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PÁGINA 76: "JIMÉNEZ LOSANTOS, JESÚS CACHO Y OTROS DE IGUAL CALAÑA..."

Baltasar Garzón, juez de la Audiencia Nacional, en su reciente libro editado por Plaza y Janés arremete contra “esa persona, o señores, como Federico Jiménez Losantos, Jesús Cacho y otros de igual calaña, de los que nunca se sabrá todo lo necesario para hacerse una idea clara del retorcimiento de los pensamientos, actitudes y fines venales que los guían en todos y cada uno de sus actos”.

(Libertad Digital)  Dice Garzón en su libro Un mundo sin miedo que "hay expertos en la coacción y extorsión mediática que utilizan la profesión de periodista como mercenarios o para obtener ventajas del poder político. Son falsos profesionales, cuya ética profesional es similar a la de los capos mafiosos".
 
Líneas después entra de lleno con nombres y apellidos. "Una vez más –relata Garzón–la decisión de constituir una comisión de investigación sobre lo ocurrido el 11 de marzo, que es bueno que se haga, parece que la marca determinada persona, aprendiz de Rasputín, y otros congéneres de cuya ética no es que dude, sino que no tengo duda de su inexistencia. Me refiero a esa persona, o a personas como Federico Jiménez Losantos, Jesús Cacho y otros de igual calaña, de los que nunca se sabrá todo lo necesario para hacerse una idea clara del retorcimiento de los pensamientos, actitudes y fines venales que los guían en todos y cada uno de sus actos".
 
Añade el juez instructor que "antes o después tendrán que rendir cuentas de sus tropelías. No por tener un micrófono se puede atacar impunemente en nombre de una libertad y una ética que ellos prostituyen día tras día con la mentira y la maldad. Aviso a navegantes, presidente del Gobierno".
 
En la misma página 76 del libro envía un mensaje a los políticos ya que, afirma, no “alcanzo a comprender qué encuentran" en dichos periodistas "algunos líderes políticos para someterse a su influjo; aunque afortunadamente no lo han hecho todos”. También da su opinión sobre el papel que han de tener los medios de comunicación, que es según el juez “sugerir y proponer pero nunca imponer ni pontificar” (pág. 122).
 
Da el salto a la política de la mano de González
 
El propio Garzón abandonó por unos meses su actividad judicial para dedicarse a la política, presentándose por el PSOE en Madrid, detrás de Felipe González. Según escribe Garzón en el libro le pidió ese puesto al ex presidente de Gobierno porque “quería que el mensaje fuera muy claro. Felipe se comprometía hasta el punto de mover todos los puestos para colocarme en segundo lugar. Solos el y yo, sin nadie de por medio. Lo que sucediera nos afectaría a ambos para bien o para mal” (pág. 125). En otro momento se queja de que "los medios de comunicación pensaron de forma arbitraria que tras" la "X" del GAL "se escondía Felipe González, entonces Presidente del Gobierno" (pág 79).
 
Baltasar Garzón afirma que mantenía su compromiso contra la corrupción “porque nos habíamos comprometido a ello en la campaña electoral y porque Felipe González así lo había asumido y ello era razón y argumento suficiente para mí” (pág. 124). Doce páginas más adelante se pregunta "porqué mintió el 22 de junio de 1998, cuando compareció a testificar ante el Tribunal Supremo, en el caso del secuestro de Segundo Marey, al afirmar que él y yo habíamos hablado de los señores Amedo y Domínguez".
 
"El PP no me ha perdonado"
 
Por otro lado el juez se duele de que “El PP no me ha perdonado mi posición crítica con su postura de gobierno y ya me ha castigado cuando pedí la plaza de presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional”. El propio juez acudió acompañado de una de sus hijas a una manifestación oponiéndose a la intervención aliada en Irak y a la posición del gobierno sobre la misma, ausentándose de su juzgado, pese a estar en ese momento de guardia.
 
En particular, el libro recoge en varios sitios su postura contraria a la guerra de Irak, que considera “ilegal e injusta”,  o cómo se sumó a las posturas del “mundo de la cultura” en contra de la intervención aliada (pág. 355). También ofrece su opinión sobre la marcha de la política internacional, diciendo que “En 1991 tuvo lugar la guerra del Golfo y la caída de la URSS. Este nuevo panorama llevó a Estados Unidos, bajo la administración de George Bush, a implantar un nuevo orden internacional unipolar”, lo que ahora permite a “la Administración norteamericana de George Bush sacrifica vidas y libertades bajo el paraguas de la defensa de los derechos humanos” (pág. 355).
 
