¿Qué es la gripe porcina? Es una enfermedad respiratoria padecida por los cerdos y producida por el virus de la gripe tipo A. En condiciones habituales no se trasmite a humanos. En esta ocasión el virus ha sufrido una mutación, por causas aún desconocidas, pasando a ser del tipo que se denomina H1N1.
Este virus mutado sí puede ser transmitido desde uno de esos animales a un ser humano y desde éste a otras personas. Las vías de contagio entre humanos son las mismas que en cualquier gripe: las secreciones respiratorias presentes en la boca y nariz que se expanden por la tos, el estornudo, incluso al hablar y que también contaminan las manos, pañuelos u otros objetos que hayan tenido contacto con ellas. La incubación de la enfermedad, es decir, el periodo que transcurre entre el contagio y la aparición de los primeros síntomas, es de 24-48 horas.
Los síntomas de la enfermedad son también, normalmente, los propios de una gripe: fiebre, malestar general, dolores de cabeza y musculares, tos y, más raramente, síntomas digestivos como la diarrea o las náuseas. Como se ve, todos absolutamente inespecíficos en un primer momento. La gravedad de la enfermedad no es la infección del virus en sí misma, sino las complicaciones que ésta propicia: de manera muy significativa, la neumonía.
Será tanto más grave cuanto peor sea el estado previo de las defensas y de todo el organismo del paciente: ancianos, enfermos crónicos de pulmón y corazón, sujetos con inmunidad deprimida por otra enfermedad o por ciertos tratamientos como los utilizados en algunos tumores, etc.
Esas complicaciones son PERFECTAMENTE TRATABLES Y CURABLES en la inmensa mayoría de los casos con los medios sanitarios al alcance de una sociedad avanzada médicamente como la nuestra. Los llamados medicamentos “antigripales” tienen un efecto muy limitado y siempre deberían ser prescritos por un médico y no convertirse en “automedicación”.
Los niños, hasta el momento y con los datos conocidos hasta ahora, son la población MENOS AFECTADA por la epidemia.
Actualmente se consideran personas de alto riesgo de padecer la enfermedad las que han estado en los últimos diez días en los lugares donde se ha detectado: Méjico y sur de EE.UU. principalmente o quienes hayan tenido contacto directo con ellas, aunque si la epidemia se extiende, esta lista de países también lo hará.
Las medidas de prevención pasan, de modo fundamental por extremar la higiene: lavado frecuente de manos, uso de pañuelos desechables, protegerse boca y nariz al toser y estornudar, etc. No es necesario restringir el acceso a lugares públicos como el colegio en el caso de los niños u otros para los adultos. Sí lo es reconsiderar la necesidad de viajar a los países antedichos y, en todo caso, consultar con las autoridades sanitarias la situación en el lugar concreto de destino.
Una instrucción MUY IMPORTANTE es que, en caso de notar alguno de los síntomas, el paciente o sus familiares se pongan en contacto con el teléfono 112 para ser atendidos en un primer momento en sus domicilios y sólo si el médico lo considera necesario tras la exploración ser derivados a un centro sanitario, bien sea de Atención Primaria u Hospitalario.
Se recomienda no acudir directamente a estos centros, y ello por dos razones fundamentales: Primero para no colapsar los Servicio de Urgencia; segundo, para evitar el contagio de las otras personas que se encuentren en las salas de espera por otros motivos. De cualquier modo, todos los grandes centros sanitarios han activado las medidas para enfrentarse a la actual situación.
Si hubiera que resumir los consejos de actuación en esos momentos, se podría sintetizar en los siguientes: Mantener la calma y no crear falsas y muy dañinas situaciones de pánico; confiar en los medios sanitarios al alcance de toda la población. La gripe porcina no es mortal, sus complicaciones se pueden curar casi siempre. Sólo la colaboración de una población bien informada y sensata puede ayudar a las autoridades y al personal sanitario a controlar adecuadamente esta, como cualquier otra, enfermedad.