Muchas gracias.
Buenas tardes a todos. Antes de nada quiero decir que me alegro de compartir con vosotros este nuevo Congreso del Partido Popular.
Hoy es un día muy importante para todos nosotros. He subido a esta tribuna para defender mi candidatura a la presidencia del Partido Popular. Lo hago donde tengo que hacerlo: ante los militantes de mi partido. Un partido que es independiente, que toma sus propias decisiones donde debe tomarlas: en un congreso, el órgano que encarna nuestra democracia.
Somos imperfectos, sin duda. Podríamos mejorar algunas cosas, sin duda. Pero, con todo, somos el partido más grande y más democrático de España.
Ante este órgano legítimo, que es el Congreso, presento mi candidatura a la Presidencia del Partido. Lo hago, como es sabido, porque muchos compañeros me han hecho el honor de pedírmelo y no entenderían mi renuncia. Y son muchos.
Les agradezco el honor que me hacen y la oportunidad que me brindan. Lo agradezco de corazón, pero tenéis que saber que no es solamente eso lo que motiva mi candidatura.
Efectivamente, he aceptado presentar la candidatura y he recogido los nombres que propongo para que me acompañen en la dirección del partido, por dos razones fundamentales:
¿Cuáles son esas dos razones?
La primera, porque creo sinceramente que estoy en condiciones de garantizar que este partido permanecerá unido. Somos un partido abierto, un partido democrático, en el que todas las ideas y todas las discrepancias son legítimas, sin más límite que la unidad del partido.
La unidad es un valor superior que debemos salvaguardar en cualquier circunstancia. Los periodos previos a los congresos suelen ser animados. Eso es normal y es bueno. ¿Por qué es normal y bueno? Porque demuestra que el futuro de nuestra organización no deja indiferente a nadie. Porque esto demuestra que a todos nos importa y que todos tenemos ideas que defender. Está bien que esto ocurra antes de un congreso.
Luego, cuando el Congreso se pronuncie, será la hora de trabajar de nuevo unidos, de sumar esfuerzos y de avanzar todos en la misma dirección. Yo os aseguro que conmigo este partido permanecerá unido. ¡Sólidamente unido!
No prescindiremos de nadie porque no nos sobra nadie; sabremos integrar a todo el que tenga algo positivo que aportar a la tarea común. No despreciaremos ni uno solo de los talentos de nuestros militantes y trabajaremos para incorporar más talento y más militantes. Esa es nuestra fuerza y queremos que crezca todavía más.
Ésta es la primera razón que me empuja a presentar la candidatura. Vosotros diréis si veis las cosas del mismo modo.
La segunda razón por la que he subido a esta tribuna, es que tengo la firme convicción de conducir este partido a ganar las elecciones y gobernar en España. Sé que podemos hacerlo.
No vengo con las manos vacías. Ninguno de nosotros tiene las manos vacías. Como sabéis hemos trabajado juntos unos años especialmente difíciles. Cuatro años de soledad, con un gobierno que dedicaba más esfuerzos a ponernos zancadillas que a gobernar; con una campaña sostenida de propaganda en nuestra contra…
No voy a recordar ahora todo lo que hemos pasado. Aunque tuvimos que aguantar el chaparrón, no hicimos las cosas mal porque hasta el propio Gobierno temió que pudiéramos ganar las elecciones. Y es verdad. Podíamos ganarlas.
Era tan verosímil, que el propio Rodríguez Zapatero confesó a un periodista que necesitaba meter tensión y comenzar a dramatizar porque se le escapaban las elecciones. Toda España pudo oírlo.
Era tan verosímil, que muchos electores nacionalistas o de extrema izquierda, cambiaron sus votos para apoyar al PSOE. Les pareció que el voto útil era el voto al PSOE, el único que podía impedir el triunfo del PP, el único voto que dejaba las cosas como ellos las querían.
No ganamos. Ganaron ellos.
Pero, el resultado que obtuvimos fue muy digno: el segundo mejor de los logrados por el PP en toda su historia.
