(Libertad Digital) Se celebraba una conferencia de prensa con motivo de su participación en la reunión de los líderes del Partido Socialista Europeo y Zapatero no dudó en acusar al Gobierno de Aznar de "desfachatez" por conceder el indulto a Javier Gómez de Liaño. Sostenía Zapatero que el Gobierno trató de ocultar el nombre del magistrado entre las casi 1.500 medidas de gracia presentadas.
La acusación del ahora presidente se centraba en que el indulto llevaba aparejado un mensaje "casi subliminal" de que la sentencia condenatoria era injusta, lo cual, a su entender era una actitud "muy grave" de vulneración del Estado de Derecho. Y no paró de repetir que él no quería convertir la Justicia en un asunto político. Nada se dijo, por cierto, de los indultos a José Barrionuevo y Rafael Vera aunque el entonces secretario general del PP, Javier Arenas, lanzó la comparación.
Ahora, ocho años después, en julio de 2008, el diario El País prefiere asirse a la supuesta inmutabilidad de la sentencia condenatoria frente a la que sostiene que el juicio no fue imparcial sin querer deducir que ante un juicio injusto no hay condena válida posible. Al menos, en democracia. Pero para el diario que se convirtió en acusación, la resolución de Estrasburgo sólo refleja los defectos típicos de nuestra Justicia: ni más ni menos, que un mismo juez puede instruir, juzgar y condenar.
Pero el Zapatero de la oposición leal –antes no había, por lo visto, crispación– pronunció frases que ahora merecen figurar como contraportada a la resolución del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.
- Sugerir que el indulto es justo porque quienes emitieron la sentencia condenatoria actuaron contra derecho es muy grave (…) el PP cree que estando en el Gobierno lo puede hacer todo.
Lo apuntó en varias ocasiones: “se está diciendo de manera casi subliminal desde el Gobierno que la sentencia que condenó a Gómez de Liaño era injusta". Y, eso sí, concluyó augurando el futuro del magistrado: "está por ver si [Gómez de Liaño] podrá reintegrarse o no en la carrera judicial”. Pues pudo hacerlo, pero, lógicamente, no quiso.