L D (EFE) Las propuestas que durante los primeros días de campaña han presentado los candidatos han pasado a un segundo plano. Ahora, a falta de una semana para la cita con las urnas, Rajoy y Zapatero centran sus discursos en desenmascarar las carencias de los contrincantes. El objetivo en estos últimos días de campaña pasa por ganarse la confianza de los votantes más esquivos, de los abstencionistas y del electorado más joven.
El objetivo de Rajoy es consolidar su victoria. Por eso pidió el apoyo masivo del electorado en su mitin en Las Palmas de Gran Canaria. El candidato popular insistió en que sólo así podrá garantizar un "gobierno sin hipotecas" frente a la alternativa que representa Zapatero. Del secretario general del PSOE dijo que es un líder "débil y sin agallas" que tiene que "tragar" con lo que le imponen sus socios, en referencia al tripartito catalán.
Según el candidato del PP, "los españoles no se merecen un gobierno de coalición", sino uno como el que él puede ofrecer, "estable y comprometido con los intereses generales". "Soy el único candidato que dice que quiere ser presidente con sus votos y no los de una coalición", dijo Rajoy, y añadió que desea un gobierno del PP "porque creo en mi partido, en lo que hemos hecho estos años y creo en nuestro proyecto y nuestro programa".
En Zaragoza, Rodríguez Zapatero también colocaba a Rajoy en el centro de sus críticas porque, a su juicio, es un candidato que no tiene ni discurso ni ideas y que sin el asunto de Carod-Rovira "no tendría nada que leer". El candidato socialista pidió a todos aquellos que quieran el cambio que voten al PSOE y advirtió de que si ganara "la derecha" de nuevo se estaría "convalidando" la guerra "ilegal" en Irak y "la hipocresía territorial" del PP.
Por la tarde, en San Sebastián, acusó al PP de "dividir a los demócratas en la lucha contra ETA y presentó al PSOE como el único partido que garantiza la convivencia en el País Vasco.