L D (EFE) Fuentes policiales han indicado que la sala fúnebre ha quedado totalmente destruida y que, de momento, no hay señales de profanación, aunque han añadido que se está investigando lo sucedido en el cementerio de Makara, en las afueras de la capital Wellington, y la posible relación de los ataques.
El primer ministro en funciones, Michael Cullen, ha expresado su condena y preocupación por el nuevo ataque y ha declarado a la televisión local que "el racismo no tiene cabida en Nueva Zelanda". Por su parte, el alcalde de Wellington, Kerry Prendergast, ha definido el suceso como un acto de "vandalismo", y se ha comprometido a aumentar la seguridad en el cementerio de Makara y a restaurar las lápidas dañadas.
El incidente tiene lugar tres semanas después de que 16 lápidas mortuorias de carácter histórico fueran seriamente dañadas en el sector judío de otro cementerio de Wellington, donde los vándalos pintaron esvásticas y alusiones nazis. Este primer ataque tuvo lugar poco después de que un tribunal neozelandés condenara a seis meses de prisión a dos israelíes acusados de obtener de forma ilícita pasaportes de Nueva Zelanda.
Las autoridades neozelandesas se mostraron convencidas de que los dos condenados, detenidos el pasado abril, cumplían órdenes del Mosad, el servicio secreto de Israel. El caso deterioró las relaciones entre los dos países y provocó que la primera ministra neozelandesa, Helen Clark, que lo calificó como una violación de la soberanía del país, cancelara la visita a Nueva Zelanda que el primer ministro israelí, Ariel Sharón, tenía previsto realizar este mes.
El presidente del Consejo judío de Nueva Zelanda, David Zwart, ha asegurado que tiene ninguna duda de que los actos vandálicos están relacionados con la condena de los dos israelíes. Zwart ha declarado que piensa "que hay una relación directa entre las fuertes palabras dirigidas a Israel y los que piensan que se pueden tomar represalias contra los judíos"