No niego la derrota ni la disimulo. Digo que era verosímil que ganáramos. Digo que lo teníamos al alcance de la mano. Y afirmo que la próxima vez vamos a ganar.
Porque algo hemos aprendido.
¿Qué hemos aprendido? Lo primero, que teníamos razón. Que nuestra política era la correcta. La prueba es que el Gobierno está intentando hacer algunas de las cosas que nosotros defendíamos. Nos está dando ahora la razón que antes de las elecciones nos negaba. Otra cosa es que consiga llevar a la práctica esas ideas como nosotros lo haríamos.
Lo segundo, es que no basta con tener razón. Es preciso que nos la den. No fuimos capaces de convencer a todos los ciudadanos que debíamos haber convencido.
Lo tercero, es una simple consecuencia: no debemos cambiar el rumbo pero hemos de hacer las cosas mejor. Las mismas cosas, pero mejor.
Es por eso, es porque estamos en una historia que continua, que presento mi candidatura. Me presento para que no interrumpamos la tarea política que debe conducirnos a conquista del Gobierno.
Yo creo que ganaremos, si no lo creyera no os pediría el voto. Lo pido porque lo creo.
Ahora estoy convencido de que podemos conseguirlo.
Estas son mis razones para pediros que apoyéis esta candidatura. Porque me lo habéis pedido. Porque me comprometo a garantizar la unidad. Y porque tengo la convicción de que ganaremos.
Eso es lo que yo solicito y lo que ofrezco a este Congreso y a este Partido. Se lo ofrezco en el umbral de una legislatura que, a la vista de los acontecimientos, será muy complicada para el Gobierno y nos ofrecerá grandes oportunidades de plantear a la sociedad española nuestra alternativa.
Contra todo lo que nos hemos cansado de oír durante el último mes, yo no defiendo que cambiemos de posición. Acabo de explicarlo.
Estábamos en la buena senda y en ella debemos continuar. Eso es lo que quieren nuestros electores. Eso es lo que han apoyado; eso es lo que pueden apoyar los que nos faltan.
Vamos a hacer las mismas cosas pero vamos a hacerlas mejor. No podemos modificar nuestros valores porque son los que recoge el artículo primero de la Constitución: libertad, justicia, igualdad y pluralismo político.
Queremos que la sociedad avance por esos cauces y criticamos al gobierno cuando los olvida, cuando los quebranta, cuando recorta la libertad, cuando lesiona la igualdad, cuando es injusto.
Y lo podemos hacer porque estos valores también le obligan a él. Obligan a todo el que quiera ocuparse de la política española. Obligan a todos los españoles. Son el sustrato de nuestra convivencia en libertad.
Nosotros los defendemos porque nos lo manda la Constitución. ¡Pero aunque no fuera así, también los defenderíamos! Porque expresan nuestro propio marco moral; los objetivos que consideramos deseables para una sociedad civilizada que trata de reafirmar la dignidad del ser humano.
¿Y los principios? ¿Qué pasa con los principios? ¿De dónde sacan algunos que vayamos a cambiar de principios?
¿En qué cabeza cabe que en un partido se puedan cambiar los principios? Eso sería tanto como cambiar de partido, de militantes y de electores. Eso no es posible.
No creo que este partido deba modificar una coma de sus principios. No es que no deba, ¡es que no puede! Un partido son sus principios. Son su principal razón de ser.
¿Qué es lo que yo defiendo? Que la nación española no es ni discutible ni interpretable. Yo no estoy dispuesto a permitir que se interprete.
Que la soberanía nacional es única y no se divide ni se reparte. Esto significa que en España manda el pueblo español, todo el pueblo español, y manda sobre todo el territorio nacional.
Que España no es una nación de naciones ni una suma de territorios, sino una nación de ciudadanos libres e iguales.
En consecuencia, si alguien pretende que España se divida en 17 naciones, o que las Comunidades Autónomas tengan una relación bilateral con el Estado, que no cuente conmigo.
