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LA CRISIS DEL PP, PASO A PASO

"Creo que es lo mejor para el PP y para España". Con estas palabras Mariano Rajoy anunciaba su intención de continuar al frente del partido. Lo hacía 48 horas después de haber perdido, por segunda vez consecutiva, las elecciones generales. Además, daba una fecha para la puesta de largo de su candidatura: los días 20, 21 y 22 de junio en Valencia. Entonces, los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional no dudaron en ponerse en pie y aplaudir la decisión de su líder. Pronto comenzarían las dudas y los matices.

"Creo que es lo mejor para el PP y para España". Con estas palabras Mariano Rajoy anunciaba su intención de continuar al frente del partido. Lo hacía 48 horas después de haber perdido, por segunda vez consecutiva, las elecciones generales. Además, daba una fecha para la puesta de largo de su candidatura: los días 20, 21 y 22 de junio en Valencia. Entonces, los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional no dudaron en ponerse en pie y aplaudir la decisión de su líder. Pronto comenzarían las dudas y los matices.
LD (Pablo Montesinos) El primer varapalo para los pilares ideológicos del partido no tardaría en llegar. El trece de marzo, Eduardo Zaplana anunciaba que no volvería a ser el portavoz del PP en el Congreso de los Diputados. Daba paso a la "renovación" de la que después tanto hablaría Rajoy. Los suyos alabaron su tesón en la Cámara Baja, pese a las muchas artimañas para mermarle. Un mes después, y molesto por lo visto en el seno de su formación, aceptaba una oferta para trabajar en Telefónica.
 
Llegan las fiestas de Semana Santa y, entre pasión y devoción, el ocultismo en Génova comienza a despertar las primeras sospechas tanto en dirigentes como en militantes. No gustan, por ejemplo, las palabras de Alfonso Alonso, que proponía "acercarse a gente con sensibilidad nacionalista". ¿Qué está pasando en el País Vasco?", se preguntaban en Madrid. Ante las dudas, mensajes de cordura como los de Santiago Abascal, "Ahora, más que nunca, el PP debe acentuar su perfil de oposición al nacionalista", que aventuraban el choque de principios.
 
Y llegó uno de esos "lunes de infarto" que ya nunca abandonarían al Partido Popular. El 31 de marzo, y tras veinte días de silencio, Mariano Rajoy comunicaba que Soraya Sáenz de Santamaría reemplazaría a Zaplana en la Cámara Baja. El líder del partido mantenía a Pío García Escudero en el Senado, alejándolo de la Secretaría general. En su esperado discurso, el líder popular se excluía de la lista de problemas del partido y comenzaba el viraje: "Hay que acabar con los recelos que despierta el PP en algunos territorios".
 

 
Uno de abril. El mes comienza con la intervención de Soraya en la Cadena Cope. Sin embargo, son los medios y partidos más hostiles al PP los que aplauden el nombramiento de la nueva portavoz. En "La Mañana", la recién elegida abogaba por "los principios y las ideas" del partido más que por "las personas". El tiempo demostraría que la nueva voz de los populares en el Congreso no decía toda la verdad.
 
El nombramiento de la dirección del Grupo Parlamentario y los portavoces en comisiones levantó ampollas. En el equipo de Soraya diputados de la talla de Manuel Pizarro o Juan Costa se quedaron sin cargo, mientras ganaban peso gente como Rodríguez Salmones, la del canon, o José María Lassalle, el ejecutor de San Gil, o Alfonos Alonso. Soraya, de nuevo, se ganó al aplauso del frente mediático anti-PP.
 
Aguirre entra en escena
 
Los dirigentes del partido ya no están cómodos a mediados de abril. Rajoy es una tumba y la deriva del PP comenzaba a ser un hecho. Ante este panorama, Esperanza Aguirre opta por entrar en escena. Emplaza a los suyos a un debate de ideas y anuncia que está meditando presentarse como candidata alternativa al Congreso de Valencia.
 
"No me resigno a que el PP no de las batallas ideológicas o a que para que gane tenga que haber una baja participación electoral", dijo Aguirre ante centenares de periodistas.
 
La claridad expresada por la presidenta regional no gustó ni al alcalde Gallardón ni tampoco al aparato con sede en Génova 13. El número dos del regidor madrileño dijo de ella que montaba "espectáculos" a pesar de tener "pocos apoyos".
 

