
L D (EFE) Una vez más se ha cumplido la estadística que rodea la Copa del Rey y ni el equipo anfitrión ganó el trofeo en su ciudad, ni el vigente campeón, en este caso un apagado Ciudad Real, consiguió revalidar el título. Ambos conjuntos reeditaban el choque del año pasado en Santander, pero desde el comienzo el Barcelona se mostró muy superior y más entero físicamente que el Ciudad Real, que acusó en exceso el derroche efectuado ante el Portland.
El conjunto azulgrana aprovechó la falta de intensidad defensiva del conjunto manchego para abrir las primera brechas importantes en el electrónico (2-6, m.6), mientras que su rival, muy espeso e incapaz de penetrar la defensa abierta del Barcelona, se limitaba a seguir vivo, marcando desde el punto de penalti, aunque el desacierto en la portería tanto de Hombrados como de Sierra no contribuyó a la remontada. El conjunto azulgrana llegó al descanso con una cómoda renta a su favor de cinco tantos. En la reanudación, coincidiendo con la salida a pista del capitán Enric Masip, que falló un lanzamiento desde los siete metros, el Barcelona lograba la máxima ventaja del partido (11-18, m.34).
La alarma sonó entonces en las filas manchegas, el Ciudad Real consiguió acercarse a tres goles (17-20, m.42), pero fue solo un espejismo, porque entonces surgió la figura de un inconmesurable Barrufet, que sacó a relucir su calidad en momentos decisivos para desbaratar las ilusiones de su rival. El Barcelona, comandado por Nagy y un inspirado Skrbic en el pivote, terminaba con toda esperanza de remontada de los manchegos. El Barcelona se proclamó de esta forma justo vencedor de una Copa del Rey que sirve para despedirse esta temporada del balonmano por todo lo alto al capitán Enric Masip, que al final del partido fue manteado por todos sus compañeros.
El conjunto azulgrana aprovechó la falta de intensidad defensiva del conjunto manchego para abrir las primera brechas importantes en el electrónico (2-6, m.6), mientras que su rival, muy espeso e incapaz de penetrar la defensa abierta del Barcelona, se limitaba a seguir vivo, marcando desde el punto de penalti, aunque el desacierto en la portería tanto de Hombrados como de Sierra no contribuyó a la remontada. El conjunto azulgrana llegó al descanso con una cómoda renta a su favor de cinco tantos. En la reanudación, coincidiendo con la salida a pista del capitán Enric Masip, que falló un lanzamiento desde los siete metros, el Barcelona lograba la máxima ventaja del partido (11-18, m.34).
La alarma sonó entonces en las filas manchegas, el Ciudad Real consiguió acercarse a tres goles (17-20, m.42), pero fue solo un espejismo, porque entonces surgió la figura de un inconmesurable Barrufet, que sacó a relucir su calidad en momentos decisivos para desbaratar las ilusiones de su rival. El Barcelona, comandado por Nagy y un inspirado Skrbic en el pivote, terminaba con toda esperanza de remontada de los manchegos. El Barcelona se proclamó de esta forma justo vencedor de una Copa del Rey que sirve para despedirse esta temporada del balonmano por todo lo alto al capitán Enric Masip, que al final del partido fue manteado por todos sus compañeros.