L D (EFE) Nacido el 7 de noviembre de 1952 en una familia de origen árabe de Pindamonhangaba, a 140 kilómetros de Sao Paulo, Alckmin nunca perdió la esperanza ante las encuestas que vaticinaban la reelección de Lula en la primera vuelta, con más de 20 puntos de ventaja. Con una calma digna de su profesión de anestesista, el candidato del PSDB siempre insistió en que las encuestas estaban para las elecciones como los entrenamientos para los partidos de fútbol, y el premio a su porfía le llegó hoy con el paso a la ronda decisiva.
Católico y conservador, Alckmin superó el pesimismo de sus propios aliados, muchos de los cuales atacaron públicamente su campaña mientras que otros evitaron "salir en la foto" con el candidato para no quemarse políticamente. Pero Alckmin, con la "fe del carbonero" insistió en su sueño y con un discurso de gerente eficaz y de hombre de manos limpias, sin escándalos de corrupción a cuestas, ganó fuerza en la recta final de la campaña y empujó la definición de la Presidencia para la segunda ronda.
La imagen de político serio, inteligente, honrado y excelente administrador de Alckmin terminó por beneficiarlo en una campaña marcada por denuncias de corrupción en el Partido de los Trabajadores (PT) y en el entorno de Lula. "Nuestra campaña mostrará que Brasil puede ir mejor y tener un gobierno ético, honesto, como es el pueblo brasileño", expresó hoy en sus primeras declaraciones tras conocer los resultados oficiales.
El problema de Alckmin está en su poco carisma, que le impide llegar con facilidad al corazón del ciudadano de a pie, lo contrario de Lula, que no tiene pelos en la lengua cuando se sube a una tarima para hacer campaña. A mitad de campaña, para tratar de hacerlo más popular, sus asesores lo convencieron de que era mejor presentarse como Geraldo y no como Alckmin, ya que a buena parte de la población brasileña le costaba trabajo pronunciar su apellido árabe.
Casado con María Lucia Alckmin, con quien tiene tres hijos, Sofía, Geraldo, y Thomaz, ya adultos, el aspirante mantiene su vida privada lejos de los medios de comunicación y se refugia cada vez que puede en su natal Pindamonhangaba. Fue en esa ciudad que Alckmin comenzó su carrera política a los 19 años, cuando fue elegido concejal. A los 23 se convirtió en alcalde, tras lo cual alcanzó un escaño en la Asamblea Legislativa de Sao Paulo, y luego fue diputado federal, vicegobernador y gobernador paulista. Su mentor político, el gobernador de Sao Paulo, Mario Covas, murió el 6 de marzo de 2001, con lo cual Alckmin heredó el cargo, que refrendó en las urnas en 2002.
Su mandato como gobernador iría hasta fin de este año, pero el pasado 31 de marzo renunció con una aprobación récord del 70 por ciento a su gestión, para dedicarse a una dura campaña presidencial que inclusive para algunos de sus amigos era un esfuerzo en vano. Las urnas mostraron este domingo que Alckmin tenía la razón.