(Libertad Digital) El Protocolo de Kioto tendrá enormes costes para la economía española, que podrían superar los 20.000 millones de euros y la pérdida de entre 611.000 y 708.000 empleos. No obstante, el Gobierno ha defendido su adhesión al tratado con el objetivo de reducir las emisiones de CO2, que contribuyen al efecto invernadero.
Pero según los datos aportados por el propio Gobierno a Naciones Unidas, la adhesión española a Kioto no logrará reducir las emisiones españolas, ya que prevé que en 2010 aumenten hasta un 49 por ciento sobre la base de 1990, según declaró el experto Christopher Horner durante la conferencia. El ministerio de Medio Ambiente no ha podido confirmar la información por el momento. Los datos oficiales para 2003, último ejercicio para el que están disponibles, ya registraban un aumento del 40,62 por ciento.
La asignación prevista para España es un aumento de hasta el 15 por ciento en 2012. Este 15 por ciento, además, está condicionado a que la UE en su conjunto reduzca sus emisiones en un 8 por ciento, lo que parece poco realista. Si finalmente la UE no cumple, todos los países, incluido España, tendrán que presentar emisiones un 8 por ciento por debajo de las de 1990.
Libertad Digital ha preguntado al Ministerio de Medio Ambiente sobre las previsiones oficiales de emisiones para los próximos años, y se ha remitido al Plan Parcial 2008-2012, que se dará a conocer el próximo mes de junio. Desde el Ministerio se ha apuntado que, además del 15 por ciento, España contará con los derechos de emisión previstos en los "mecanismos de flexibilidad".
Europa frente a Estados Unidos
Christopher Horner, senior fellow del European Enterprise Institute (EEI), dijo en la conferencia que, en realidad, había solo dos países de la UE con posibilidades de cumplir el tratado, e ironizó sobre la declaración de la Comisión Europea de que "La Unión Europea debe seguir liderando con el ejemplo". Las emisiones europeas han aumentado cerca de un cinco por ciento desde que se firmó Kioto, en 1997, mientras que los Estados Unidos, que no ratificaron el tratado, han aumentado sus emisiones un 0,007 por ciento en el mismo período.
Ni siquiera la ciencia detrás del Tratado de Kioto está basada en un consenso científico, según apuntó otro de los conferenciantes, el astrofísico Francisco Capella. En su alocución, Capella mencionó la "extremada complejidad de la ciencia del clima" y el hecho de que "en este ámbito, como en muchos otros, hay controversia científica", algo que ya se puso de manifiesto en una reciente conferencia de la Fundación Rafael del Pino. Pero aportó varios datos interesantes, como que el comportamiento del sol es lo que más influye en el clima de la tierra, que el principal gas de efecto invernadero es el vapor de agua, seguido del CO2, una parte pequeña del cual es emitido por el hombre.
El físico se lamentó de que "la ciencia climática está politizada" y explicó la proliferación de mensajes catastrofistas por el hecho de que "muchos científicos derivan sus ingresos de las aportaciones públicas, y recibirán más atención de los políticos" si lanzan estos mensajes. Por otra parte, pidió a los científicos que creen que hay un calentamiento catastrófico que "pongan su dinero donde ponen las palabras", y apuesten por los resultados inmediatos que ellos predicen.
Alternativas a Kioto
Gabriel Calzada, presidente del Instituto Juan de Mariana, declaró en su intervención que "el gran fraude del protocolo de Kioto es decir que si no lo tuviéramos, estaríamos expuestos a riesgos catastróficos". La sociedad libre cuenta con mecanismos, continuó, como "el aumento del conocimiento, el ahorro y las instituciones" para afrontar los riesgos. Christopher Horner mencionó, además, un acuerdo alternativo a Kioto, el Pacto Asia-Pacífico (PAP), que han firmado varios países (Estados Unidos, China, Japón, India o Canadá entre otros), responsables de más del 50 por ciento de las emisiones de CO2, mientras que Kioto compromete a los emisores de menos del 25 por ciento. El PAP no es un acuerdo de racionamiento de emisiones, como Kioto, sino un acuerdo para fomentar el desarrollo económico y tecnológico, que permita reducir las emisiones por la vía de la mayor eficiencia, algo que ya está ocurriendo en Estados Unidos.
Ricardo Manso, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, habló de otra alternativa a Kioto: la energía nuclear. Los expertos "prevén que de 2000 a 2030 las necesidades de consumo de energía aumentarán un 70 por ciento", lo que fuerza a un debate sobre las fuentes y tecnologías energéticas, especialmente si se quieren reducir las emisiones de CO2. La energía nuclear "no emite CO2, y es una energía limpia y segura". España, que cuenta con pocas fuentes de energía, podría apostar por la energía nuclear, en opinión de Ricardo Manso, que tiene un mayor componente de tecnología y conocimiento, "algo que tenemos en España".
Los problemas medioambientales de la energía nuclear pueden ser dos, según apuntó el profesor Manso. La emisión radiológica de las plantas y los residuos. Las centrales emiten "un uno por ciento las radiaciones del fondo natural", por lo que no tiene incidencia para la vida. Y por lo que se refiere a los residuos, "son escasos y su gestión está controlada", según apuntó Ricardo Manso. La energía nuclear evita la emisión de unos 60 millones de toneladas de CO2 al año, y 2.500 millones al año en todo el mundo.
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