Yo pienso que tenemos que combatir y derrotar cualquier forma de terrorismo.
Pienso también que las víctimas han de ser una referencia inexcusable de nuestra acción política.
Estaremos siempre a su lado por razones de solidaridad y porque en su dolor se reconoce la dignidad suprema de nuestra democracia.
Quien pretenda hacer las cosas de otro modo, que no cuente conmigo.
Yo pienso que todo el futuro de los españoles descansa sobre la educación de nuestros jóvenes, y creo firmemente que ese futuro tendrá la calidad que tenga esa educación y sufrirá las carencias que hayamos consentido en esa educación.
Creo en la familia como núcleo básico de la sociedad. Creo en el mérito, en el trabajo y en la superación, porque estos valores son los que garantizan el progreso de la sociedad.
Creo en la libertad individual como fundamento de la dignidad de la persona.
Creo en la autonomía del ciudadano, en su responsabilidad,
Creo que es el mejor juez para sus propios asuntos.
Creo que tiene el derecho a saber la verdad sobre cuanto le concierne.
No se merece que el gobierno lo tutele como a un menor de edad, ni que escamotee la realidad para engañarle o la disfrace para mentirle.
Quien desee engañar a los propietarios de la nación que no cuente conmigo.
Creo que la mujer es la única dueña de su propio futuro.
Por eso es preciso allanar definitivamente todas las barreras que entorpecen su incorporación a la vida laboral.
La mujer tiene derecho a que se reconozcan sus méritos y a progresar por su esfuerzo.
En fin y por no alargarme,
Creo que no es posible defender la libertad del individuo y la igualdad de oportunidades desde el egoísmo, desde la indiferencia ante el infortunio.
No es justo tratar igual a los desiguales, a los que ha castigado la vida, o la fortuna, o el azar de una catástrofe o la mano asesina de un terrorista.
Creo en la solidaridad con todos los que sufren por su salud, por su ignorancia, por su pobreza, por su debilidad, o por el capricho de un criminal.
Estas son algunas de mis convicciones.
No van a cambiar.
No vamos a cambiarlas.
No ha sido fácil defenderlas frente a la incomprensión, el sectarismo o la demagogia.
No ha sido fácil defender la unidad de España y la igualdad de los españoles.
No ha sido fácil sostener nuestra postura contra ETA y contra la negociación que llevó a cabo el gobierno.
No ha sido fácil, tampoco, defender la solidaridad del agua…..
No ha sido fácil, pero para eso estamos aquí.
Yo sé que otros prescinden con gusto de todo lo que les entorpezca para lograr el poder. Pueden hacerlo porque están al viento que sople. Y porque saben disfrazar sus propósitos. Y porque tienen esa capacidad admirable para predicar una cosa y hacer la contraria; decir una cosa hoy y otra mañana; una aquí y otra en la casa de enfrente…
Nosotros no podemos, ni queremos. ¿Significa esto que no vamos a poder ganar nunca? En absoluto.
Parece que nos olvidamos de que hemos ganado muchas veces en toda clase de elecciones. Todavía no hace un año que ganamos las municipales y las autonómicas.
Somos un partido de gobierno. Gobernamos en gran parte de España. Se nos han confiado Comunidades Autónomas, numerosas diputaciones, miles de ayuntamientos. A veces se nos olvida, pero somos un componente fundamental de la política española.
En las últimas elecciones generales hemos ganado cientos de miles de votos. Y podemos seguir haciéndolo. No estamos defendiendo nada que no pueda compartir la mayoría de los españoles. Yo creo que tenemos más votantes potenciales que el PSOE, pero no basta con tener razón, repito, es preciso que nos la den.
Nos la dan ya más de diez millones de españoles, pero no son suficientes. Por eso tenemos que cambiar, no de ideas, pero sí de procedimientos para ser más atractivos y más convincentes.
¿A qué me refiero? En primer lugar, debemos sembrar mejor. Nos ha faltado eficacia e insistencia en la difusión de nuestras ideas.
