(Libertad Digital) Explica El Mundo que el pasado 15 de agosto apareció en Leganés, muy cerca del piso de la calle Martín Gaite en el que supuestamente se suicidaron los islamistas del 11-M, un paquete con cinco kilos de Goma 2 Eco, similar a la que la versión oficial sostiene que se utilizó en los atentados de Madrid. El explosivo, listo para estallar, estaba en manos de un confidente policial.
Aunque en un principio se pensó que se trababa de una caso de delincuencia común, las investigaciones han salpicado a agentes de la Policía Nacional y ahora, apunta la información que firma Fernando Lázaro, se sospecha que "fue un policía el que facilitó, a través de terceras personas, el explosivo al confidente para que se lo entregara a alguien aún por identificar. Y no se descarta que se tratara de islamistas radicales".
A raíz de la aparición de los explosivos se puso en marcha una investigación y el caso recayó en el juez Del Olmo, de guardia ese día en la Audiencia Nacional. Aunque hubo tomas de declaración en la Policía y la Audiencia Nacional, el magistrado, detalla El Mundo, "dejó en libertad tanto al confidente que estaba en posesión de los explosivos como al que, según éste, se los había proporcionado: un vecino de la localidad madrileña de El Álamo. La mujer del confidente, que le acompañaba aquella noche también quedó en libertad". Junto al confidente estaba un guardia civil, que no ha sido llamado a declarar.
Un sospechoso en la comisaría de Puente de Vallecas
Las pesquisas han conducido hasta ahora a varios agentes de la Policía, cuyos teléfonos están intervenidos por orden de Del Olmo. Y se da la circunstancia de que uno de los sospechosos estuvo destinado, en la noche del 11-M, en la comisaría del Puente de Vallecas, la misma donde apareció la considerada mochila número 13 envuelta de sospechas y enigmas.
Recoge el diario que "el dato que más alarma ha creado entre los agentes antiterroristas de Madrid es la coincidencia de que uno de los sospechosos de formar parte de esta trama que presuntamente traficaba con explosivos estuviera también directamente relacionado con labores de vigilancia en la comisaría de Puente de Vallecas". Y recuerda en este punto que "un inspector de la comisaría de Puente de Vallecas denunció, en un escrito enviado al director general de la Policía y publicado por El Mundo, que la cadena de custodia de la mochila se había roto. Es decir, durante algún tiempo la prueba clave del 11-M estuvo fuera del control policial".
La vigilancia de la mochila número 13
Tras la publicación de la denuncia, el juez Del Olmo, que hasta entonces la desconocía, llamó a declarar al inspector. Explicó que el 11-M sólo vio una única bolsa con características similares a la presuntamente utilizada por los terroristas pero cuando el magistrado le enseñó la que fue descubierta en la comisaría de Vallecas, "el agente negó rotundamente que se tratara de ella y concretó que había diferencias sustanciales en la forma, el color y las asas. Además, en el informe conjunto elaborado por la UCIE y la UCI en agosto 2005 a instancias de Del Olmo, se afirma que existe un vestigio físico sobre la parte externa de la mochila-bomba desactivada por el Tedax, registrado como PERFIL 11, que por las peripecias sufridas por dicha mochila y porque pudo ser manipulada por personas no identificadas en Ifema, consideramos que no necesariamente pertenece a un terrorista".
Hay otro dato que acerca la trama policial sobre tráfico de explosivos ahora investigada al 11-M. El lugar en el que estaba el confidente policial con el explosivo el pasado mes de agosto está a sólo dos minutos en coche de la calle Martín Gaite en Leganés, donde supuestamente se suicidaron los que la versión oficial considera autores materiales del a masacre. Esta, concluye El Mundo, es "una de las circunstancias que más inquietó a los investigadores".