 
Sin embargo, poco tardó Álvarez Cascos en dejar claro que Aguirre no estaba sola en sus dudas. Y lo hacía mostrando su disconformidad por los vaivenes del partido. El barco, en opinión de su ex secretario general, estaba sin capitán: "El que habla en nombre de todos, será de todos menos de Álvarez Cascos".
 
Rajoy abre la guerra y habla de crisis
 
Arropado por Arenas, Camps, Valcárcel y también Sirera, Rajoy pronunciaba un discurso en Elche que marcaba un punto de inflexión en la crisis del PP. Con un tono bastante más contundente al que acostumbró hasta entonces –y superior al empleado para criticar a Zapatero–, el líder popular defendió su candidatura con velados ataques a Aguirre y a quienes la apoyan. "Quien quiera irse al partido liberal, que se vaya", reclamó. El líder del PP también extendía su particular guerra a los medios de comunicación: "No me presento por "ningún periódico ni radio".
 
El cinco de mayo, también lunes, el golpe fue sonado. Ángel Acebes confirmaba que no continuaría al frente de la Secretaría General del PP. El ex ministro abandonaba así la primera línea política como ya hiciera Zaplana. Tal y como recogía entonces Libertad Digital, los deseos de Josep Piqué comenzaban a cumplirse: Un PP sin Acebes ni Zaplana.
 
María San Gil, siguiente víctima
 
No terminaría la semana sin un nuevo sobresalto. Harta del viraje estratégico del partido, María San Gil decidía abandonar la redacción de la ponencia política que la formación pensaba presentar al Congreso de junio. En un escueto comunicado, la dirigente popular justificaba su decisión en "diferencias de criterio fundamentales". Días más tarde, Génova impondría de malas formas a Basagoiti como candidato a sustituirla.
 
Al principio, todos en el PP apoyaron la decisión de la política vasca. Sólo al principio. Tras horas iniciales de clamor, las críticas comenzaron siendo veladas y terminaron a voz en grito. Alicia Sánchez Camacho, José Manuel Soria y, como no, Manuel Fraga. El presidente Fundador del PP retomó el protagonismo perdido para declararse de centro y aupar a su pupilo, Alberto Ruiz Gallardón.
 
Y para no perder la tradición, el lunes 19 de mayo volvía a ser negro. Entraba en escena José María Aznar, que rompía su silencio para mandar varios recados a Rajoy. Le dijo, por ejemplo, que "hay que jugar con los mejores y además tener la voluntad de llamarlos", y apeló a "los principios" frente a los "tacticismos".
 
La fotografía del desencuentro
 
El malestar en el seno del PP provoca en mayo una fotografía que a muchos les gustaría borrar de su mente. Las bases del partido muestran su descontento ante Génova 13. Con pancartas y banderines. Muestran su apoyo a María San y a Ortega Lara, que días antes también tira la toalla. Un malestar que también refleja el CIS. La estimación de voto deja la diferencia en los 6 puntos, el doble que en las elecciones: PSOE 43,6 por ciento; PP 37,6 por ciento. Según estos datos, el PP habría perdido un millón de votos un mes y medio después de las elecciones.
 
Ya en la recta final, el nombre de Juan Costa empezó a sonar con fuerza. El diputado popular dejaba constancia de su malestar por la situación del partido. También lo hacía Elorriaga, en un texto publicado en el diario El Mundo. Sin embargo, el cerco de Génova no le permitió lograr los avales necesarios y él también optó por no presentar una candidatura alternativa, pese a reclamar "un nuevo liderazgo".
 
Los candidatos a secretario general
 
Así las cosas, el PP llega al Congreso de Valencia sin rumbo y con estrategias contrapuestas. El Comité organizador, presidido por el murciano Ramón Luis Valcárcel, se reunió por última vez, antes del gran evento, el martes 17. Entonces, José María Aznar quedó relegado en el turno de intervenciones. Por su parte, Mariano Rajoy ha seguido mareando la perdiz hasta el último momento. Cuestionado por quién será el secretario general, el flamante candidato dio seis nombres: Pío García Escudero, María Dolores de Cospedal, Esteban González Pons, Manuel Lamena, Javier Arenas o Ana Mato.
 

 
"Me gustaría que el PP fuera un proyecto político de centro, moderado, que dialogue, defienda la España constitucional, que diga que a ETA se le derrota y no se negocia", dijo Mariano Rajoy en una de sus últimas entrevistas antes del cónclave. Veremos en qué queda el Partido Popular.

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