L D (EFE) Doce horas después de las tres primeras explosiones, que se produjeron pasadas las 06.00 GMT en la planta de Buncefield, en el condado de Hertfordshire, los depósitos incendiados seguían vomitando humo negro, que se elevaba en densas columnas para extenderse luego por toda la región.
Las autoridades han advertido de que aún podrían producirse nuevas explosiones. Imágenes tomadas desde satélites muestran que la nube de humo se extiende lentamente hacia el suroeste y el sureste, aproximándose hacia el continente europeo.
A pesar de su espectacularidad, en el incendio resultaron heridas sólo 43 personas, en su inmensa mayoría leves, y sólo una de ellas se encuentra en una unidad de cuidados intensivos y otra, bajo observación. Al menos dos mil personas han sido evacuadas de las localidades próximas al lugar del siniestro y acogidas por familiares y amigos o albergadas en centros deportivos o de recreo así como en refugios del Ejército de Salvación.
Las autoridades han recomendado a los vecinos que se queden en sus casas y cierren puertas y ventanas para no exponerse a los humos, que pueden provocar irritación de ojos, problemas respiratorios, sobre todo a los asmáticos, y en algunos casos náuseas.
Las escuelas de la localidad de Hemel Hempstead, la más próxima al siniestro, permanecerán cerradas este lunes. También sigue cerrada la autovía M1 a la altura del aeropuerto de Luton, lo que obliga a las personas que quieren acudir al aeródromo, donde no se han suspendido los vuelos, a utilizar carreteras secundarias.
El centro de distribución de combustible incendiado, propiedad conjunta de Texaco y Total y que utilizan además otras compañías como Shell o BP, abastece de queroseno tanto a ese aeropuerto como a otros que sirven a la capital británica como Heathrow y Gatwick. También cargan allí diariamente gasolina alrededor de 400 camiones cisterna.