Baltasar Garzón hace un repaso puntual por su ejecutoria como juez, como en el caso de la Operación Nécora: “Por supuesto que hubo fallos y lagunas en la investigación, pero nótese que estamos hablando de 1989-1990, fechas en las que no existían medios ni mecanismos investigación diferentes al voluntarismo de unos pocos policías, juez, fiscal, con el apoyo inestimable de los funcionarios del juzgado” (pág. 103). Pese a que ha reconocido que se ha planteado abandonar su puesto en alguna ocasión, aclara en la página 47 que "hay como una especie de hilo invisible que me sujeta al cargo de juez central de instrucción en la Audiencia Nacional".
 
También se queja de “la incomprensión casi general de mis compañeros” que en parte achaca a la “envidia de los que anhelan disfrutar los placeres de tu posición, pero sin pagar el precio del esfuerzo diario” (pág. 96). Tras el asesinato de la fiscal Carmen Tagle “las relaciones entre jueces y fiscales se estrecharon, éramos una piña" dice en la página 102, haciendo mención expresa de Eduardo Fungairiño. Esta cercanía terrminó en un mes, "En cuanto surgió una buena noticia relacionada conmigo", añade. Las malas relaciones que guarda con alguno de sus compañeros las explica diciendo que "lo que sucede es que hay muchas personas que no aceptan que seas tú mismo, que tu vaso puede que sea pequeño pero que en él solo bebes tú, que te marques tu meta según tus prioridades (...) y por ello que seas como un grano en ‘el culo’, que a todo el mundo molesta" (pág 91).
 
Opiniones políticas
 
Baltasar Garzón ha mostrado en más de una ocasión sus ideas políticas, por ejemplo criticando duramente la actuación del Gobierno de Aznar en relación con la Guerra de Irak. En la página 40 parece salir al paso del partidismo, diciendo que “como persona no está exento de verse influido por los acontecimientos que le rodean, ni de sucumbir al halago o a la crítica o a sus propios prejuicios sociales. Y ello no es malo necesariamente para que sus decisiones sean justas y congruentes con la función que se le asigna. De esta forma podrá ofrecer las soluciones que la sociedad le demande y adaptarlas a las necesidades reales y profundas”.
 
El juez ha sido denunciado por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, por una presunta violación del secreto sumarial en su libro, lo que ha calificado de "demencial". Precisamente en otro pasaje del libro justifica sus esporádicos momentos de desencuentro con la prensa, con quien ha llegado a “a momentos de enfrentamiento y mal genio por mi parte, debido a la tensión que me producían y me producen las filtraciones de datos y aspectos claves de las investigaciones por unos y otros” (pág. 73).
 

OTRAS OPINIONES DE UN JUEZ CONTRA EL GOBIERNO
 
El juez Baltasar Garzón se ha manifestado en más de una ocasión en contra de la política del Partido Popular en relación con la guerra de Irak. En una carta publicada en el diario El País dedicó al partido entonces en el gobierno una ristra de insultos y descalificaciones. Acusó a José María Aznar de dirigir “esta locura con una sordera tan desconcertante como peligrosa”, a lo que añadió que no recordaba “mayor grado de cinismo en algunos líderes políticos, que utilizando toda la demagogia y la manipulación de los medios de comunicación que controlan, confunden gravemente a los ciudadanos jugando con su seguridad y sometiéndolos a un bombardeo constante de mentiras y medias verdades que apenas les dejan respirar”. El juez de la Audiencia Nacional hizo esas declaraciones porque “no aspiro a ningún puesto y no me importa perder el que tengo”.
 
En la misma carta Garzón criticaba la “sumisión acrítica de los diputados del Grupo Popular”, por lo que llamaba a la disidencia de los mismos, a quienes reprochó que, según el juez, llegaran a insultar “a los actores que dignamente discrepaban en silencio desde la tribuna”. Baltasar Garzón, de la Audiencia Nacional, dijo que los diputados populares serían “responsables de cada una de las vidas que se pierdan en esta posible guerra”. En una ocasión Garzón llegó a abandonar el juzgado cuando estaba de guardia para acudir a una manifestación en contra de la Guerra en Irak.
 
En una conferencia sobre narcotráfico, delincuencia organizada y terrorismo Baltasar Garzón llegó a afirmar que el Gobierno no quiso ver lo que estaba sucediendo el 11-M, dado que ello supondría poner de relieve “la inoperancia de las instituciones del Estado o incluso la ineficacia de las mismas”. El juez hizo estas declaraciones ante los medios a pesar de que la Ley Orgánica del Poder Judicial considera como falta grave que los jueces dediquen “censuras o felicitaciones” a los poderes públicos.

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