Por José Carlos Rodríguez
Navarra se ha convertido en una pieza del intercambio de cromos entre el Gobierno y la banda terrorista ETA en sus negociaciones, las que permitan a Rodríguez Zapatero presentarse en 2008 con el lema del abandono del terrorismo por la banda asesina. De estas negociaciones han sido víctimas las que ya lo eran del terrorismo, más el ex fiscal jefe de la Audiencia Nacional Eduardo Fungairiño, la estricta aplicación del Estado de Derecho sobre el entorno etarra, y ahora Navarra.
ETA no ha cambiado un ápice su posición, pese a lo que pueda parecer. No ha abandonado su chantaje sobre la sociedad española con su anuncio de "alto el fuego permanente". Por el contrario lo que hizo fue renovarlo, ya que la interrupción (no completa, como ha demostrado recientemente) de su actividad criminal sigue condicionada al logro de sus objetivos políticos. Y ETA no ha renunciado a ninguno de ellos. Tampoco a Navarra, que en las ensoñaciones ahistóricas de los nacionalistas forma parte de una mítica Heuskal Herría, que jamás existió.
Para mostrarlo hemos recurrido al mejor entre los medievalistas españoles, Claudio Sánchez Albornoz, que hizo una síntesis de sus hallazgos en un artículo titulado Vasconia, o la España sin romanizar. Sánchez Albornoz, catedrático a los 25 años, fue también ministro de Estado del Gobierno de Azaña en 1933. En él se basa Ricardo de la Cierva para su síntesis histórica, así como en Jaime Ignacio del Burgo, historiador y político. De ellos sacamos estas notas.
Orígenes del País Vasco
Los auténticos vascones se encontraban en Navarra y la franja occidental de Aragón. Fueron sometidos sin mucha resistencia por los romanos, que de todos modos no mostraron un excesivo interés por ellos, al no contar con riquezas que entonces fueran especialmente valoradas. Todo cambió con la caída del Imperio, que les permitió "vivir a la intemperie histórica", dice Claudio Sánchez Albornoz, lo que les indujo "a abandonar su postura receptiva" hacia una romanización, que quedaría así interrumpida. Con las invasiones bárbaras a comienzos del V provocaron una expansión de los vascones, que ocuparon lo que la depresión vasca, que se llama vascongadas porque fue vasconizada, ocupada por ese pueblo, que echaron así a várdulos, caristios y austrigones, y mezclándose con ellos. Dice el historiador: "por causas que nos escapan los vascones mostraron un extraño dinamismo eruptivo con ocasión de la caída del poder romano en España" y " La entrada de los vascones en tierras de várdulos y caristios acaeció -no vacilo al afirmarlo- durante el período de anarquía que siguió a la caída del poder romano en España".
Sánchez Albornoz, en su ensayo, asienta que "no sólo es lícito sino obligado establecer en las sierras de Urbasa, Andía y Aralar la frontera perdurable que ha separado dos comunidades históricas dispares: la Euzcadi de hoy de la Navarra milenaria. Los navarros o eran iberos puros o hermanos de los puros iberos o estaban profundamente iberizados; y los habitantes de la depresión vasca si no eran Cántabros estaban muy emparentados con ellos". De modo que aunque tuvieran un origen común, situado en Navarra y el occidente de Aragón, se crearon dos comunidades históricas diferentes en la época de los reyes godos. Ya en época tardorromana Navarra dependía del convento jurídico de Zaragoza y las tres provincias vascas de Clunia, hoy Coruña del Conde.
Sancho III el Mayor, Rex Hispaniorum
El reino de Navarra se fue asentando hasta alcanzar su máximo esplendor con Sancho III el Mayor (1004-1035). Por lo que se refiere al territorio vascongado, limitaba al este con Navarra y al oeste con la marca oriental del reino de Asturias. Las tres provincias no fueron jamás independientes, y su destino estuvo unido alternativamente entre Castilla y Navarra, hasta que a finales del XII se unieron definitivamente a Castilla. En 1029 Álava y Castilla, entonces unidas, se unieron a Navarra, como lo hicieron, de forma independiente, Guipúzcoa y Vizcaya. Pese a que Álava era entonces inseparable de Castilla y a que los otros dos condados vascos fueron incorporados independientemente por Sancho III, y a que el reino también se extendió a León, la confluencia histórica de éstos en Navarra ha hecho que los nacionalistas tomen a Sancho III el Mayor como una especie de proto-lehendakari. Su intención era, en realidad, recuperar Hispania bajo su dominio, y de hecho se hizo enterrar con el título Rex Hispaniorum.
Cuenta Sánchez Albornoz que "Castilla se separó de Navarra en 1035 y fue despaciosamente recuperando sus fronteras primitivas En 1076, a la muerte de Sancho el de Peñalén, Vizcaya volvió al redil castellano. Con la primitiva Castilla fue unida otra vez a Navarra por Alfonso I el Batallador, rey también de Aragón (1109), pero desde la muerte de este rey (1134) formó siempre parte de la Corona de Castilla". ¿Qué fue de las otras dos provincias? "A fines del XII se incorporaron también a Castilla Alava y Guipúzcoa, la última voluntariamente. Y desde entonces el País Vasco, del cual sólo dos porciones habían vivido menos de dos siglos unidas a Navarra, vivió hasta hoy la historia de Castilla. Y con Castilla la historia de España".
Lucha por la permanencia en Castilla
Nada mejor que dejar que hable el historiador: "El patriotismo español de los vascos se hizo notorio cuantas veces corrió peligro su unión con Castilla. Reaccionaron unitariamente contra el acuerdo de Pedro I y el Príncipe Negro, por el cual el Rey Cruel cedía a Inglaterra el País Vasco, como compensación de la ayuda de las huestes inglesas contra su hermano Enrique II". Entonces lograron sus objetivos y se mantuvieron unidos al reino castellano. Volverían a demostrar su querencia más tarde: "Durante las frustradas negociaciones entre Enrique IV y Luis XI en torno al matrimonio de la Beltraneja y el Duque de Guiena, cuando el Impotente rey de Castilla estaba pronto a ceder el litoral vascongado, los vascos volvieron a alzarse contra su apartamiento de la Corona castellana -lo cuenta Mosén Diego de Valera- y obligaron a Enrique IV a jurar que nunca serían separados de Castilla. Fueron luego entusiastas partidarios de Isabel y Fernando en los comienzos de su reinado y defendieron heroicamente la frontera española contra Francia". Es más: "A principios del siglo XVI se sentían tan unidos a Castilla que, según Zurita cuenta, en 1508 solicitaron su incorporación a las cortes castellanas".
Sánchez Albornoz historia que "desde el siglo X hasta el XIX, no sólo no han alzado una sola pretensión secesionista: se han sentido muchas veces sacudidos por un entusiasta fervor español. Será tan difícil negar estos hechos como es fácil comprobarlos a cualquiera". Para él "la única causa de diferenciación entre los vascos y los otros españoles estriba en la perduración, en una zona cada vez más reducida de Vasconia, de la vieja lengua éuscara, que Dios conserve por los siglos de los siglos". Llama a las vascongadas "la abuela de España".