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PINOCHET Y EL LIBERALISMO DE BOLSILLO, por Federico Jiménez Losantos

El editor de LIBERTAD DIGITAL polemizó en diciembre de 2000 con Paul Craig Roberts sobre las reformas económicas aplicadas por el régimen de Augusto Pinochet. La tesis de Federico Jiménez Losantos es que el abuso contra la libertad nunca puede justificarse en el éxito económico de un país. A continuación, reproducimos aquel artículo, que se conserva vigente en la hora del juicio histórico sobre el dictador chileno, fallecido este 10 de diciembre de 2006 a los 91 años de edad. 

Este artículo es una réplica al de Paul Craig Roberts Los enemigos del mercado.

(Libertad Digital - Federico Jiménez Losantos) Hay una tendencia inconfesablemente racista tanto en la izquierda como en la derecha de Europa y los USA según la cual las dictaduras están justificadas y pueden resultar beneficiosas para los países del Tercer Mundo. Que se haga en nombre de la Justicia es la coartada socialista y comunista para la defensa de tiranías como la cubana o la sandinista, una excusa intelectual e inmoral que Carlos Rangel criticó demoledoramente en "Del buen salvaje al buen revolucionario" y "Tercermundismo".

Pero en torno al "Caso Pinochet" está desarrollándose un discurso que, en nombre del liberalismo, supone una manipulación de la historia y justifica lo injustificable en materia de libertades apelando a los resultados económicos del régimen que las conculcó. Paul Craig Roberts en su artículo Los enemigos del mercado, desarrolla, sin duda de forma involuntaria, una argumentación típicamente marxista: los atropellos a la libertad están justificados por los resultados económicos de la gestión de los liberticidas.

Pues bien, ni lo están en los regímenes comunistas ni en los capitalistas, porque nunca la libertad económica y la prosperidad se asientan de forma duradera sobre la falta de libertad política. Y, sin un poder judicial independiente, base de cualquier Estado de Derecho, no puede haber libertad real ni auténtica prosperidad.

Los que desde posiciones liberales hemos defendido públicamente, tanto contra la Izquierda revanchista como contra la derecha acomplejada, que Pinochet no debía ser juzgado en España, lo hemos hecho basándonos en dos razones: que nuestro país reconoce en Chile una democracia y que, en consecuencia, el enjuiciamiento moral, político o incluso legal corresponde a los chilenos. Esto es: a los poderes democráticamente establecidos o paulatinamente restablecidos después de la renuncia de Pinochet en 1990.

Chile ha cambiado desde entonces dos veces de gobierno y de tendencia política. Ha podido elegir y regular su política en materia de Justicia y también su orientación económica. Por mucho que lamentemos el triunfo de los socialistas en Chile, no puede identificarse sin más con las iniciativas del juez Guzmán. Y por mucho que justifiquemos el golpe de Estado contra Allende, no hay ninguna relación de causa-efecto entre los crímenes que se investigan en la "Caravana de la Muerte" y la política económica liberal de Pinochet.

En primer lugar, porque la reforma de las Pensiones no precisa de la tortura y el asesinato. Y en segundo lugar, que debería ser el primero a la hora de hacer identificaciones categóricas y peligrosas, porque cuando el régimen de Pinochet mataba sin necesidad real de hacerlo estaba haciendo un política económica que de liberal tenía tan poco como todo lo demás.

Sólo después de fracasar en su política intervencionista, típicamente cuartelera, Pinochet llamó a los "Chicago boys" a la desesperada, para que arreglaran una situación financiera que llevaba a la ruina no sólo al país en general sino a su dictadura en particular. Pinochet dio el golpe para evitar el comunismo, no para implantar el liberalismo. Como sucediera con Franco, sólo tras fracasar el intervencionismo de derechas se decidió a llamar a los tecnócratas de signo liberal. Con éxito, afortunadamente. Pero no hasta el punto de ocultar los móviles y la realidad de su sistema político

Dice Craig Roberts. "Hay mucho escondido tras la persecución de Pinochet. Al desacreditarlo, la izquierda pretende desacreditar también sus reformas económicas y políticas. Tales reformas y no un anciano enfermo son el verdadero blanco. Una vez desacreditado Pinochet, la izquierda insistirá en el reemplazo de todas esas "injustas" soluciones liberales". A mí me parece que el ilustre ex-Subsecretario del Tesoro lleva a cabo a favor del dictador la misma mezcolanza que reprocha a la izquierda y que utiliza un liberalismo de bolsillo para defender algo que no tienen nada que ver con la libertad.

Puede que la izquierda chilena necesite identificar las reformas liberales con Pinochet para destruirlas. Pero ciertamente los liberales de Chile, de España y de todo el mundo no necesitamos identificarlas con la dictadura de Pinochet y sus peores episodios represivos para defenderlas. Si la libertad económica -que no puede existir, insistimos, al margen de un Estado de Derecho- dependiera para sobrevivir de su asociación con el futuro de Pinochet, poco futuro tendría la libertad. Pero lo tiene, sin necesidad de falsos amigos ni de enemigos de pacotilla. Que los chilenos defiendan su pasado y protejan su futuro. Pero no convirtamos entre todos su presente en una película del Far West.

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