Según la información de La Gaceta, el presidente del Congreso fue investigado por orden de Zapatero. Cualquier cosa podía servir para filtrarla a los medios de comunicación y desacreditar al entonces presidente de Castilla-La Mancha y candidato a la secretaría general.
La persona en la que recayó la responsabilidad de ese trabajo sucio fue Jesús Caldera, con la connivencia de la vicepresidenta De la Vega. Ambos eran los principales impulsores de la candidatura de Zapatero, con la que Bono competía. Tras la llegada de éste a la presidencia, Caldera fue recompensado con el Ministerio de Trabajo, y De la Vega, con la Vicepresidencia que continúa ejerciendo.
Pero quien llevó a cabo la investigación fue Julio Pérez, que trabajaba como técnico en el Grupo Parlamentario Socialista del Congreso de los Diputados a las órdenes de Zapatero, cuando éste sólo era diputado y portavoz de la comisión de Administraciones Públicas. Pérez había sido jefe de Gabinete del investigado presidente castellanomanchego, y tal y como dice La Gaceta, "sabía dónde buscar".
Muy pocos conocían esta investigación, y algunos no estaban de acuerdo con ella. Hubo quien informó a Bono de la misma, y cuando éste fue advertido de ella, actuó con contundencia. Según el diario, llamó personalmente a Julio Pérez y le advirtió de que si tanto le interesaban su vida privada y la de su familia, que le preguntara, ya que tenía acceso directo a él.
Bono puso esto en conocimiento de Felipe González, que a su vez llamó a Caldera para recriminar que "estas cosas no se hacen", publica La Gaceta. De la Vega, en ese momento en la dirección del grupo parlamentario y juez de profesión, no hizo nada, e impidió que se tomaran medidas disciplinarias contra los que habían recurrido a esos métodos.
Bono envió una carta de agradecimiento a quienes le habían avisado de la investigación. "A veces, el deseo y la ambición de ganar unas elecciones llevan a algunos compañeros a cometer errores que, fraternalmente, debemos saber excusar". Además, advertía que "estos hechos perjudicarían la imagen del PSOE en el caso de que se hiciesen públicos".
Cuando Zapatero ganó el Congreso y se convirtió en secretario general, expulsó inmediatamente a los responsables del trabajo sucio. En una reunión con Pérez, Caldera y De la Vega, se analizó qué flecos quedaban sueltos para impedir a toda costa que se publicase nada al respecto. De la Vega se convirtió en "depositaria" de toda esta cadena de acontecimientos.
Se echó tierra encima de todo, según La Gaceta. Ni Felipe González, ni el presidente del PSOE Manuel Chaves promovieron un expediente interno para acabar con las malas prácticas.