Tenemos que trabajar más, explicarnos mejor, romper algunos estereotipos falsos que nos han aplicado nuestros adversarios. A ninguna otra tarea le ha dedicado tanto empeño el gobierno del PSOE como a deformar la imagen del PP.
Vamos a dedicar mucho más esfuerzo a la comunicación con los ciudadanos para que nos escuchen y nos entiendan bien.
En segundo lugar, tenemos que ensanchar el abanico de nuestra oferta. Si somos capaces de hablar de todos los asuntos que preocupan a todos los españoles, si tenemos una posición sólida y fundamentada sobre todos los problemas de la sociedad, nuestra obligación es conseguir que así sea percibido por los ciudadanos.
Ni somos monotemáticos ni podemos permitirnos parecerlo. No nos van a faltar asuntos de los que ocuparnos. En estos momentos, sin olvidar la amenaza terrorista o los desafíos permanentes a la unidad de España, la principal preocupación de los españoles es la estrechez derivada de la crisis económica, y el empleo, y la vivienda. Tenemos muchos problemas con la emigración.
Y hay millones de mujeres con dificultades para hacer compatible su maternidad y su trabajo, a las que no se les ha ofrecido más que las insustanciales palabras del Gobierno.
Desgraciadamente son muchos los problemas que reclaman nuestra atención. No nos va a costar ningún trabajo diversificar nuestra labor.
En tercer lugar, debemos estar dispuestos a dialogar con todos.
Ya sabemos que hemos sido víctimas de una campaña de aislamiento sin precedentes y la superamos. Hemos sido fuertes, ahora nos toca además ser hábiles, y la primera habilidad de la política – y eso lo sabemos todos los que estamos aquí- es el diálogo.
Yo soy partidario del diálogo. Naturalmente hablo del diálogo con los que son diferentes o contrarios. Para hablar con los próximos no necesito predicar nada, me sale solo.
Pretendemos gobernar para todos y hemos de hablar con todos, salvo los que utilizan la violencia, el terror o la muerte como instrumento de acción política.
Hablar con todos no significa abdicar de los principios. Ni siquiera estar dispuesto a rebajarlos. Debemos dialogar con el Gobierno, por supuesto. E incluso apoyarlo en lo que merezca apoyo.
Yo ansío que ETA sea derrotada. Si el Gobierno rectifica sus errores del pasado y se decide a procurar esa derrota yo estaré detrás; todo el Partido Popular estará detrás.
No me he vuelto amnésico. No me olvido de nada de lo ocurrido durante los últimos cuatro años. De nada. Pero eso no me impide procurar que el Gobierno haga las cosas mejor en beneficio de los españoles.
Buscaremos acuerdos de Estado en todo lo que importe al bienestar de los españoles.
A mí me gustaría que España contara con pactos de Estado para la lucha contra el terrorismo, para la organización territorial, para la reforma de la Justicia y para la política exterior. Si no se logran, no será por nosotros.
¿Está esto reñido con una tarea de oposición firme? De ninguna manera. Al contrario, refuerza nuestra autoridad moral. Un “no” cobra mucho más valor cuando también se sabe decir “sí”.
¿Es posible dialogar con los partidos nacionalistas?
Dejando a salvo la unidad de España, la soberanía nacional y la igualdad de los españoles, -que son cosas en las que nunca nos vamos a poner de acuerdo y sobre las que no vamos a aceptar ninguna consideración porque ellos están tan obligados a respetarlas como nosotros- hay muchas materias de las que hablar y, sin duda, hay más de un terreno en el que será posible llegar a acuerdos razonables.
Lo que estoy diciendo es de puro sentido común.
Yo no soy nacionalista y el Partido Popular nunca será nacionalista ni alentará el nacionalismo ni caminará por su senda como hacen otros. ¿Por qué? Porque nosotros no reconocemos los derechos colectivos sino los individuales.
Pero, desde la convicción en nuestros principios irrenunciables ¿cómo no vamos a poder dialogar con los nacionalistas para propiciar el bienestar del conjunto de la sociedad española? ¿Acaso vamos a renunciar a acuerdos con ellos para, por ejemplo, combatir los efectos de la crisis económica?
En suma. No vamos a renunciar a ninguno de nuestros principios. Ni siquiera podríamos hacerlo.
Ideas como la unidad de España, la igualdad de los españoles, la derrota del terrorismo, la educación de calidad, y nuestra demostrada eficacia para mejorar el bienestar de los españoles son algo más que ideas, son ya nuestras señas de identidad.
No vamos a modificar ninguno de nuestros principios, pero debemos mejorar algunos procedimientos.
Porque no queremos un partido que se recree en la contemplación de sus principios sino que sea capaz de convencer con ellos a una mayoría de españoles.
Necesitamos ensanchar nuestro caudal de votos. Es posible. Basta con erradicar los prejuicios que sobre nosotros han cultivado con tanto esfuerzo nuestros adversarios. No quiero que nadie vote al PSOE para que no gane el PP.
No quiero que se manipule nuestra imagen. Que se diga que somos ajenos al sentir de algunas partes de España.
Nosotros defendemos a todos los españoles y a todos por igual. Por eso, tenemos que cambiar para defender mejor nuestras ideas, para llegar a más gente, para ser más próximos, para ser más comprensibles, para ser más eficaces. En definitiva, para servir mejor a España.
¿Qué partido necesitamos para esta tarea?
En primer lugar, necesitamos un partido fuerte. Sin un partido fuerte no se pueden ganar las elecciones.
Ser fuertes consiste en ser grandes y en estar unidos.
Ya somos el partido más grande de Europa. Seremos más grandes aún. Y doy por supuesto que vamos a permanecer unidos.
Así es el partido que yo deseo: unido y solidario. Coherente con sus principios y con su idea de España. Un partido nacional. Con el mismo mensaje en todos los rincones de nuestra patria. Un partido con vocación de centro.
Como dice nuestra ponencia política, somos un partido de centro.
¿Y esto qué quiere decir? Quiere decir que nosotros no arrastramos doctrinas ni orejeras. Que no tenemos ideas preconcebidas sobre las cosas. Que huimos de cualquier radicalismo. Y que entendemos la acción política desde la moderación, el diálogo y la convivencia.
Y esto no significa tibieza o indiferencia o relativismo, como si todo nos diera igual.
A nosotros no nos da todo igual. Nuestra conducta se guía por dos referencias: unos principios que la encauzan y un propósito principal que es el bienestar de todos los españoles. ¿Cómo nos va a dar todo igual?
Lo que ocurre es que nosotros buscamos lo mejor, no tenemos prejuicios sectarios y no despreciamos nada que parezca razonable, venga de donde venga.
Hay quien nos reprocha que el centrismo representa el vacío ideológico.
¡Claro! El centrismo no es una ideología; no es una doctrina política. El centrismo es una voluntad. La voluntad de evitar cualquier exageración. La voluntad de sacar el mejor partido de las cosas sin prejuicios doctrinarios. La voluntad de sintonizar con los deseos y las necesidades reales del pueblo español, que es fundamentalmente moderado y rechaza todo extremismo porque lo entiende como una mezcla de insensatez y de ineficacia.
La mayoría de los españoles habitan este centro y esta actitud de la moderación. Y están deseando reformas que mejoren su bienestar, pero no quiere que las reformas representen saltos en el vacío o aventuras temerarias, y, mucho menos, que se hagan a expensas de la justicia, de la igualdad o de la libertad.
A los españoles les gusta soñar en un futuro mejor, pero con los pies en el suelo, sin dar saltos mortales.
Quieren que sepamos equilibrar las cosas. Por eso aprecian nuestra disposición para articular la eficacia económica y la creación de riqueza con la política social y el reparto del bienestar.
Somos un partido de centro. Un partido moderado. Un partido cercano a la gente, un partido que agradece todas las ideas que nos ayuden a cumplir mejor nuestros objetivos políticos. Unos objetivos, repito, que no hemos heredado, que no figuran en ningún catecismo doctrinario. Unos objetivos que nos dictan cada día los deseos y las necesidades de los españoles.
No estamos al servicio de una clase social ni de un nacionalismo excluyente. Estamos, exclusivamente, al servicio de los ciudadanos, de la libertad, de la igualdad y del bienestar de todos los españoles.
Por eso somos un partido de centro. Un partido reformista. Y un partido con las puertas abiertas de par en par a todas las personas que compartan nuestros principios, es decir, a la mayoría de los ciudadanos.
Nuestra puerta la han cruzado ya muchísimos españoles. Somos una organización muy joven (nacimos con la democracia española). Tenemos muy pocos años, pero en esos pocos años hemos sabido crecer más que nadie porque nuestra historia es la de una suma continua.
Nos votan gentes de muy diversa condición y todas ellas deben sentirse representadas en esta casa.
Nuestras filas se han enriquecido con personas de ideas muy variadas: liberales, conservadores, democratacristianos…. No pedimos a nadie que renuncie a sus ideas o a sus creencias. Nos gusta el pluralismo. En esta casa caben todos. Y muchos más que tenemos que integrar en nuestro proyecto.
El PP quiere ser el punto de encuentro para la mayoría de la sociedad española.
Queremos un partido abierto, no un club exclusivo. Un gran partido, una casa muy grande con sitio para todos, en donde todas las razones puedan ser expuestas y contrastadas y, sobre todo, en donde, en el marco de nuestros principios sepamos acertar en cada momento con lo que más conviene a los españoles.
Tengo que pensar ya en terminar. Dejadme dos minutos.
De la nueva dirección del partido poco tengo que decir. Ya conocéis los nombres y habéis podido comprobar que he procurado que sea representativa: una candidatura de todos y para todos.
Me hubiera gustado contar con muchos más pero el número viene determinado por los estatutos y por la necesidad de hacer este partido más ágil y operativo. Necesariamente son pocos nombres pero tened la certeza de que en ellos encontraréis el cauce y el compromiso de representar a cada uno de nuestros cientos de miles de militantes.
Como siempre, se ha procurado equilibrar la veteranía y el recambio generacional. Os aseguro que los he escogido por sus méritos. Eso, sí: He mirado mucho la disposición de todos para el trabajo porque voy a ser muy exigente con ellos. Como espero lo sean conmigo.
Quiero que estén en contacto permanente con los ciudadanos y que no le quiten el ojo al Gobierno.Que ofrezcan alternativas sólidas. Que hagan ver a todos los españoles que cuentan con un partido preparado para gobernar en cuanto las circunstancias lo dispongan.
Yo creo que este grupo de compañeros bien merece el respaldo mayoritario del Congreso. Por eso os pido que apoyéis esta candidatura con generosidad y que la hagáis vuestra. Al fin y al cabo nace para trabajar a vuestro servicio.
Una cosa más os pido: que votéis consecuentemente. Porque en la misma papeleta de voto se encierran decisiones muy distintas. Si queréis una dirección eficaz; y, además, que cuente con la autoridad que le da vuestro respaldo; y, además, ofrecer la imagen de un partido fuerte y unido, lo único que os pido es que recordéis que todo eso figura en vuestra papeleta de voto.
Esto no es una mera cuestión de nombres. Este partido, lo dirija quien lo dirija, debe dar ejemplo de solidez y de coherencia.
Estáis votando por el futuro. Estáis determinando el rumbo, la capacidad y el porvenir del partido; de un partido que queremos ver triunfante, aplaudido por los ciudadanos.
Eso es lo que os pido que tengáis en cuenta.
No quiero abandonar esta tribuna sin dar las gracias a todos los miembros de nuestra organización, desde los grupos parlamentarios, hasta los ayuntamientos y hasta el último militante, por el esfuerzo y la generosidad que habéis derrochado estos cuatro años. Gracias a todos.
Gracias muy especiales a quienes han estado junto a mí durante cuatro años y abandonan su puesto en la dirección del partido. No vamos a prescindir de ellos. Este partido no se puede permitir el lujo de prescindir de nadie y menos aún, de quien ha demostrado su capacidad.
No puedo pormenorizar los méritos de tanta gente, pero me vais a permitir que haga dos excepciones.
Una es Ángel Acebes, que ha sido nuestro Secretario General, al que quiero agradecer en mi nombre y en el vuestro, su lealtad, su esfuerzo, sus aportaciones y su generosidad. Ángel se ha dejado la piel trabajando por este partido; se la ha dejado ahora y se la lleva dejando muchos años.
Pocas personas como él han sido tratadas tan injustamente por nuestros adversarios y pocas personas como él merecen tanto nuestro reconocimiento y nuestro aplauso. Yo estoy seguro de que, como siempre, Ángel va a seguir siendo una referencia y un ejemplo para todos en lo mucho que le queda por hacer en el Partido Popular.
Muchas gracias, Ángel.
La otra excepción se refiere a un grupo de militantes a los que todos llevamos permanentemente en el corazón. Ya sabéis que hablo de nuestros compañeros del País Vasco.
Yo estoy muy orgulloso del Partido Popular y de los militantes del Partido Popular en toda España. Pero distingo porque es de justicia distinguir.
Los del País Vasco no son unos más, porque en ninguna otra parte es tan difícil, tan exigente y tan peligroso defender las ideas del Partido Popular como en aquella tierra. Tenéis un lugar reservado en el corazón de todos los miembros del Partido Popular y de muchos millones de españoles voten o no voten al Partido Popular.
Estamos orgullosos de ser vuestros compañeros. No cambiéis. Os necesitamos así. Porque no sois vosotros los que precisáis de nuestra ayuda. Somos nosotros, somos los demás, los que precisamos ese ejemplo de calidad humana, de convicción democrática y de entrega a la libertad que nos dais todos los días.
No quiero cansaros más.
Por lo que a mí respecta poco tengo que añadir.
Conocéis mi trayectoria. Conocéis mi trabajo, mis convicciones y mis propósitos.
Estoy dispuesto a trabajar sin descanso para que este partido alcance todas las metas que se propone.
Estoy especialmente empeñado en que permanezca unido como lo ha estado siempre desde la Refundación. Y tengo el propósito sincero de contar con todo el mundo y de que no se pierda ni una brizna de la inteligencia de nuestros militantes.
Necesito la ayuda de todos y pretendo contar con todos. Dentro de este partido no tengo ni enemigos ni adversarios. Para mí, en esta casa somos todos compañeros que comparten el mismo empeño y ponen su esfuerzo al servicio de los mismos propósitos. Estoy seguro que después de este Congreso ese empeño y ese esfuerzo se van a redoblar.
Me siento capaz, con fuerzas, con ilusión para ganar las próximas elecciones generales. No tengo más objetivo político que ganar y estoy absolutamente convencido de que ganaremos. Esta vez le hemos quitado cerca de un millón de votantes al partido socialista. La próxima vez vamos a quitarle muchos más.
Con vuestra entrega, con vuestra unidad, con vuestra generosidad, con vuestro trabajo lo vamos a conseguir.
Estamos construyendo en este Congreso un proyecto sólido, con fuerza y con ambición. Un proyecto para el triunfo.
Yo os pido, con toda humildad, pero encarecidamente, que deis hoy vuestro voto a esta candidatura, y que mañana y todos los días le prestéis vuestro apoyo para conseguir lo que todos anhelamos: que una mayoría de españoles comparta y empuje las ideas de este partido, de este gran partido.
Porque eso es lo que le conviene a España.
Ahora vosotros tenéis la palabra. Haced de ella la fuerza del Partido Popular. De antemano, y de todo corazón, muchas gracias.
Muchas gracias a todos.