L D (EFE) El Valladolid tuvo su oportunidad en la segunda mitad y plantó cara al campeón, pero el desacierto anotador para igualar el partido en dos ocasiones en la segunda mitad le impidió llegar a la recta final con opciones y tuvo que acabar rindiéndose ante la evidente superioridad del equipo anfitrión. Tras unos primeros diez minutos de máxima igualdad con intercambio de goles en ambas porterías Portland ajustó su defensa y el guardameta Rivero comenzó su particular recital bajo los palos, lo que propició el primer despegue antoniano que colocaba un 8-5 en el electrónico en el minuto 13.
El Valladolid no bajó los brazos y por mediación de Torrego y el lanzamiento exterior de Fis, su máximo referente en ataque con once dianas, no perdió la cara al partido aunque Portland mantuvo su dominio y amplió poco después la ventaja a cuatro goles obligando al técnico visitante, Juan Carlos Pastor, a solicitar tiempo muerto mediada la primera mitad. La reacción pucelana no se hizo esperar aprovechando una inferioridad numérica en las filas locales, pero el equipo navarro, consciente de lo que había en juego, frenó la progresión del rival y logró marcharse al vestuario con una renta de 3 goles a su favor que invitaba al optimismo (17-14).
El conjunto navarro salió dormido en la reanudación y sus continuos errores y precipitaciones en ataque dieron vida a un Valladolid al que todavía le quedaba balonmano en la recámara para luchar por el título colocando un inquietante 19-18 en el electrónico en el minuto 39. Portland sacó entonces su orgullo de equipo campeón y, espoleado por su público y la calidad individual de jugadores como Garralda o Boesen, abrió de nuevo una brecha de cuatro tantos que a la postre resultaría definitiva a falta de diez minutos para la conclusión.
El Valladolid no bajó los brazos y por mediación de Torrego y el lanzamiento exterior de Fis, su máximo referente en ataque con once dianas, no perdió la cara al partido aunque Portland mantuvo su dominio y amplió poco después la ventaja a cuatro goles obligando al técnico visitante, Juan Carlos Pastor, a solicitar tiempo muerto mediada la primera mitad. La reacción pucelana no se hizo esperar aprovechando una inferioridad numérica en las filas locales, pero el equipo navarro, consciente de lo que había en juego, frenó la progresión del rival y logró marcharse al vestuario con una renta de 3 goles a su favor que invitaba al optimismo (17-14).
El conjunto navarro salió dormido en la reanudación y sus continuos errores y precipitaciones en ataque dieron vida a un Valladolid al que todavía le quedaba balonmano en la recámara para luchar por el título colocando un inquietante 19-18 en el electrónico en el minuto 39. Portland sacó entonces su orgullo de equipo campeón y, espoleado por su público y la calidad individual de jugadores como Garralda o Boesen, abrió de nuevo una brecha de cuatro tantos que a la postre resultaría definitiva a falta de diez minutos para la conclusión.