaron a ir con ellos en un coche y dimos unas vueltas hablando de esto". A uno de esos agentes le volvió a ver tres años después en la Comisaría de Canillas, allí fue trasladado cuando fue arrestado el 13 de marzo de 2004: "Ese mismo señor en la comisaría de Canillas me dijo: Si hubieras colaborado con nosotros no te habría pasado esto".
Sobre los cuatro testigos que según el sumario reconocieron a Jamal Zougam en los trenes del 11-M, la defensa del marroquí sostiene en su escrito que uno de esos testigos, el S-20-04-A-27, aseguró que el procesado colocó una bolsa en el piso bajo de un vagón que minutos después estalló en la estación de El Pozo. Sin embargo, recuerda que los Tedax han certificado que la explosión de ese mismo vagón se registró en el piso superior. Otros dos testigos, recuerda el letrado, identificaron a Zougam cuando su fotografía ya había sido difundida en los medios de comunicación.
En las declaraciones a El Mundo, explica Antonio Rubio, el procesado se muestra, con tono arrogante, convencido de que los testigos no podrán mantener sus afirmaciones: "Los testigos fueron buscados y pagados, pero creo que para la próxima vez deberán buscarlos con mejor memoria o a lo mejor tiene razón el refrán de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo".