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El País, con Rajoy (II): El liberalismo antipático

Nuevo capítulo de la campaña de El País para conseguir, vía Rajoy, esa "derecha moderna" con la que sueña Cebrián. Este lunes en su editorial elogia en términos democráticos el Congreso del PP en junio porque "las figuras políticas del pasado no están en condiciones de tutelarlo", opinión que desacredita el propio diario con una información titulada "los barones arrinconan a Aguirre". Los pupilos de Cebrián lo tienen claro: "El sistema democrático necesita una fuerza de centro-derecha que, hasta ahora, el PP no ha sabido encarnar". Y en esa pasarela de peperos del gusto de la casa, el diputado Lassalle toma el relevo de Arriola con el artículo Liberalismo antipático.

El País, con Rajoy (I): La "derecha moderna" de Cebrián y Arriola

L D (Raúl Vilas) El discurso de Mariano Rajoy contra las bases ideológicas de la derecha social española y los medios de comunicación que han dado la cara por el PP durante los últimos cuatro años ha sido definitivo para visualizar el apoyo entusiasta de los medios de comunicación anti-PP a Rajoy. El enemigo es claro: Esperanza Aguirre.
 
Como ayer, nos fijamos en El País por lo que significa como catalizador y vanguardia de ese sectarismo progre dominante en los medios de comunicación, y como punta de lanza de esa maquinaria de poder que es el Grupo PRISA.
 
El diario de Cebrián se pronuncia editorialmente este lunes. Con ese estilo retorcido tan propio de la casa confirma el apoyo a Rajoy que ya viene manifestando el diario en los últimos días. En El PP ante sí mismo leemos que "el próximo congreso en Valencia será la primera ocasión en la que el Partido Popular tenga que rendir cuentas ante sí mismo y asumir sin excusas sus propias responsabilidades". En un esfuerzo por legitimar el cónclave de junio añaden que "a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, ahora no habrá ningún deus ex machina que, adoptando la figura de Manuel Fraga o de José María Aznar, revele a los militantes el nombre de su futuro presidente".
 
Sólo hay que esperar al segundo párrafo para encontrarnos con el palo a Aguirre. "La presidenta de la Comunidad de Madrid ha llegado tan lejos en sus desafíos a Rajoy que ahora resultaría incongruente que se conformara con haber servido de simple lanzadera para un sedicente debate ideológico" y añade que "una eventual renuncia a presentar su candidatura (...) sólo podría interpretarse en una clave: la del miedo a la derrota", y concluye "no es la mejor credencial para quien aspira a dirigir el principal partido de la oposición y alternativa de gobierno".
 
Este análisis puede ser o no discutible, pero lo que resulta sorprendente es que se haga en un diario que unas páginas antes titula "Los barones arrinconan a Aguirre". En esta información se nos dice que "el golpe de autoridad que Mariano Rajoy dio el sábado en Elche" estuvo "avalado" por los cuatro barones que le acompañaban –Camps, Valcárcel, Arenas y Sirera. Llama la atención que la invitación de Rajoy a Aguirre a irse del PP se considere en El País un "golpe de autoridad" y la defensa de principios que hizo Aguirre en el Foro ABC un "desafío". El caso es que se esta información se infiere que los barones del PP ya tiene atado el resultado del Congreso a favor de Rajoy. ¿Cómo se puede entonces en el editorial legitimar el congreso y descalificar a Aguirre en el caso de que decida no presentarse? En El País se puede.
 
Volviendo al editorial en él vemos negro sobre blanco los anhelos de Polanco y Cebrián por "reconstruir la derecha". "El sistema democrático español necesita de una fuerza de centro-derecha que, hasta ahora, el PP no ha sabido o no ha querido encarnar (...). El congreso de Valencia es la ocasión para que este partido dé el primer paso para desmontar la política de trincheras que se ha impuesto estos años".
 
El País está promocionando además a las personas que dentro del PP pueden encarnar esa derecha entregada y servil con la que sueñan, y que personifica Alberto Ruiz Gallardón. Ayer domingo veíamos una cariñosa biografía de Pedro Arriola, "ese hombre pequeño víctima de las iras del sector aguirrista". Este lunes ocupa ese lugar el diputado del PP José María Lassalle con el artículo Liberalismo antipático.
 
Quién mejor que Lassalle para explicarnos cómo debe ser el liberalismo para encajar en esa "derecha moderna" –servil, entregada...– con la que sueña PRISA. Dice el diputado popular que Esperanza Aguirre "se equivoca". En su opinión "el Partido Popular no necesita abrir ningún debate sobre el liberalismo, ya que lo ha asumido como soporte de la mayoría de sus propuestas".
 
Cree Lassalle que Aguirre y los liberales deben estar tranquilos porque el PP ya es muy liberal. Pero la cuestión es que significa el liberalismo para Lassalle: "El ejercicio de la libertad ya no sólo debe operar en un sentido negativo y anti-estatista, sino también de una forma positiva, proyectando una dinámica incluyente e igualitaria". Es lo que llama "liberalismo igualitario" que "sustituya la vieja polémica estatistas-liberales" y huya del "fundamentalismo del mercado".
 
Frente a este liberalismo tan chachi y tan progre, Lassalle sitúa el "liberalismo antipático" que identifica con Esperanza Aguirre y sus colaboradores. A Lassalle le produce "inquietud" que un liberal apele a Friedman o Hayek "ya que dejan en el ambiente los ecos neoliberales de la melodía de la revolución conservadora que protagonizaron Reagan y Thatcher". Eso es "nasty liberalism"; y el PP de Aguirre un "nasty party". Después de esto, poco más hay que añadir. Ya tenemos la base del nuevo liberalismo cebrianesco.   

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