(Libertad Digital) En julio de 2001, la Policía Nacional detuvo a 23 personas en una operación contra el tráfico de drogas denominada Pipol. Los agentes se incautaron, además de hachís, de 16 cartuchos de Goma 2 ECO y 94 detonadores. Entre los detenidos estaban Emilio Suárez Trashorras (convertido en confidente, según se ha sabido más tarde), Antonio Toro Castro (su cuñado y posteriormente también confidente policial) y un santanderino afincado en Castrillón y que respondía a las siglas J.I.F.D. y al alias de "Nayo".
El tal "Nayo", que había sido compinche de Trashorras en otros asuntos, intentó llegar a un acuerdo con la Policía informado sobre unos explosivos que se encontraban escondidos en un monte cercano a Avilés. Su abogado le convenció para que no lo hiciera. Según desveló La Nueva España, la información no pasó desapercibida para el abogado madrileño, Carlos Alberto Tejeda, que intentó hacer un trato con la fiscalía de Asturias para que rebajara las penas a dos de sus clientes también detenidos en la operación Pipol. Los datos de "Nayo" parecían jugosos. Trashorras escondía 500 kilos de dinamita en la zona de Illas. Justo la cantidad que a finales de febrero de 2004 se incautó a ETA en la furgoneta detenida en Cuenca. Sin embargo, según Tejeda, "los agentes contestaron que no iban a registran una montaña". El letrado no consiguió que el fiscal antidroga, José Luis Rebollo, aceptara el trato y sus dos clientes fueron condenados. "Nayo", por su parte, desapareció y algunas fuentes citadas por La Nueva España dijeron que está escondido en Sudamérica.
El Mundo le encuentra en el Caribe
Este jueves, le encontramos en el diario El Mundo. José Ignacio Fernández Díaz, el "Nayo", del que se muestra una foto con el rostro cubierto en portada, se encuentra huido "en un lugar de Caribe" para evitar cumplir una condena de tres años de cárcel. Las revelaciones de este prófugo vuelven a apuntar a la banda terrorista vasca: "Toro y Trashorras me contaron que estaban vendiendo dinamita a ETA". Además, relata que "a Emilio (Suárez Trashorras), cuando le hablaron de que el explosivo acabaría en manos de ETA, le importó tres narices. Toro aún ponía algún reparo, pero a Emilio le daba igual". Según relata, "el cambio era por armas. Toro había hecho la lista: 9 ó 10 pistolas, 4 ó 5 subfusiles, granadas, una mina anticarro. Un arsenal cojonudo por algo más de 200 kilos de Goma 2".
Los 200 kilos de explosivos –según el "Nayo"– los guardó Toro en un armario de ropa vacía y el prófugo no entiende por qué la Policía no registró el piso de Toro. Y aporta un dato más: "Emilio me contó que el transporte del explosivo lo hacía un guardia civil de Bilbao, de la lucha antiterrorista, que era la manera más segura, que no le iban a parar y eso era una garantía. Toro también me contó lo del guardia". Nayo cuenta como antes de ser detenidos en la operación Pípol se habían acumulado los explosivos en la casa de Toro. "El primer lote que se trataba de vender era de algo más de 200 kilos. Se fueron bajando poco a poco, en pequeñas cantidades, bolsa a bolsa, mochila a mochila. Primero acumulamos 200 kilos y luego ya se puso a la venta". Sin embargo, la detención de la operación Pípol, donde sólo fue encarcelado Antonio Toro, cambió la situación.
Acusaciones a Carmen Toro y Lavandera
El socio de Toro sigue sin salir de su asombro de que la policía no registrara el piso donde escondían los explosivos para cambiar por armas. El mismo día en que fueron puestos en libertad él y Emilio Suárez Trashorras tras la operación Pipol, el minero propuso sacar los explosivos del piso. Según cuenta Nayo, él se negó porque pensaba que la policía los seguiría y explica que Emilio Suárez Trashorras y la que era su novia, la hermana de Toro (Carmen, en libertad todavía hoy en Avilés), se encargaron de sacar el explosivo de la vivienda de Avilés. Nayo afirma que el explosivo lo trasladaron a casa de ella, "al hórreo de su familia. Allí los metieron en cajas de cartón, sin sacarlos del envoltorio original, para que no se estropearan".
"Nayo" explica cómo evolucionaron temporalmente las negociaciones sobre los explosivos obtenidos por Emilio Suárez Trashorras: “Hay dos fases: La primera la dirige directamente Toro. Cuando éste entra en prisión, se queda al cargo Emilio, que va haciendo lo que le dice Toro desde la cárcel. Cuando Toro sale de la cárcel, ya sale con sus nuevos contactos, con los moros. Esa parte ya es sin Lavandera y ésa es la que él denuncia, pero se olvida de que él fue el primero que negoció los explosivos”.
Para terminar, conviene a destacar este párrafo de "Nayo" sobre a quién le contó todo lo que sabía: "Le conté a la Guardia Civil (de Asturias) que el explosivo se estaba negociando con Lavandera, que había un guardia civil de antiterrorismo de Bilbao que sería el que se encargaría del transporte y que el explosivo iba a acabar en manos de ETA. Yo se lo conté después de salir de la cárcel la segunda vez que fue detenido, por la operación de los gitanos. Y me dijeron que si hubieran recibido la información cuando la recibió la policía, hubieran encontrado, seguro, el explosivo. Cuando al oficial le conté lo del guardia civil de Bilbao se asustó. Dijo no puede ser que hubiera uno de este Cuerpo que sea así. (...) Yo ya no sé si la información se trasladó y se abrió una investigación, no lo sé". Al parecer, el hombre que en 2001 denunció a las fuerzas de seguridad los planes de la trama asturiana sería el contacto entre el guardia civil de Bilbao y Toro. "Pienso que Lavandera y Toro tenían negocios juntos", dice "Nayo".